/ martes 2 de noviembre de 2021

La mañanera

Es muy probable que en la propia década de los 70, cuando inició en forma política la carrera de Andrés Manuel López Obrador, haya comenzado él a sentir, vivir y padecer cada una de las acciones, gestos, tretas y estrategias claras de resistencia de un régimen de gobierno, que incluso ya en esas fechas comenzaba a dar señales de caducidad.

No es su salida del partido en el gobierno solo un movimiento a veces natural de la política, era la necesidad de establecer en aquel entonces las bases de nuestras estructuras políticas, pero al mismo tiempo, hay quien piense y trabaje para hacer absolutamente lo opuesto. Conservar el estado de las cosas es algo que siempre le resulta a una minoría, un necesario comportamiento, hay que cambiar las cosas para que todo siga igual, decía alguien. “Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”.

Vamos al punto: Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia y tal vez en menor medida Uruguay, por el extraordinario y excepcional de Pepe Mujica, todos ellos casos de regímenes de izquierda que impulsaron una forma y agenda de gobierno progresista y reformadora, sucumben quedando en algunos casos como anécdotas políticas o en otros más profundos como extremos casos de un sistema absolutamente ineficaz, pero la constante en ambos escenarios es la ausencia de verdad, y una serie de elementos que llevan al ciudadano, sea por el ámbito legal o electoral, a aceptar que el régimen no fue eficiente y por ello se cambia con la legalidad de la justicia o de elección popular. ¿Qué similitud o constante encontramos en el desmoronamiento de las intentonas en América Latina de lo que algunos identificamos como la social democracia, como una forma de gobierno exitosa y justa? Encontramos medios de comunicación absolutamente volcados en contra del líder principal del movimiento o partido, encontramos causas sociales que son en su mayoría justas dolencias encausadas precisamente en contra de quien ha luchado a su favor, argucias legales perfectamente orquestadas para lesionar la figura de quien o quienes encabezan un movimiento regenerador, aparatos gubernamentales que lejos de sanos contrapesos, son instrumentos “lícitos” que simulan su necesidad, proceder e incluso existencia, encontramos por supuesto una intención financiera, política y absoluta de quien se siente gobernador del planeta y pretende establecer un orden en detrimento de la mayoría de los habitantes de una sociedad.

Es probable que en nuestro país cada elemento se esté dando o incluso algunos ya hayan sido agotados, pero aun así el movimiento sigue, y sigue muy bien, efecto de ello es el 65% de aprobación del Ejecutivo federal, según el Financial Times, periódico británico con tendencia a la defensa de los libres mercados y siempre favoreciendo los temas globales, ¿curioso, no? ¿Qué pasa entonces aquí en México? La Resistencia le llamó en algún momento Proceso a la figura de Andrés Manuel. Le gusta, amigo lector, que tenga 4 o 5 décadas siendo objeto de cada uno de los dardos creados, inventados y adaptados por sus adversarios para debilitarlo, pasando por el desafuero, los videoescándalos, su falta de respeto por las instituciones y más recientemente su aparente indiferencia por temas ciudadanos.

Todo lo han intentado, pero todo ha tenido el mismo efecto, cada acción contraria a su movimiento le ha resultado una auténtica vacuna al mandatario, es decir, lejos de debilitarle, los efectos son inversamente proporcionales a la maldad de sus adversarios. Después de décadas de luchas, el manejo de su expresión, formas y política, deviene no solo de las convicciones, sino de la lucha auténtica por el cambio verdadero. Permítanme detenerme, una de las tentaciones más recurrentes que enfrenta cualquier persona, es sentirse dueño de la verdad absoluta y es una circunstancia humana, el querer tener la razón, y es tal vez aquí donde encontramos una variante delineada a través de años de lucha en favor del líder del movimiento. W. Churchill lo definía así: La verdad es incontestable. Puede atacarla la malicia, la ignorancia, pueden burlarse de ella, pero al final ella estará ahí, solo pueden estar al final de ella los que resisten, resistir es estar al final del camino donde invariablemente estará la verdad, pero ella necesita un camino siempre, no por nada el libro santo dice: “Yo soy el camino de la verdad y la vida”, ambos casos la verdad y la vida necesitan un camino, en términos políticos. La mañanera resulta ese camino imaginario que requiere la verdad, los poderes fácticos son eficaces en función de que se les deje avanzar sin desmentir, sin evidenciar su verdadera intención, que es conservar la riqueza solo para unos pocos, y la distribución justa de los recursos representa el fin de un régimen neoliberal, cimentado en el capitalismo que tiene prácticamente como valor agregado la corrupción natural que conlleva el dinero como fin y no como bienestar.

Esas son las variantes que hoy hacen a México una democracia resistente a los embates de quien, desde fuera, pretende controlar todo, la cabeza de este movimiento está fija y vacunada contra lo que algunos identifican desde hace años como el lawfare, un gigantesco mecanismo destructor de democracias completas, auténticos estadistas, hoy choca en México contra un liderazgo y contra una ciudadanía especial, que entiende a la perfección que la justicia de los ricos no es la justicia de todos.

Un cura revoltoso de escaso cabello y nariz aguileña, que vivió por 1810, comenzó dentro de su insurgencia a realizar un gesto por donde quiera que pasaba, ordenaba que se abrieran las puertas de las cárceles y les decía cosas como: “hijos míos, estáis libres”, “su justicia no es nuestra justicia”, esas leyes solo castigaban al pobre, hoy la prisión no es física, es más bien de pensamiento, pero todas las mañanas alguien se levanta testarudo y necio a defender la verdad, y al mismo tiempo robustece la memoria y ayuda a la justicia, las tres son hermanas y cada mañana se levantan con él y están junto con millones construyendo un México nuevo, justo, que es ejemplo de lucha mundial.

Y no se equivoquen los que piensan que se trata solo del respaldo a un hombre, él ya trascendió a sus ideas, él se ha vuelto la causa, pero la causa misma existe y se mueve y requiere de cuidados por todos lados, trascendencia que tiene desarmados a sus adversarios, sin encontrarle modo ni forma, ni siquiera discurso que le dé competencia, y es que, ante la verdad, solo queda la resistencia de esperarla y defenderla por siempre.

*Diputado federal. Morena

Es muy probable que en la propia década de los 70, cuando inició en forma política la carrera de Andrés Manuel López Obrador, haya comenzado él a sentir, vivir y padecer cada una de las acciones, gestos, tretas y estrategias claras de resistencia de un régimen de gobierno, que incluso ya en esas fechas comenzaba a dar señales de caducidad.

No es su salida del partido en el gobierno solo un movimiento a veces natural de la política, era la necesidad de establecer en aquel entonces las bases de nuestras estructuras políticas, pero al mismo tiempo, hay quien piense y trabaje para hacer absolutamente lo opuesto. Conservar el estado de las cosas es algo que siempre le resulta a una minoría, un necesario comportamiento, hay que cambiar las cosas para que todo siga igual, decía alguien. “Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”.

Vamos al punto: Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia y tal vez en menor medida Uruguay, por el extraordinario y excepcional de Pepe Mujica, todos ellos casos de regímenes de izquierda que impulsaron una forma y agenda de gobierno progresista y reformadora, sucumben quedando en algunos casos como anécdotas políticas o en otros más profundos como extremos casos de un sistema absolutamente ineficaz, pero la constante en ambos escenarios es la ausencia de verdad, y una serie de elementos que llevan al ciudadano, sea por el ámbito legal o electoral, a aceptar que el régimen no fue eficiente y por ello se cambia con la legalidad de la justicia o de elección popular. ¿Qué similitud o constante encontramos en el desmoronamiento de las intentonas en América Latina de lo que algunos identificamos como la social democracia, como una forma de gobierno exitosa y justa? Encontramos medios de comunicación absolutamente volcados en contra del líder principal del movimiento o partido, encontramos causas sociales que son en su mayoría justas dolencias encausadas precisamente en contra de quien ha luchado a su favor, argucias legales perfectamente orquestadas para lesionar la figura de quien o quienes encabezan un movimiento regenerador, aparatos gubernamentales que lejos de sanos contrapesos, son instrumentos “lícitos” que simulan su necesidad, proceder e incluso existencia, encontramos por supuesto una intención financiera, política y absoluta de quien se siente gobernador del planeta y pretende establecer un orden en detrimento de la mayoría de los habitantes de una sociedad.

Es probable que en nuestro país cada elemento se esté dando o incluso algunos ya hayan sido agotados, pero aun así el movimiento sigue, y sigue muy bien, efecto de ello es el 65% de aprobación del Ejecutivo federal, según el Financial Times, periódico británico con tendencia a la defensa de los libres mercados y siempre favoreciendo los temas globales, ¿curioso, no? ¿Qué pasa entonces aquí en México? La Resistencia le llamó en algún momento Proceso a la figura de Andrés Manuel. Le gusta, amigo lector, que tenga 4 o 5 décadas siendo objeto de cada uno de los dardos creados, inventados y adaptados por sus adversarios para debilitarlo, pasando por el desafuero, los videoescándalos, su falta de respeto por las instituciones y más recientemente su aparente indiferencia por temas ciudadanos.

Todo lo han intentado, pero todo ha tenido el mismo efecto, cada acción contraria a su movimiento le ha resultado una auténtica vacuna al mandatario, es decir, lejos de debilitarle, los efectos son inversamente proporcionales a la maldad de sus adversarios. Después de décadas de luchas, el manejo de su expresión, formas y política, deviene no solo de las convicciones, sino de la lucha auténtica por el cambio verdadero. Permítanme detenerme, una de las tentaciones más recurrentes que enfrenta cualquier persona, es sentirse dueño de la verdad absoluta y es una circunstancia humana, el querer tener la razón, y es tal vez aquí donde encontramos una variante delineada a través de años de lucha en favor del líder del movimiento. W. Churchill lo definía así: La verdad es incontestable. Puede atacarla la malicia, la ignorancia, pueden burlarse de ella, pero al final ella estará ahí, solo pueden estar al final de ella los que resisten, resistir es estar al final del camino donde invariablemente estará la verdad, pero ella necesita un camino siempre, no por nada el libro santo dice: “Yo soy el camino de la verdad y la vida”, ambos casos la verdad y la vida necesitan un camino, en términos políticos. La mañanera resulta ese camino imaginario que requiere la verdad, los poderes fácticos son eficaces en función de que se les deje avanzar sin desmentir, sin evidenciar su verdadera intención, que es conservar la riqueza solo para unos pocos, y la distribución justa de los recursos representa el fin de un régimen neoliberal, cimentado en el capitalismo que tiene prácticamente como valor agregado la corrupción natural que conlleva el dinero como fin y no como bienestar.

Esas son las variantes que hoy hacen a México una democracia resistente a los embates de quien, desde fuera, pretende controlar todo, la cabeza de este movimiento está fija y vacunada contra lo que algunos identifican desde hace años como el lawfare, un gigantesco mecanismo destructor de democracias completas, auténticos estadistas, hoy choca en México contra un liderazgo y contra una ciudadanía especial, que entiende a la perfección que la justicia de los ricos no es la justicia de todos.

Un cura revoltoso de escaso cabello y nariz aguileña, que vivió por 1810, comenzó dentro de su insurgencia a realizar un gesto por donde quiera que pasaba, ordenaba que se abrieran las puertas de las cárceles y les decía cosas como: “hijos míos, estáis libres”, “su justicia no es nuestra justicia”, esas leyes solo castigaban al pobre, hoy la prisión no es física, es más bien de pensamiento, pero todas las mañanas alguien se levanta testarudo y necio a defender la verdad, y al mismo tiempo robustece la memoria y ayuda a la justicia, las tres son hermanas y cada mañana se levantan con él y están junto con millones construyendo un México nuevo, justo, que es ejemplo de lucha mundial.

Y no se equivoquen los que piensan que se trata solo del respaldo a un hombre, él ya trascendió a sus ideas, él se ha vuelto la causa, pero la causa misma existe y se mueve y requiere de cuidados por todos lados, trascendencia que tiene desarmados a sus adversarios, sin encontrarle modo ni forma, ni siquiera discurso que le dé competencia, y es que, ante la verdad, solo queda la resistencia de esperarla y defenderla por siempre.

*Diputado federal. Morena