Bergman

Por Juan José González Mejía*

  · jueves 22 de febrero de 2018

Sin embargo, si se analizan los alcances artísticos y estéticos de su propuesta, no es arriesgado decir que Bergman estuvo en la misma línea limítrofe que otros cineastas mayores (Buñuel, Antonioni, Fellini, Tarkovsky): filmar la misma película.

En su famosa Carta a un joven poeta, Ernesto Sabato aducía a su interlocutor epistolar que escribiera sobre sus obsesiones. Si tazáramos el cine de Bergman se vislumbra, indudablemente, temas obsesivos del gran sueco.

Es curioso que cuando uno ve un filme de acción, de guerra, de terror donde hay muertos, destazados, zombies, extraterrestres, aliens o enviados de Hacienda, como que el miedo se sujeta a la ficción manipulada por los efectos visuales; pero cuando vemos una cinta como El séptimo sello/ 1957, donde el tema es la muerte o la inexistencia de Dios, advertimos que desde la ficción puede hacerse una honda reflexión.

En El séptimo sello, un caballero medieval/ Max Von Sydow regresa de las cruzadas y se encuentra con su terruño invadido por la peste y con la muerte/ Beng Ekerot aguardándolo.

El juego de ajedrez que inicia el caballero y la muerte guarda una poderosa metáfora que trasciende al cine mismo y la ubica en los terrenos de la filosofía. Si la muerte gana, el caballero queda vivo; de lo contrario, muere.

Las imágenes en blanco y negro de El séptimo sello le otorgan al filme una plasticidad única, bella. Bergman argumentó en su tiempo que la historia de esta película surgió contemplando los motivos de pinturas medievales: los juglares, la peste, los flagelantes, la muerte que juega al ajedrez, las hogueras para quemar a las brujas y las Cruzadas. Esta película no pretende ser una imagen realista de Suecia en la Edad Media. Es un intento de poesía moderna, que traduce las experiencias vitales de un hombre moderno en una forma que trata muy libremente los hechos medievales. En el Medioevo los hombres vivían en el temor de la peste. Hoy viven en el temor de la bomba atómica. El séptimo sello es una alegoría con un tema muy sencillo: el hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única certeza.

Si se habla de poesía tendríamos que acudir a las palabras de Octavio Paz en su texto imprescindible, El arco y la lira, donde apunta el Nobel de Literatura mexicano: "La poesía es conocimiento, salvación, poder y abandono".

Y eso es, precisamente, lo que destila la filmografía de Ingmar Bergman: conocimiento, poder visual e introspectivo, abandono a los demonios del hombre.

A cincuenta años de su realización, El séptimo sello (como toda la obra de Bergman) espera una nueva revisión y, sobre todo, comprensión...

*Colaborador


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