/ jueves 4 de junio de 2020

Veracruz y el regreso a la pobreza extrema

El Banco Mundial (BM) ha advertido que esta pandemia de Covid-19 dejará 60 millones de pobres en todo el mundo. Hace unos días veía con atención una charla que daba Luis Felipe López Calva, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y secretario general adjunto de las Naciones Unidas.

El experto en estos temas advertía que, para no variar, los más afectados serán quienes habitan en los países de bajos ingresos y menos desarrollados, en las regiones con grandes niveles de informalidad y poca capacidad de reacción: ahí está África subsahariana, pero también América Latina.

Así, decía, en América Latina, si se toman las líneas nacionales de pobreza, se prevé que cerca de 30 millones de personas vuelvan a caer en la pobreza después de un período de reducción de la pobreza durante 15 años y muchos de ellos regresarán a la dolorosa pobreza extrema, un ingreso de apenas 1.9 dólares diarios en promedio por persona o 43.50 pesos.

Aquí es donde entra nuestro Veracruz, entidad que, pese a los esfuerzos, aún tiene un importante número de pobres entre su población. A pesar de nuestra riqueza natural, más de la mitad de los ocho millones de habitantes tiene severos problemas para comer tres veces al día y la mayoría carece de servicios de salud, educación y viviendas dignas. Esto se va a agudizar.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en un lapso de 10 años (2008-2018) el porcentaje de pobres en todo el país se redujo de 44.4 a 41.9% (con una media anual de 0.24 puntos) y la pobreza extrema disminuyó de 12.3 a 9.3 millones (del 11 al 7.4%). Si bien no hay aún una medición más actualizada, sí nos da un parámetro del impacto que tendrá el Covid-19.

Cuando fui delegada federal de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) me tocó trabajar para cerrar las brechas de la desigualdad en la entidad. Uno de esos logros fue precisamente reducir la pobreza extrema. A través de los comedores comunitarios, garantizamos el alimento a quienes más lo necesitaban: dignificamos la manera de vivir de miles de veracruzanos. No fue solo revertir números, sino cambiar vidas.

Desde la Cámara de Diputados he pugnado para fortalecer la operación de los programas sociales, para enriquecer el andamiaje jurídico-institucional en la asignación de recursos, así como su evaluación, transparencia y rendición de cuentas. Ante este momento que vivimos por el coronavirus, esto se torna una prioridad en la que debemos sumar esfuerzos, porque no hay tiempo que perder; son millones de familias las que dependen de esto.

Si todos hacemos las cosas bien, podremos juntos cambiar la vida de millones de familias que hoy más que nunca demandan programas sociales. Vienen tiempos aún mucho más complejos en lo económico. Tenemos que prepararnos; no debemos ni podemos dejar a nadie atrás.

Diputada federal del PRI

@AniluIngram

El Banco Mundial (BM) ha advertido que esta pandemia de Covid-19 dejará 60 millones de pobres en todo el mundo. Hace unos días veía con atención una charla que daba Luis Felipe López Calva, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y secretario general adjunto de las Naciones Unidas.

El experto en estos temas advertía que, para no variar, los más afectados serán quienes habitan en los países de bajos ingresos y menos desarrollados, en las regiones con grandes niveles de informalidad y poca capacidad de reacción: ahí está África subsahariana, pero también América Latina.

Así, decía, en América Latina, si se toman las líneas nacionales de pobreza, se prevé que cerca de 30 millones de personas vuelvan a caer en la pobreza después de un período de reducción de la pobreza durante 15 años y muchos de ellos regresarán a la dolorosa pobreza extrema, un ingreso de apenas 1.9 dólares diarios en promedio por persona o 43.50 pesos.

Aquí es donde entra nuestro Veracruz, entidad que, pese a los esfuerzos, aún tiene un importante número de pobres entre su población. A pesar de nuestra riqueza natural, más de la mitad de los ocho millones de habitantes tiene severos problemas para comer tres veces al día y la mayoría carece de servicios de salud, educación y viviendas dignas. Esto se va a agudizar.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en un lapso de 10 años (2008-2018) el porcentaje de pobres en todo el país se redujo de 44.4 a 41.9% (con una media anual de 0.24 puntos) y la pobreza extrema disminuyó de 12.3 a 9.3 millones (del 11 al 7.4%). Si bien no hay aún una medición más actualizada, sí nos da un parámetro del impacto que tendrá el Covid-19.

Cuando fui delegada federal de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) me tocó trabajar para cerrar las brechas de la desigualdad en la entidad. Uno de esos logros fue precisamente reducir la pobreza extrema. A través de los comedores comunitarios, garantizamos el alimento a quienes más lo necesitaban: dignificamos la manera de vivir de miles de veracruzanos. No fue solo revertir números, sino cambiar vidas.

Desde la Cámara de Diputados he pugnado para fortalecer la operación de los programas sociales, para enriquecer el andamiaje jurídico-institucional en la asignación de recursos, así como su evaluación, transparencia y rendición de cuentas. Ante este momento que vivimos por el coronavirus, esto se torna una prioridad en la que debemos sumar esfuerzos, porque no hay tiempo que perder; son millones de familias las que dependen de esto.

Si todos hacemos las cosas bien, podremos juntos cambiar la vida de millones de familias que hoy más que nunca demandan programas sociales. Vienen tiempos aún mucho más complejos en lo económico. Tenemos que prepararnos; no debemos ni podemos dejar a nadie atrás.

Diputada federal del PRI

@AniluIngram

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