El Tajín, Papantla, Ver.- Declarada en 2009 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, la ceremonia ritual de los Voladores de Papantla es parte fundamental de la cultura y tradición del pueblo Totonaco.
Tener el "don" es indispensable para que un menor, a partir de los cinco años de edad, aprenda este ritual reconocido en cada rincón de Veracruz, en toda la República Mexicana y en incontables partes del mundo.
"Todos quieren volar, todos quieren subirse al palo volador, pero no todos tienen el don, hay que nacer con él para poder realizar esta ceremonia que es herencia de nuestros antepasados", expresó Esteban González Juárez, maestro de la Escuela de Niños Voladores.
Este ritual forma parte de las actividades de Cumbre Tajín y aunque la mayoría de los visitantes lo admira, agradece y respeta, son mínimas las personas que conocen la importancia que tiene para el pueblo del Totonacapan.
El ritual, no sólo es parte de la cultura de las comunidades indígenas del norte de Veracruz, sino que también es un acto de agradecimiento y respeto a la madre tierra y a los antepasados que dejaron este legado.
El agradecimiento y el permiso para llevar a cabo este ritual son necesarios, por ello se deben tocar los sones de los Senderos, también conocido como de la Calle; el del Perdón; de la Reverencia; de la Evocación, y del Vuelo, que es un llamado a la fertilidad.
Para la realización de esta ceremonia se necesitan un tronco, llamado "palo volador", al que se le colocan: una base de madera, una cruz, un pivote para unir y posibilitar el giro de los voladores y una escalera.
Cinco voladores son los que suben al "palo volador" para realizar el ritual, cuatro de ellos, los voladores, se sientan en un cuadro de madera para simbolizar los puntos cardinales (norte, sur, este y oeste), y uno, el caporal, se coloca en el centro.
El caporal que toca la flauta y el tambor dirige el ritual y da la señal para que los voladores salten al vacío, sujetados por la cintura, boca abajo y afianzándose con las piernas giran entre todos 52 veces, número que simboliza los 52 años del calendario indígena o Xiuhmolpilli.
Esteban González Juárez es maestro de los voladores desde 1972 y asegura que la ceremonia refleja la cultura del pueblo Totonaco desde principio a fin.
Es originario de la comunidad El Zapotal Santa Cruz, ahí tiene una escuela donde enseña a menores este ritual con "palos voladores" de 7 y 15 metros.
"El palo tradicional es de 18 metros y los más chicos se usan para la práctica que es indispensable en el aprendizaje de los voladores", dijo.
HOMBRES PÁJARO
A sus 24 años Eduardo de León Juárez, ya es caporal, nombramiento que logró tras catorce años de educación y entrenamiento. "Para nosotros es indispensable este ritual que nos enseñaron los antepasados, los abuelos y que nosotros les enseñaremos a nuestros hijos y nietos", manifestó.
Uno de los motivos por los que los voladores de Papantla son llamados hombres "pájaro" es que los antepasados utilizaban únicamente tapa rabos y alas falsas para asemejar el vuelo de un ave al descender del "palo volador".
En este tipo de ritual Eduardo participa con mayor gusto porque remite a los inicios del pueblo Totonaco. En el mismo los participantes portan trajes elaborados con plumas de guajolote y tapa rabos, por lo que él simboliza un cardenal y los demás voladores águilas.