/ viernes 10 de enero de 2020

Los hermanos Hernández redignifican la labor del artesano

Son la segunda generación que fabrica muebles de bambú en la comunidad de Monte Blanco, Teocelo, y han diseñado un esquema para hacer de este un negocio una empresa familiar redituable

Teocelo, Ver.- Miembros de la segunda generación de artesanos de bambú, Eliza, Itzel y Alejandro Hernández son originarios de la localidad Monte Blanco, en Teocelo, y desde hace dos años buscan hacer redituable un negocio familiar con el que crecieron.

En medio de una crisis económica y en un sitio en el que el 90 por ciento de la población se dedica a lo mismo, los Hernández han diseñado una nueva forma de trabajar. Los tres hermanos han dividido de manera equitativa el trabajo, se han dedicado a diseñar y elaborar sus propios muebles, establecen precios fijos para no ser víctimas del “regateo” y, de manera reciente, han dejado de tomar trabajos por pedidos para ser dueños de su tiempo.

Somos una empresa familiar, somos la segunda generación porque mi padre es uno de los iniciadores de las artesanías de bambú aquí y eso hizo que desde niños creciéramos con esta artesanía; ahora asumimos la responsabilidad de dignificarla

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Y aunque en un principio esta forma de trabajar les causó apuros económicos, actualmente han logrado establecer las bases de un negocio redituable e incluso encabezan pláticas con jóvenes, universitarios y turistas que llegan hasta este punto de la geografía veracruzana para conocer el modelo de trabajo de las artesanías de bambú.

“Nos interesa mucho rescatar nuestra artesanía y lo demostramos proponiendo diseños, trabajando para entregar productos de calidad y haciendo que los cultivos sean sustentables”, precisa la artesana de 30 años de edad.

Los Hernández tienen bien dividas las tareas. Quienes llegan a su tienda-taller, ubicada en la calle Josefa Ortiz de Domínguez s/n en la colonia El Pino, son recibidos por Itzel, la hermana de en medio, quien se encarga de las ventas y la planeación de los diseños. Una vez adentro de la estructura realizada en su totalidad con bambú se puede conocer a Eliza, la hermana menor, quien se encarga de la administración del negocio. Más al fondo se observa a Alejandro, el mayor, que trabaja en algunas piezas y estructura de los muebles. Los diseños originales surgen del trabajo en equipo de los tres.

Nosotros estamos enfocados en demostrarle a la gente y a nosotros mismos que sí se puede tener un formato de negocio diferente y que sea rentable para todas las partes”, asegura Eliza. “Además nuestras artesanías tienen todo porque están hechas a base de un producto totalmente natural, cuando cumplen su ciclo de vida útil -después de 30 años aproximadamente- se reintegran totalmente a la naturaleza, son económicos y bastante decorativos

Sin embargo, el plan de los encargados de Muebles Andrés Ortiz va más allá, ellas buscan no solo tener un negocio redituable sino también un estilo de vida sustentable y por ello han construido una cabaña de bambú en la que habitan. De manera adicional son ellos los que siembran y cosechan el bambú con el que trabajan y junto a su madre han agregado a las plantas como parte del entorno.

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

NO ES CHINO, ES MEXICANO

Entrevistados en la segunda planta, que está dedicada a la exposición de salas, comedores, mecedoras, anaqueles y estructuras para plantas, Alejandro explica que una de las principales dificultades que tuvieron en sus inicios y siguen teniendo es dar a sus productos el valor real que tienen ante los clientes.

Y es que el hermano de 35 años explicó que a pesar de que las casi 100 familias que se dedican a la elaboración de artesanías y muebles de bambú llevan décadas realizando estos trabajos, nunca se han dado a la tarea de analizar los costos que tiene la producción. Esto ha provocado, señala, que lleven mucho tiempo sin incrementar los precios y, por ende, ganando cada vez menos a cada una de sus piezas.

Además a veces son personas que hacen este trabajo porque no encuentran otro o porque no quieren ir al campo, pero no nacieron con la actitud de hacer muebles, lo tomaron porque es lo primero que ven. Entonces cuando platicas con ellos te dicen que siguen dando sus productos en los mismos precios que hace 10 años y apenas le ganan 100 o 200 pesos, y hasta orgullosos están de esta precarización

En este rubro, el de los precios, los Hernández se han valido de la ayuda de Eliza, la más pequeña de la familia que estudió Administración de Empresas en la Universidad Veracruzana. Es ella quien se encarga en su totalidad de hacer las cuentas de los gastos de producción y de indicar el precio final de cada producto. El precio se indica en una etiqueta que se cuelga a los muebles y es el que tendrá que respetar el cliente, sin regateos ni abusos.

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Es común que los clientes nos pregunten ‘¿por qué está más caro?’ a comparación con otros artesanos de aquí. Nosotros les explicamos que se trata de un producto que requiere varias horas de trabajo y estamos cobrando eso

“Además les aclaramos que no por el hecho de ser artesanos les vamos a dar casi regaladas las cosas y siempre vamos a estar pobres. Ese punto mucha gente de aquí no lo ha visto nunca: se sienten como mendigos con los clientes a los que venden sus muebles de bambú”, añade Alejandro.

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Aunque su padre ya falleció, el negocio lleva su nombre y los tres hijos de don Andrés Hernández se sienten orgullosos del trabajo que él realizó y que les enseñó. Para Alejandro, su parte de la responsabilidad laboral no es solo la estructuración de las piezas sino también platica con los clientes sobre el trabajo que hay detrás de cada pieza. Incluso, explica, reciben grupos de visitantes a quienes detallan con orgullo que la comunidad Monte Blanco, en Teocelo, es la primera comunidad de América Latina que comenzó a trabajar el bambú.

Mucha gente de la comunidad dice que nos enseñaron los chinos, porque cree que el hecho de aprender de alguien de otro país hace que seamos mejores. Eso es el reflejo de que no valoran su trabajo y el arte de sus antepasados, padres y abuelos que aprendieron solos a trabajar este material

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Teocelo, Ver.- Miembros de la segunda generación de artesanos de bambú, Eliza, Itzel y Alejandro Hernández son originarios de la localidad Monte Blanco, en Teocelo, y desde hace dos años buscan hacer redituable un negocio familiar con el que crecieron.

En medio de una crisis económica y en un sitio en el que el 90 por ciento de la población se dedica a lo mismo, los Hernández han diseñado una nueva forma de trabajar. Los tres hermanos han dividido de manera equitativa el trabajo, se han dedicado a diseñar y elaborar sus propios muebles, establecen precios fijos para no ser víctimas del “regateo” y, de manera reciente, han dejado de tomar trabajos por pedidos para ser dueños de su tiempo.

Somos una empresa familiar, somos la segunda generación porque mi padre es uno de los iniciadores de las artesanías de bambú aquí y eso hizo que desde niños creciéramos con esta artesanía; ahora asumimos la responsabilidad de dignificarla

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Y aunque en un principio esta forma de trabajar les causó apuros económicos, actualmente han logrado establecer las bases de un negocio redituable e incluso encabezan pláticas con jóvenes, universitarios y turistas que llegan hasta este punto de la geografía veracruzana para conocer el modelo de trabajo de las artesanías de bambú.

“Nos interesa mucho rescatar nuestra artesanía y lo demostramos proponiendo diseños, trabajando para entregar productos de calidad y haciendo que los cultivos sean sustentables”, precisa la artesana de 30 años de edad.

Los Hernández tienen bien dividas las tareas. Quienes llegan a su tienda-taller, ubicada en la calle Josefa Ortiz de Domínguez s/n en la colonia El Pino, son recibidos por Itzel, la hermana de en medio, quien se encarga de las ventas y la planeación de los diseños. Una vez adentro de la estructura realizada en su totalidad con bambú se puede conocer a Eliza, la hermana menor, quien se encarga de la administración del negocio. Más al fondo se observa a Alejandro, el mayor, que trabaja en algunas piezas y estructura de los muebles. Los diseños originales surgen del trabajo en equipo de los tres.

Nosotros estamos enfocados en demostrarle a la gente y a nosotros mismos que sí se puede tener un formato de negocio diferente y que sea rentable para todas las partes”, asegura Eliza. “Además nuestras artesanías tienen todo porque están hechas a base de un producto totalmente natural, cuando cumplen su ciclo de vida útil -después de 30 años aproximadamente- se reintegran totalmente a la naturaleza, son económicos y bastante decorativos

Sin embargo, el plan de los encargados de Muebles Andrés Ortiz va más allá, ellas buscan no solo tener un negocio redituable sino también un estilo de vida sustentable y por ello han construido una cabaña de bambú en la que habitan. De manera adicional son ellos los que siembran y cosechan el bambú con el que trabajan y junto a su madre han agregado a las plantas como parte del entorno.

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

NO ES CHINO, ES MEXICANO

Entrevistados en la segunda planta, que está dedicada a la exposición de salas, comedores, mecedoras, anaqueles y estructuras para plantas, Alejandro explica que una de las principales dificultades que tuvieron en sus inicios y siguen teniendo es dar a sus productos el valor real que tienen ante los clientes.

Y es que el hermano de 35 años explicó que a pesar de que las casi 100 familias que se dedican a la elaboración de artesanías y muebles de bambú llevan décadas realizando estos trabajos, nunca se han dado a la tarea de analizar los costos que tiene la producción. Esto ha provocado, señala, que lleven mucho tiempo sin incrementar los precios y, por ende, ganando cada vez menos a cada una de sus piezas.

Además a veces son personas que hacen este trabajo porque no encuentran otro o porque no quieren ir al campo, pero no nacieron con la actitud de hacer muebles, lo tomaron porque es lo primero que ven. Entonces cuando platicas con ellos te dicen que siguen dando sus productos en los mismos precios que hace 10 años y apenas le ganan 100 o 200 pesos, y hasta orgullosos están de esta precarización

En este rubro, el de los precios, los Hernández se han valido de la ayuda de Eliza, la más pequeña de la familia que estudió Administración de Empresas en la Universidad Veracruzana. Es ella quien se encarga en su totalidad de hacer las cuentas de los gastos de producción y de indicar el precio final de cada producto. El precio se indica en una etiqueta que se cuelga a los muebles y es el que tendrá que respetar el cliente, sin regateos ni abusos.

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Es común que los clientes nos pregunten ‘¿por qué está más caro?’ a comparación con otros artesanos de aquí. Nosotros les explicamos que se trata de un producto que requiere varias horas de trabajo y estamos cobrando eso

“Además les aclaramos que no por el hecho de ser artesanos les vamos a dar casi regaladas las cosas y siempre vamos a estar pobres. Ese punto mucha gente de aquí no lo ha visto nunca: se sienten como mendigos con los clientes a los que venden sus muebles de bambú”, añade Alejandro.

Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Aunque su padre ya falleció, el negocio lleva su nombre y los tres hijos de don Andrés Hernández se sienten orgullosos del trabajo que él realizó y que les enseñó. Para Alejandro, su parte de la responsabilidad laboral no es solo la estructuración de las piezas sino también platica con los clientes sobre el trabajo que hay detrás de cada pieza. Incluso, explica, reciben grupos de visitantes a quienes detallan con orgullo que la comunidad Monte Blanco, en Teocelo, es la primera comunidad de América Latina que comenzó a trabajar el bambú.

Mucha gente de la comunidad dice que nos enseñaron los chinos, porque cree que el hecho de aprender de alguien de otro país hace que seamos mejores. Eso es el reflejo de que no valoran su trabajo y el arte de sus antepasados, padres y abuelos que aprendieron solos a trabajar este material

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