Xalapa, Ver.- Afuera de su vivienda hay letreros improvisados que dicen: “Taller de Soldadura General” y “Se Vende Masa”, ambos custodiados por dos perros flacos chillando como de frío o hambre. Allí viven Gerardo Hernández y Angélica Sánchez junto con su nieto de tres años. No tienen anafres ni estufa de leña. En estas fechas soportan el frío solo usando más cobijas que cuando no es temporada invernal.
Angélica recién se enfermó de gripe, no han podido acudir al médico y ella no ha dejado de trabajar ni de hacer tortillas para vender porque de eso viven. Aunque Gerardo tiene cuatro años viviendo en la colonia Plan de Ayala con su pareja, en realidad son de una comunidad de Misantla. Asegura que cuentan con todos los servicios agua y luz, aunque su vivienda está edificada sobre un cerro, con pedazos de madera, fierros, láminas, lonas y piso de tierra donde apenas un foco mal instalado se observa en uno de los cuartos.
A diferencia de otros años, esta vez no se ha acercado ninguna empresa o autoridad a brindarle algún tipo de apoyo lo que podría ayudarles cuando el termómetro desciende y el frío cala hasta los huesos.
“Nos acostumbramos al frío”
Tras ella está la imagen de Virgen de Guadalupe, a un lado la estufa donde echa las tortillas y enfrente el pequeño molino que compró con tanto esfuerzo. Angelica Sánchez asegura que no hay recetas para sobrevivir al frío, taparse con lo que tienen y usar sus cobijas más gruesas, ayuda.
Ahora, recuerda, las cosas en la colonia han mejorado porque ya no tiene que caminar hasta la avenida Ruiz Cortines para tomar el transporte público, la zona está cada vez más urbanizada. Dos cobertores son suficientes para dormir calientitos aun cuando hay agujeros por toda la casa. Su nieto Juan Elías, por lo pronto, pasaban las 11 horas y seguía “enrrolladito” entre cobijas y con chamarra, para evitar que se enferme.
Recuerda como con cierta nostalgia que hace unos años, eran invitados al “Pollotón”, evento organizado por la iniciativa privada donde regalaban a las familias un pollo para cenar en navidad o había entrega de juguetes y hasta despensas para persona de escasos recursos; de ello sólo quedó el recuerdo.
"Vivimos humildemente pero no nos queda de otra”. Para navidad, no hacen planes, no piensan en qué ropa van a usar o qué comida van a preparar, “lo que haya” es lo que podrán degustar.
Cerca de su vivienda, con suéteres, su mandil y un gorro pero lavando, estaba María de los Ángeles Mujía. Ella vive con su esposo Andrés Olmedo que es albañil aunque en estas fechas está casi sin trabajo. Ella es ama de casa y asegura que no hay más que “echarse las cobijas encima, dijera el cuento cobijas viejas”.
María de los Ángeles dice que aunque viven de forma humilde “no les queda de otra” y le da ánimos el hecho de decir que está pagando el terreno en el que vive y donde tiene su propia casa construida con láminas, pedazos de madera y fierros.
Mientras esté uno en lo propio (...), que yo apenas estoy pagando mi terreno, por eso ve que está mi jacalito así pero la cosa es estar tranquilo. Y le digo nos echamos unas cuantas cobijadas aquí
Prefieren no usar anafre ni lumbre para evitar un accidente en su casa donde hay madera por todos lados, por lo que las cobijas son sus mejores aliadas. Tampoco han tenido la visita de autoridades o asociaciones con algún tipo de apoyo y eso los obliga a arreglárselas como puedan.
La navidad tampoco es ya una fecha especial, prefieren quedarse allí sin visitar a nadie para evitar que lo poco que poseen sea robado. “Porque ya ve que hay gente abusada, nosotros no salimos ni fin de año ni nada de eso, nada como cuidar nuestro jacalito, y cenamos lo que Dios nos ayuda, la cosa estar tranquilo que me hago una salsa, unos frijolitos, un chocolate, con eso”, agregó.
Vivir en esa zona de la ciudad, a los límites con Tlalnelhuayocan es además inseguro, “hay mucha gente canijilla y mariguanos, esos son los buenos de la uña”. Los rondines de la policía estatal y municipal son casi nulos, incluso considera que los perros cuidan mejor que cualquier corporación de seguridad.
Así es como cientos de familias le hacen frente a las bajas temperaturas, es justo en esa zona de la ciudad donde la situación no mejora y donde han optado por “acostumbrarse” al mal tiempo.