/ domingo 5 de diciembre de 2021

Relato: derribaron su avión, fue héroe y ... ve a quién le debía la vida

En este entrega Miguel Valera nos cuenta sobre cómo un soldado de guerra logró salvarse

Xalapa, Ver.-Me hubiera gustado conocer a Joseph Charles Plumb, Charlie. Nació en Gary, Indiana, en el condado de Lake, la ciudad del acero en Estados Unidos, tierra natal de la estrella del pop, Michael Jackson. Tuvo una infancia feliz y en 1965 alcanzó sus alas marinas “Navy Wings”, como Aviador Naval. Surcar los aires, proteger a la nación, era su pasión de vida.

Después de concluir su entrenamiento, el buen Charlie fue montado sobre el portaaviones USS Kitty Hawk (CV-63), ubicado en la base naval de Yokosuka, Japón. Aunque el buque de guerra fue jubilado el 12 de mayo de 2009, los oficiales norteamericanos aún recuerdan su majestuosidad y grandeza.

Desde ahí se volaba todo el sudeste asiático, el mar de China Oriental, el Mar de Filipinas, hasta el mar de la China Meridional, con todos los riesgos que eso significaba. Las aguas turquesas del mar de Vietnam eran impresionantes. Ver el atardecer desde las alturas, con la isla de Taiwán al fondo, era de lo mejor que le había pasado en la vida, contaba Charlie.

II

El 19 de mayo de 1967, en su 75ª misión de combate, su avión fue derribado sobre Vietnam del Norte. Plumb salió disparado de la aeronave y tal y como lo marca el protocolo, activó su paracaídas y cayó suavemente sobre las tierras enemigas. Fue capturado, torturado como prisionero de guerra y luego de 2 mil 103 días de cautiverio, fue liberado en la famosa Operación Regreso a Casa, el 18 de febrero de 1973.

Aunque escribió un libro que se llamó “I'm No Hero”, “No soy un héroe”, una anécdota de su vida se ha vuelto muy popular. Luego de su rescate, Charlie fue hospitalizado y fue condecorado por su servicio al país. Cuando recorría el país, con la presentación de su libro, un día un hombre se le acercó y le preguntó si el era el Charles Plumb que había sido derribado en Vietnam. Sorprendido, porque era justamente lo que andaba contando, el hombre lo miró a los ojos, directo y sonriente, le dijo: “Yo soy el hombre que empacaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien. Me da gusto. Felicidades por su libro y por su historia”.

Charlie se quedó sorprendido y reflexionó profundamente sobre el encuentro. —¿Qué redes misteriosas se movieron alrededor de mi para que yo me salvara? ¿Cómo logré salir vivo de Vietnam?, ¿Por qué los enemigos sólo me torturaron y no me quitaron la vida como a miles de norteamericanos? ¿Y este hombre, él fue reamente quien me salvó?, pensó.

III

Esa noche Charlie no durmió. En la oscuridad de su recamara, el veterano de guerra pensaba: —¿Quién es este hombre? Pasó por mi vida desapercibido. Soberbio, engreído, con el mundo a mis pies, con mi juventud a plenitud, jamás pensé en este hombre que en cada vuelo doblaba mi paracaídas, lo tenía listo, seguro, para salvarme la vida en caso de necesitarlo. Pensó en las horas que ese marinero pasaba enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

A partir de ese día, cuentan los cronistas, el veterano de guerra empezó sus conferencias de otra manera: “¿Quién empacó hoy tu paracaídas? Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros salgamos adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual. A veces, en los desafíos de la vida, perdemos de vista lo realmente importante y a las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se lo pidamos”.

Dejamos de saludar, de agradecer, de felicitar, de decir algo amable solo porque sí. Hoy, esta semana, este año y cada día, trate de darse cuenta quién empaca su paracaídas y agradézcaselo. Todos necesitamos de todos. Demuéstreles su agradecimiento con una llamada, una sonrisa, un gracias, un ‘te quiero’, o con un ‘cuenta conmigo para lo que consideres necesario’”, decía Charlie en sus conferencias que se han vuelto legendarias y han pasado a ser parte del imaginario colectivo.

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IV

Joseph Charles Plumb, Charlie, es un hombre de casi 80 años que vive en algún lugar de la Unión Americana. Su historia, como sobreviviente de la guerra de Vietnam es impresionante. “Estoy vivo gracias a usted. Los pilotos nunca nos preocupamos por saber quién nos prepara el paracaídas, y sin embargo es una función vital”, repite constantemente el veterano de guerra.

Y a usted, ¿quién le preparó su paracaídas este domingo?

Xalapa, Ver.-Me hubiera gustado conocer a Joseph Charles Plumb, Charlie. Nació en Gary, Indiana, en el condado de Lake, la ciudad del acero en Estados Unidos, tierra natal de la estrella del pop, Michael Jackson. Tuvo una infancia feliz y en 1965 alcanzó sus alas marinas “Navy Wings”, como Aviador Naval. Surcar los aires, proteger a la nación, era su pasión de vida.

Después de concluir su entrenamiento, el buen Charlie fue montado sobre el portaaviones USS Kitty Hawk (CV-63), ubicado en la base naval de Yokosuka, Japón. Aunque el buque de guerra fue jubilado el 12 de mayo de 2009, los oficiales norteamericanos aún recuerdan su majestuosidad y grandeza.

Desde ahí se volaba todo el sudeste asiático, el mar de China Oriental, el Mar de Filipinas, hasta el mar de la China Meridional, con todos los riesgos que eso significaba. Las aguas turquesas del mar de Vietnam eran impresionantes. Ver el atardecer desde las alturas, con la isla de Taiwán al fondo, era de lo mejor que le había pasado en la vida, contaba Charlie.

II

El 19 de mayo de 1967, en su 75ª misión de combate, su avión fue derribado sobre Vietnam del Norte. Plumb salió disparado de la aeronave y tal y como lo marca el protocolo, activó su paracaídas y cayó suavemente sobre las tierras enemigas. Fue capturado, torturado como prisionero de guerra y luego de 2 mil 103 días de cautiverio, fue liberado en la famosa Operación Regreso a Casa, el 18 de febrero de 1973.

Aunque escribió un libro que se llamó “I'm No Hero”, “No soy un héroe”, una anécdota de su vida se ha vuelto muy popular. Luego de su rescate, Charlie fue hospitalizado y fue condecorado por su servicio al país. Cuando recorría el país, con la presentación de su libro, un día un hombre se le acercó y le preguntó si el era el Charles Plumb que había sido derribado en Vietnam. Sorprendido, porque era justamente lo que andaba contando, el hombre lo miró a los ojos, directo y sonriente, le dijo: “Yo soy el hombre que empacaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien. Me da gusto. Felicidades por su libro y por su historia”.

Charlie se quedó sorprendido y reflexionó profundamente sobre el encuentro. —¿Qué redes misteriosas se movieron alrededor de mi para que yo me salvara? ¿Cómo logré salir vivo de Vietnam?, ¿Por qué los enemigos sólo me torturaron y no me quitaron la vida como a miles de norteamericanos? ¿Y este hombre, él fue reamente quien me salvó?, pensó.

III

Esa noche Charlie no durmió. En la oscuridad de su recamara, el veterano de guerra pensaba: —¿Quién es este hombre? Pasó por mi vida desapercibido. Soberbio, engreído, con el mundo a mis pies, con mi juventud a plenitud, jamás pensé en este hombre que en cada vuelo doblaba mi paracaídas, lo tenía listo, seguro, para salvarme la vida en caso de necesitarlo. Pensó en las horas que ese marinero pasaba enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

A partir de ese día, cuentan los cronistas, el veterano de guerra empezó sus conferencias de otra manera: “¿Quién empacó hoy tu paracaídas? Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros salgamos adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual. A veces, en los desafíos de la vida, perdemos de vista lo realmente importante y a las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se lo pidamos”.

Dejamos de saludar, de agradecer, de felicitar, de decir algo amable solo porque sí. Hoy, esta semana, este año y cada día, trate de darse cuenta quién empaca su paracaídas y agradézcaselo. Todos necesitamos de todos. Demuéstreles su agradecimiento con una llamada, una sonrisa, un gracias, un ‘te quiero’, o con un ‘cuenta conmigo para lo que consideres necesario’”, decía Charlie en sus conferencias que se han vuelto legendarias y han pasado a ser parte del imaginario colectivo.

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IV

Joseph Charles Plumb, Charlie, es un hombre de casi 80 años que vive en algún lugar de la Unión Americana. Su historia, como sobreviviente de la guerra de Vietnam es impresionante. “Estoy vivo gracias a usted. Los pilotos nunca nos preocupamos por saber quién nos prepara el paracaídas, y sin embargo es una función vital”, repite constantemente el veterano de guerra.

Y a usted, ¿quién le preparó su paracaídas este domingo?

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