/ miércoles 5 de junio de 2024

La civilidad ciudadana

La civilidad de una sociedad se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que deben regir las relaciones entre los miembros de una comunidad para conservar el respeto y la paz entre ellos. Puede definirse como el conjunto de valores, actitudes y conductas que permiten una convivencia armónica y cortés entre los miembros de una sociedad, basada en el respeto mutuo, la tolerancia, la responsabilidad, la cultura de la paz, el compromiso con el bien común y el reconocimiento de que la violencia no es un camino recomendable para dirimir los conflictos y las diferencias.

Ser un ciudadano significa cumplir con las normas y las leyes, reconocer las diferencias entre las personas, respetar los derechos de los demás, ser tolerantes con los que piensan diferente, expresar sus opiniones sin agresiones, ser amables con los demás, ser responsables y conscientes de que todos tenemos deberes y obligaciones para participar pacíficamente en la vida comunitaria. Habría que felicitar a la sociedad mexicana por su copiosa participación pacífica en la reciente jornada electoral.

La civilidad se considera una precondición para el desarrollo democrático, de igual manera que la consolidación del voto popular se considera el dispositivo básico para dotar de legitimidad a los gobernantes, dejando de lado los modelos totalitarios que escapan a las reglas de la democracia, a la voluntad popular y al acatamiento de las leyes que emanan de la Constitución Política y demás leyes secundarias, igualmente importantes por ser el desglose de los preceptos constitucionales.

La civilidad nos permite una mayor cohesión social como Estado-nación, menos violencia y conflictos, mayor participación cívica, mejor calidad de vida. Esto es lo que se necesita para enfrentar la polarización que se vive en el país que, aunque siempre ha existido, no había llegado a los niveles de ahora. El clima de violencia que existe en la casa, en la calle, casi en cualquier lugar, nos hace olvidar los buenos modales y perder la sensibilidad ante los hechos de sangre.

Acostumbrarnos a una vida de violencia permanente no es la forma preferible para obtener una mejor calidad de vida. De esto no hay duda. La civilidad ciudadana es una responsabilidad que todos compartimos. Y en estas elecciones el mexicano demostró que prefiere la paz yendo a depositar su voto de manera pacífica. La libertad de conciencia, la libertad de sufragio, la libertad de asociación, la igualdad ante la ley son derechos fundamentales que se deben defender y cultivar, porque es lo que puede hacer grande a nuestro país.

La identidad y el sentido de pertenencia a nuestras comunidades no se pueden perder. Ambos son las llamas que mantienen iluminado nuestro sentido cívico y patrio. El diálogo y la búsqueda del bien común son virtudes propias del ciudadano consciente que desea participar. Se tienen que empoderar a las personas y las comunidades para expresar libremente sus necesidades, para que sean escuchadas y sean valoradas las posibilidades de atención.

La construcción de una ciudadanía activa y responsable implica conocer y defender los derechos humanos, civiles, sociales y políticos. El derecho al voto libre y razonado de los ciudadanos tiene una gran importancia para un proyecto de nación que quiere la mayoría. El acatamiento al voto por parte del gobierno igualmente lo es. Cuando nada empañe los procesos electorales y no haya duda sobre el respeto al voto, hasta ese día, México será verdaderamente una gran nación.

gnietoa@hotmail.com

La civilidad de una sociedad se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que deben regir las relaciones entre los miembros de una comunidad para conservar el respeto y la paz entre ellos. Puede definirse como el conjunto de valores, actitudes y conductas que permiten una convivencia armónica y cortés entre los miembros de una sociedad, basada en el respeto mutuo, la tolerancia, la responsabilidad, la cultura de la paz, el compromiso con el bien común y el reconocimiento de que la violencia no es un camino recomendable para dirimir los conflictos y las diferencias.

Ser un ciudadano significa cumplir con las normas y las leyes, reconocer las diferencias entre las personas, respetar los derechos de los demás, ser tolerantes con los que piensan diferente, expresar sus opiniones sin agresiones, ser amables con los demás, ser responsables y conscientes de que todos tenemos deberes y obligaciones para participar pacíficamente en la vida comunitaria. Habría que felicitar a la sociedad mexicana por su copiosa participación pacífica en la reciente jornada electoral.

La civilidad se considera una precondición para el desarrollo democrático, de igual manera que la consolidación del voto popular se considera el dispositivo básico para dotar de legitimidad a los gobernantes, dejando de lado los modelos totalitarios que escapan a las reglas de la democracia, a la voluntad popular y al acatamiento de las leyes que emanan de la Constitución Política y demás leyes secundarias, igualmente importantes por ser el desglose de los preceptos constitucionales.

La civilidad nos permite una mayor cohesión social como Estado-nación, menos violencia y conflictos, mayor participación cívica, mejor calidad de vida. Esto es lo que se necesita para enfrentar la polarización que se vive en el país que, aunque siempre ha existido, no había llegado a los niveles de ahora. El clima de violencia que existe en la casa, en la calle, casi en cualquier lugar, nos hace olvidar los buenos modales y perder la sensibilidad ante los hechos de sangre.

Acostumbrarnos a una vida de violencia permanente no es la forma preferible para obtener una mejor calidad de vida. De esto no hay duda. La civilidad ciudadana es una responsabilidad que todos compartimos. Y en estas elecciones el mexicano demostró que prefiere la paz yendo a depositar su voto de manera pacífica. La libertad de conciencia, la libertad de sufragio, la libertad de asociación, la igualdad ante la ley son derechos fundamentales que se deben defender y cultivar, porque es lo que puede hacer grande a nuestro país.

La identidad y el sentido de pertenencia a nuestras comunidades no se pueden perder. Ambos son las llamas que mantienen iluminado nuestro sentido cívico y patrio. El diálogo y la búsqueda del bien común son virtudes propias del ciudadano consciente que desea participar. Se tienen que empoderar a las personas y las comunidades para expresar libremente sus necesidades, para que sean escuchadas y sean valoradas las posibilidades de atención.

La construcción de una ciudadanía activa y responsable implica conocer y defender los derechos humanos, civiles, sociales y políticos. El derecho al voto libre y razonado de los ciudadanos tiene una gran importancia para un proyecto de nación que quiere la mayoría. El acatamiento al voto por parte del gobierno igualmente lo es. Cuando nada empañe los procesos electorales y no haya duda sobre el respeto al voto, hasta ese día, México será verdaderamente una gran nación.

gnietoa@hotmail.com