/ jueves 28 de junio de 2018

Karen, embajadora de la lectura y transmisora de una gran pasión

Estudia en una primaria multigrado en Paso Ladrillo, una pequeña comunidad de Emiliano Zapata

EMILIANO ZAPATA, Ver., 28 de junio.- Paso Ladrillo es una pequeña comunidad rural hecha sobre las orillas de un largo camino de terracería; las casas salpican aquí y allá el verde paisaje donde reluce la iglesia de una sola torre y después la primaria multigrado. Ahí estudia Karen, una embajadora de la lectura.

La niña tiene once años y va en sexto grado. Nos mira y dibuja una sonrisa mientras se balancea suavemente en uno de los columpios del pequeño patio escolar. Habla a mil por hora: explica, reflexiona, ríe, manotea, todo mientras sus pies apenas rozan el suelo de tierra y ella impulsa su cuerpo hacia el frente como si en cualquier momento pudiera volar y dejar atrás la escuela, su localidad, el estado e ir hacia otras realidades, otros mundos, otras oportunidades… o tal vez así lo hace cada vez que da vida a un cuento.

EL PLACER DE LEER

Karen dice que le encanta dibujar y que es buena, pero su verdadera pasión es devorar historias, una tras otra, sobre dragones avaros, conejos blancos, diablos desafortunados y damas de belleza excepcional. Pero lo mejor de los cuentos, dice con la mirada llena de estrellas, no es leerlos, es contarlos y entre más largos, mejor…

“Desde muy pequeñita me gustaban los cuentos, mi hermano era el que me leía y pues creo que de ahí se me quedó el gusto”, señala Karen Liseth Rodríguez Montano, estudiante de la escuela primaria “Francisco Sarabia”, ubicada en una pequeña localidad de Emiliano Zapata.

“Cuando leo un cuento pienso en cómo me gustaría que a mí me lo contaran, así que cambio las voces, hago algunas caras y, no sé, trato de que sientan eso mismo que yo sentí al leerlo, que ellos también vean que los libros no son sólo para hacer tarea, sino que podemos aprender mucho y pasar un buen momento”, indicó sin dejar de columpiarse.

Ese placer por la lectura la llevó a participar en un Encuentro Estatal de Niños y Niñas Cuentacuentos, organizado por la SEV; sus compañeros y maestros la eligieron para representar a su comunidad y se enfrentó a 14 escuelas de la zona de Emiliano Zapata, donde obtuvo el primer lugar y con ello el honor de ser nombrada Embajadora de la Lectura.

“Cuando dijeron los ganadores y dijeron mi nombre, pensé ‘¡no, se equivocaron!’, pero sí, era yo —ríe— la verdad estaba nerviosa, porque los otros niños iban disfrazados y llevaban varias cosas para contar su historia y yo sólo llevaba una diadema de cuernitos que me compró mi mamá; pero cuando me mencionaron me di cuenta que no era el disfraz”.

ME ENCONTRÉ CON CUENTACUENTOS

Karen es una de los 180 embajadores de la lectura seleccionados de entre todas las primarias estatales de las 12 regiones del estado, de las 93 zonas escolares, es decir, del centro, sur y norte del estado.

Esta estrategia es parte del proyecto “Y me encontré un cuentacuentos”, que coordina desde hace cuatro años el maestro Héctor Martínez Ramírez. Ismael Hernández Portilla y Ana Cecilia Solís Gaona conforman su equipo de trabajo desde la coordinación de Artes de la SEV.

El proyecto tiene dos fases: la primera es sensibilizar a docentes y directivos de las escuelas sobre la importancia de fomentar la lectura no como un tema accesorio, sino como una herramienta para aprender y reforzar otros contenidos.

El maestro Héctor Martínez, personificado como Pachón, un payaso clown de saco y sombrero, imparte una capacitación y anima a los docentes a convertirse en un cuentacuentos en su aula y así hacer de la lectura parte de su planeación de clases.

La segunda fase del proyecto es que el docente identifique a los menores que tienen facilidad para leer y contar historias para animarlos a prepararse y convertirse en pequeños cuentacuentos, los cuales participarán en concursos de escuela, zona y región para convertirse en embajadores de la lectura.

“Este nombramiento los compromete a que ellos deben contar su cuento en el interior de su escuela, en su localidad, en su región; el intercambio se puede hacer entre las diferentes supervisiones escolares e incluso con el municipio, hay casos donde el Ayuntamiento adopta el proyecto y va llevando a los embajadores a diferentes comunidades para que difundan el gusto por la lectura”, indicó Héctor Martínez.

TE VOY A CONTAR UN CUENTO

En todo este proceso —desde que el docente comparte los cuentos hasta que trabaja con los pequeños en el aula para convertirlos en embajadores de su escuela— los promotores del proyecto estiman que se ha impactado a cerca de 500 mil menores.

“Es increíble cómo un niño motivado cambia, primero, su manera de ver la lectura, que para muchos es algo tedioso y hasta sin significado; cambian su manera de ser: vencen su timidez, vencen problemas de lenguaje, de comunicación; ganan confianza, autoestima y seguridad”, indicó Ismael Hernández Portilla.

Además el proyecto es integrador, porque requiere que todos alrededor del pequeño cuentacuentos se involucren para ayudarlo en la construcción de su personaje.

“Contar un cuento implica abstracción, comprensión del texto; los niños tienen que aprenderse su cuento, para ello buscan, indagan y después necesitan que alguien los escuche, entonces recurren a la escuela, a los amigos del salón, pero también a la familia, quienes se involucran en todo este proceso con sus hijos; muchos niños que antes pedían atención con una travesura, hoy dicen “ponme atención que te voy a contar un cuento”, agregó Hernández Portilla.

Como parte del término del ciclo escolar y de la aplicación del proyecto, se realizó un Encuentro Estatal de Niños y Niñas Cuentacuentos, donde asistieron 15 embajadores de la lectura de las 12 regiones del estado.

De acuerdo con el maestro Héctor Martínez se espera que el próximo ciclo escolar se llegue a más escuelas, y se incursione también en preescolares y telesecundarias, quienes ya han manifestado interés por sumarse a la estrategia.

“La respuesta es positiva: los supervisores, los docentes, todos se han sumado de buena gana al ver de qué se trata; de hecho es interesante que en la zona norte, donde la mayoría de las escuelas son multigrado —uno o dos docentes atienden todos los grupos—, es donde más participación hubo”, agregó Martínez Ramírez.

“Es bonito porque esta actividad es generadora de valores y es muy bondadosa porque permite al niño apropiarse de un personaje, si lo requiere, usar escenografía, usar un disfraz, pero también puede salir él con su uniforme, con su voz, con su cuerpo, que son los elementos únicos que se necesitan para ser un cuentacuentos”, indicó el maestro Ismael Hernández.

UNA PEQUEÑA ESCUELA

“Yo conté La hermosa dama, que es parte de unas historias que según cuenta un diablo, y que es acerca de una joven muy hermosa pero que quiere casarse con alguien que la quiera de verdad, por lo que es en su interior y no por como luce…”, contó la niña con entusiasmo.

Los pies de Karen levantan una fina polvareda con el continuo ir y venir del columpio; a un costado, a través de la ventana de uno de los dos salones de la escuela, sus compañeritos la observan, cuchichean y ríen con disimulo.

“Yo le dije, mi’ja, tranquilita, tú no te preocupes, obvio vas a estar nerviosa porque pararse delante de mucha gente a hablar no cualquiera lo hace, y más porque el concurso fue en una escuela grande de Emiliano Zapata, que pues lo tienen todo, y mire aquí esta escuela que es pequeñita, pero yo le dije que eso no importa, no importa el origen, si uno viene de un lugar humilde, sino de cómo uno hace las cosas para salir adelante”, indicó Óscar Rodríguez Ruiz, papá de Karen.

“Cuando llegamos al concurso yo vi que todas las niñas llegaban con su traje y bien vestiditas, y yo le dije a la maestra ‘oiga es que yo me siento incómoda porque la niña viene, pues, normal’, pero ella me dijo que eso no importaba, y cuando pasó me sorprendí porque yo vi a otra niña, me dio mucha emoción”, señaló orgullosa María Luisa Montano Ruiz, mamá de la pequeña.

La escuela es una primaria rural multigrado atendida por dos maestras. Tiene dos aulas, una dirección, los baños y un patio que lo mismo sirve para los honores a la bandera que para jugar en el recreo, aunque no pueden armarse grandes correderas, la escuela es muy pequeña, todo queda a la mano y a simple vista.

Hace poco lograron tener barda perimetral y así resguardar el poco material que les queda después de dos robos consecutivos, y es que alrededor de la escuela no hay casas vecinas, sólo el camino angosto de terracería que atraviesa la localidad.

“Cuando supe del concurso dije ‘nos vamos a animar’, porque realmente somos una escuela pequeña, y a veces uno cuando ve que la otras son grandes no quiere participar, pero me dije: ‘No, tenemos la capacidad, y hay niños que lo pueden hacer’, y se demostró con la participación de la niña”, indicó emocionada la maestra María del Socorro León Bandala.

Con 20 años de servicio, la docente está convencida que llevar a los niños a este tipo de experiencia les abre las puertas para conocer lo que hay más allá de su entorno.

“Nuestros niños son tan importantes como cualquiera de una escuela céntrica de Xalapa, y nosotras como sus maestras tratamos de darles lo más que podemos para que ellos tengan todo para desarrollarse y sepan que pueden lograr las metas que se tracen”, agregó la docente.

El recreo ha iniciado y de a poco los alumnos comienzan a salir para tomar su almuerzo y jugar; algunos corretean, otros platican; Karen, en medio de un círculo de amigos, gesticula con emoción. En los columpios, dos niñas se impulsan con fuerza, muy alto, listas para salir a volar.


EMILIANO ZAPATA, Ver., 28 de junio.- Paso Ladrillo es una pequeña comunidad rural hecha sobre las orillas de un largo camino de terracería; las casas salpican aquí y allá el verde paisaje donde reluce la iglesia de una sola torre y después la primaria multigrado. Ahí estudia Karen, una embajadora de la lectura.

La niña tiene once años y va en sexto grado. Nos mira y dibuja una sonrisa mientras se balancea suavemente en uno de los columpios del pequeño patio escolar. Habla a mil por hora: explica, reflexiona, ríe, manotea, todo mientras sus pies apenas rozan el suelo de tierra y ella impulsa su cuerpo hacia el frente como si en cualquier momento pudiera volar y dejar atrás la escuela, su localidad, el estado e ir hacia otras realidades, otros mundos, otras oportunidades… o tal vez así lo hace cada vez que da vida a un cuento.

EL PLACER DE LEER

Karen dice que le encanta dibujar y que es buena, pero su verdadera pasión es devorar historias, una tras otra, sobre dragones avaros, conejos blancos, diablos desafortunados y damas de belleza excepcional. Pero lo mejor de los cuentos, dice con la mirada llena de estrellas, no es leerlos, es contarlos y entre más largos, mejor…

“Desde muy pequeñita me gustaban los cuentos, mi hermano era el que me leía y pues creo que de ahí se me quedó el gusto”, señala Karen Liseth Rodríguez Montano, estudiante de la escuela primaria “Francisco Sarabia”, ubicada en una pequeña localidad de Emiliano Zapata.

“Cuando leo un cuento pienso en cómo me gustaría que a mí me lo contaran, así que cambio las voces, hago algunas caras y, no sé, trato de que sientan eso mismo que yo sentí al leerlo, que ellos también vean que los libros no son sólo para hacer tarea, sino que podemos aprender mucho y pasar un buen momento”, indicó sin dejar de columpiarse.

Ese placer por la lectura la llevó a participar en un Encuentro Estatal de Niños y Niñas Cuentacuentos, organizado por la SEV; sus compañeros y maestros la eligieron para representar a su comunidad y se enfrentó a 14 escuelas de la zona de Emiliano Zapata, donde obtuvo el primer lugar y con ello el honor de ser nombrada Embajadora de la Lectura.

“Cuando dijeron los ganadores y dijeron mi nombre, pensé ‘¡no, se equivocaron!’, pero sí, era yo —ríe— la verdad estaba nerviosa, porque los otros niños iban disfrazados y llevaban varias cosas para contar su historia y yo sólo llevaba una diadema de cuernitos que me compró mi mamá; pero cuando me mencionaron me di cuenta que no era el disfraz”.

ME ENCONTRÉ CON CUENTACUENTOS

Karen es una de los 180 embajadores de la lectura seleccionados de entre todas las primarias estatales de las 12 regiones del estado, de las 93 zonas escolares, es decir, del centro, sur y norte del estado.

Esta estrategia es parte del proyecto “Y me encontré un cuentacuentos”, que coordina desde hace cuatro años el maestro Héctor Martínez Ramírez. Ismael Hernández Portilla y Ana Cecilia Solís Gaona conforman su equipo de trabajo desde la coordinación de Artes de la SEV.

El proyecto tiene dos fases: la primera es sensibilizar a docentes y directivos de las escuelas sobre la importancia de fomentar la lectura no como un tema accesorio, sino como una herramienta para aprender y reforzar otros contenidos.

El maestro Héctor Martínez, personificado como Pachón, un payaso clown de saco y sombrero, imparte una capacitación y anima a los docentes a convertirse en un cuentacuentos en su aula y así hacer de la lectura parte de su planeación de clases.

La segunda fase del proyecto es que el docente identifique a los menores que tienen facilidad para leer y contar historias para animarlos a prepararse y convertirse en pequeños cuentacuentos, los cuales participarán en concursos de escuela, zona y región para convertirse en embajadores de la lectura.

“Este nombramiento los compromete a que ellos deben contar su cuento en el interior de su escuela, en su localidad, en su región; el intercambio se puede hacer entre las diferentes supervisiones escolares e incluso con el municipio, hay casos donde el Ayuntamiento adopta el proyecto y va llevando a los embajadores a diferentes comunidades para que difundan el gusto por la lectura”, indicó Héctor Martínez.

TE VOY A CONTAR UN CUENTO

En todo este proceso —desde que el docente comparte los cuentos hasta que trabaja con los pequeños en el aula para convertirlos en embajadores de su escuela— los promotores del proyecto estiman que se ha impactado a cerca de 500 mil menores.

“Es increíble cómo un niño motivado cambia, primero, su manera de ver la lectura, que para muchos es algo tedioso y hasta sin significado; cambian su manera de ser: vencen su timidez, vencen problemas de lenguaje, de comunicación; ganan confianza, autoestima y seguridad”, indicó Ismael Hernández Portilla.

Además el proyecto es integrador, porque requiere que todos alrededor del pequeño cuentacuentos se involucren para ayudarlo en la construcción de su personaje.

“Contar un cuento implica abstracción, comprensión del texto; los niños tienen que aprenderse su cuento, para ello buscan, indagan y después necesitan que alguien los escuche, entonces recurren a la escuela, a los amigos del salón, pero también a la familia, quienes se involucran en todo este proceso con sus hijos; muchos niños que antes pedían atención con una travesura, hoy dicen “ponme atención que te voy a contar un cuento”, agregó Hernández Portilla.

Como parte del término del ciclo escolar y de la aplicación del proyecto, se realizó un Encuentro Estatal de Niños y Niñas Cuentacuentos, donde asistieron 15 embajadores de la lectura de las 12 regiones del estado.

De acuerdo con el maestro Héctor Martínez se espera que el próximo ciclo escolar se llegue a más escuelas, y se incursione también en preescolares y telesecundarias, quienes ya han manifestado interés por sumarse a la estrategia.

“La respuesta es positiva: los supervisores, los docentes, todos se han sumado de buena gana al ver de qué se trata; de hecho es interesante que en la zona norte, donde la mayoría de las escuelas son multigrado —uno o dos docentes atienden todos los grupos—, es donde más participación hubo”, agregó Martínez Ramírez.

“Es bonito porque esta actividad es generadora de valores y es muy bondadosa porque permite al niño apropiarse de un personaje, si lo requiere, usar escenografía, usar un disfraz, pero también puede salir él con su uniforme, con su voz, con su cuerpo, que son los elementos únicos que se necesitan para ser un cuentacuentos”, indicó el maestro Ismael Hernández.

UNA PEQUEÑA ESCUELA

“Yo conté La hermosa dama, que es parte de unas historias que según cuenta un diablo, y que es acerca de una joven muy hermosa pero que quiere casarse con alguien que la quiera de verdad, por lo que es en su interior y no por como luce…”, contó la niña con entusiasmo.

Los pies de Karen levantan una fina polvareda con el continuo ir y venir del columpio; a un costado, a través de la ventana de uno de los dos salones de la escuela, sus compañeritos la observan, cuchichean y ríen con disimulo.

“Yo le dije, mi’ja, tranquilita, tú no te preocupes, obvio vas a estar nerviosa porque pararse delante de mucha gente a hablar no cualquiera lo hace, y más porque el concurso fue en una escuela grande de Emiliano Zapata, que pues lo tienen todo, y mire aquí esta escuela que es pequeñita, pero yo le dije que eso no importa, no importa el origen, si uno viene de un lugar humilde, sino de cómo uno hace las cosas para salir adelante”, indicó Óscar Rodríguez Ruiz, papá de Karen.

“Cuando llegamos al concurso yo vi que todas las niñas llegaban con su traje y bien vestiditas, y yo le dije a la maestra ‘oiga es que yo me siento incómoda porque la niña viene, pues, normal’, pero ella me dijo que eso no importaba, y cuando pasó me sorprendí porque yo vi a otra niña, me dio mucha emoción”, señaló orgullosa María Luisa Montano Ruiz, mamá de la pequeña.

La escuela es una primaria rural multigrado atendida por dos maestras. Tiene dos aulas, una dirección, los baños y un patio que lo mismo sirve para los honores a la bandera que para jugar en el recreo, aunque no pueden armarse grandes correderas, la escuela es muy pequeña, todo queda a la mano y a simple vista.

Hace poco lograron tener barda perimetral y así resguardar el poco material que les queda después de dos robos consecutivos, y es que alrededor de la escuela no hay casas vecinas, sólo el camino angosto de terracería que atraviesa la localidad.

“Cuando supe del concurso dije ‘nos vamos a animar’, porque realmente somos una escuela pequeña, y a veces uno cuando ve que la otras son grandes no quiere participar, pero me dije: ‘No, tenemos la capacidad, y hay niños que lo pueden hacer’, y se demostró con la participación de la niña”, indicó emocionada la maestra María del Socorro León Bandala.

Con 20 años de servicio, la docente está convencida que llevar a los niños a este tipo de experiencia les abre las puertas para conocer lo que hay más allá de su entorno.

“Nuestros niños son tan importantes como cualquiera de una escuela céntrica de Xalapa, y nosotras como sus maestras tratamos de darles lo más que podemos para que ellos tengan todo para desarrollarse y sepan que pueden lograr las metas que se tracen”, agregó la docente.

El recreo ha iniciado y de a poco los alumnos comienzan a salir para tomar su almuerzo y jugar; algunos corretean, otros platican; Karen, en medio de un círculo de amigos, gesticula con emoción. En los columpios, dos niñas se impulsan con fuerza, muy alto, listas para salir a volar.


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