/ sábado 9 de junio de 2018

Valentina baila y mira con el corazón

Su ceguera total no le impide asistir a clases de música y piano

I

Con las primeras notas de “La bruja”, Valentina endereza la postura y sostiene con ambas manitas una falda imaginaria. Su andar es inseguro, pero en segundos recompone, levanta la cara y se concentra en atender las indicaciones de Víctor, su maestro de baile, mientras sostiene en su cabeza un vaso de vidrio vacío.

"¿Cuántos pasos son?", pregunta para recordar la coreografía que ha bailado ya dos veces ante público. "Son 8, Valentina; ¿ya no te acuerdas?”. “Sí, sí, sólo quería estar segurísima".

A la niña de 8 años le encanta “La bruja”. Fue esta canción la que hizo que Vale se interesara en el son y por la que le pidió aprender danza folklórica. De inmediato su mamá se dio a la tarea de encontrar una escuela de danza en la que pudieran enseñarle a bailar a Valentina, quien padece retinopatía del prematuro en grado 5 y es completamente ciega. Tras varios intentos encontró la Escuela Superior de Artes de Veracruz (ESAV), adonde asiste la menor desde hace tres meses.

II

Entrevistada en un salón de danza vacío antes de comenzar su ensayo, Valentina Vázquez Martínez cuenta que lo que más le interesó de la danza fue el sonido del zapateo y la música que se baila, después a través de su mamá conoció el vestuario que utilizan las jarochas y la forma en la que se peinan para subir a un escenario. Fue ahí cuando supo que ella quería bailar también y recibir aplausos. "Yo le dije a mi mamá que quería bailar y buscamos otras escuelas, pero al final llegamos aquí. Tuve una clase muestra con mi maestro Víctor que me enseñó 'el balón' y luego 'el brinco', que son los pasos iniciales y como me gustó pues me quedé", explicó.

Valeria asiste a clases individuales con el profesor Víctor Miguel Hernández Aburto, quien por medio de una técnica denominada OCA le enseña los pasos por separado y después la menor se integra a un grupo regular en donde aprende no sólo danza folklórica, sino también danzón. El profesor aseguró que aunque en un principio tuvo miedo de que Valentina no pudiera aprender la danza al mismo nivel que sus compañeros, tras un par de clases se dio cuenta de que la niña desarrollaba su propia forma de aprendizaje y no era necesario el apoyo visual que sí utiliza con los demás alumnos.

"Valentina maneja muy bien con la terminología y lo que hacemos son sesiones individuales y después sesiones grupales. Ella tiene desarrollado muy bien el resto de sus sentidos y sabe adónde está el público y adónde sus compañeras, y ellas lo que hacen es cuidarla para que tenga la referencia espacial del escenario en el que está", indicó.

La menor platica que su discapacidad no le impide bailar en el escenario junto a sus demás compañeras, quienes le ayudan con algunas indicaciones para que ella ubique el espacio en el que se encuentra y pueda bailar como todas. "Ya logramos montar la coreografía completa de ‘La bruja’, con todo y vaso", asegura orgullosa. Ya tuve dos presentaciones, una en marzo en el teatro JJ Herrera y otra en abril en el parque Juárez (...) Mis compañeras me ayudan mucho y me facilitan la coreografía. Yo me guió con la música, con los nombres de los pasos y sabiendo cuántos son", detalló.

La falta de visión no la limita. Valentina platica orgullosa que además de la danza desde hace varios años asiste a clases de música y toca el piano, por lo que de grande tiene planeado estudiar dos carreras: la licenciatura en Danza y la licenciatura en Música. "Quiero seguir en las dos y estudiar las dos porque folklore puedo estudiarlo sólo los sábados y música de lunes a viernes. Nada más dos carreras voy a estudiar porque tres son demasiado y tendría que hacer tres tareas".

III

Victoria Martínez Méndez, mamá de Valentina, destacó que aunque es un proceso lento, poco a poco la población se está educando en la inclusión y es más fácil encontrar a maestros dispuestos a asumir el reto que implica enseñar a una niña ciega. En el caso de la danza, dijo, hubo algunas escuelas que reconocieron no estar preparadas para apoyar a Vale, pero al final encontró un espacio en el que está completamente integrada.

"La danza le ha beneficiado mucho porque Vale no tiene una coordinación ni una postura correcta y aquí ha aprendido a tener su cabeza firme, arriba, además de que está más integrada y más segura", señaló.

Martínez Méndez dio a conocer que en la educación formal ha pasado un fenómeno similar, ya que aunque tuvieron que visitar varios espacios, Valentina ha estudiado en escuelas regulares y aprende a la par de los niños de su edad.

I

Con las primeras notas de “La bruja”, Valentina endereza la postura y sostiene con ambas manitas una falda imaginaria. Su andar es inseguro, pero en segundos recompone, levanta la cara y se concentra en atender las indicaciones de Víctor, su maestro de baile, mientras sostiene en su cabeza un vaso de vidrio vacío.

"¿Cuántos pasos son?", pregunta para recordar la coreografía que ha bailado ya dos veces ante público. "Son 8, Valentina; ¿ya no te acuerdas?”. “Sí, sí, sólo quería estar segurísima".

A la niña de 8 años le encanta “La bruja”. Fue esta canción la que hizo que Vale se interesara en el son y por la que le pidió aprender danza folklórica. De inmediato su mamá se dio a la tarea de encontrar una escuela de danza en la que pudieran enseñarle a bailar a Valentina, quien padece retinopatía del prematuro en grado 5 y es completamente ciega. Tras varios intentos encontró la Escuela Superior de Artes de Veracruz (ESAV), adonde asiste la menor desde hace tres meses.

II

Entrevistada en un salón de danza vacío antes de comenzar su ensayo, Valentina Vázquez Martínez cuenta que lo que más le interesó de la danza fue el sonido del zapateo y la música que se baila, después a través de su mamá conoció el vestuario que utilizan las jarochas y la forma en la que se peinan para subir a un escenario. Fue ahí cuando supo que ella quería bailar también y recibir aplausos. "Yo le dije a mi mamá que quería bailar y buscamos otras escuelas, pero al final llegamos aquí. Tuve una clase muestra con mi maestro Víctor que me enseñó 'el balón' y luego 'el brinco', que son los pasos iniciales y como me gustó pues me quedé", explicó.

Valeria asiste a clases individuales con el profesor Víctor Miguel Hernández Aburto, quien por medio de una técnica denominada OCA le enseña los pasos por separado y después la menor se integra a un grupo regular en donde aprende no sólo danza folklórica, sino también danzón. El profesor aseguró que aunque en un principio tuvo miedo de que Valentina no pudiera aprender la danza al mismo nivel que sus compañeros, tras un par de clases se dio cuenta de que la niña desarrollaba su propia forma de aprendizaje y no era necesario el apoyo visual que sí utiliza con los demás alumnos.

"Valentina maneja muy bien con la terminología y lo que hacemos son sesiones individuales y después sesiones grupales. Ella tiene desarrollado muy bien el resto de sus sentidos y sabe adónde está el público y adónde sus compañeras, y ellas lo que hacen es cuidarla para que tenga la referencia espacial del escenario en el que está", indicó.

La menor platica que su discapacidad no le impide bailar en el escenario junto a sus demás compañeras, quienes le ayudan con algunas indicaciones para que ella ubique el espacio en el que se encuentra y pueda bailar como todas. "Ya logramos montar la coreografía completa de ‘La bruja’, con todo y vaso", asegura orgullosa. Ya tuve dos presentaciones, una en marzo en el teatro JJ Herrera y otra en abril en el parque Juárez (...) Mis compañeras me ayudan mucho y me facilitan la coreografía. Yo me guió con la música, con los nombres de los pasos y sabiendo cuántos son", detalló.

La falta de visión no la limita. Valentina platica orgullosa que además de la danza desde hace varios años asiste a clases de música y toca el piano, por lo que de grande tiene planeado estudiar dos carreras: la licenciatura en Danza y la licenciatura en Música. "Quiero seguir en las dos y estudiar las dos porque folklore puedo estudiarlo sólo los sábados y música de lunes a viernes. Nada más dos carreras voy a estudiar porque tres son demasiado y tendría que hacer tres tareas".

III

Victoria Martínez Méndez, mamá de Valentina, destacó que aunque es un proceso lento, poco a poco la población se está educando en la inclusión y es más fácil encontrar a maestros dispuestos a asumir el reto que implica enseñar a una niña ciega. En el caso de la danza, dijo, hubo algunas escuelas que reconocieron no estar preparadas para apoyar a Vale, pero al final encontró un espacio en el que está completamente integrada.

"La danza le ha beneficiado mucho porque Vale no tiene una coordinación ni una postura correcta y aquí ha aprendido a tener su cabeza firme, arriba, además de que está más integrada y más segura", señaló.

Martínez Méndez dio a conocer que en la educación formal ha pasado un fenómeno similar, ya que aunque tuvieron que visitar varios espacios, Valentina ha estudiado en escuelas regulares y aprende a la par de los niños de su edad.

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