Palabra impresa/ A la luna fue el conejo

Un conejo que se miró en un espejo, era un conejo coqueto y se quedó por más tiempo contemplándose

José Cruz Domínguez Osorio

  · lunes 21 de mayo de 2018

De cómo subió el conejo a la luna y dejó el valle, el monte y las hierbas se ocupó Emilio Ángel Lomé al escribir un relato corto del pequeño y mítico animal, de esa imagen que vemos cada vez que hay luna llena.

El conejo en la Luna, escrito por Emilio Ángel Lomé e ilustrado por Daniela Martagón y publicado en México por Océano travesía, cuenta la historia de un conejo que se miró en un espejo, era un conejo coqueto y se quedó por más tiempo contemplándose, quiso comprobar que sus orejas estuvieran en su lugar, y que ninguna fuera más grande que la otra. Frases breves cuya rima ofrece de un sentido musical a la historia, ese conejo que siente la necesidad de explorar su cuerpo, como los bigotes grandotes y que al arrugar su nariz siempre se sentía feliz.

Es un texto dirigido a niños pequeños, a sus padres también para que con su guía y tránsito por la lectura familiar den oportunidad al juego, apoyándose del texto y de las ilustraciones creadas por Daniela Martagón.

Emilio Ángel Lomé permite al lector estar cerca de ese conejo, que al mirarse en un espejo ha quedado quieto, era un animal muy coqueto. Ese conejo que habita solitario el texto que ha propuesto Lomé.

Y Lomé es oportuno al presentar una variante de tantas leyendas que se han escrito alrededor del por qué la luna tiene la imagen de un conejo, bueno, la luna llena.


El ambiente gráfico destaca la presencia del único personaje que el texto pudo haber planteado, claro, el conejo. Juega con los colores del fondo, algunas páginas fueron enriquecidas por un tono encendido, está el amarillo, un naranja, el marrón, azul, rosa y para terminar el negro que justifica el ambiente de la noche, momento en que el lector podrá contemplar que en la luna habita el conejo, justo, del que Emilio Ángel Lomé comparte con sus lectores. Sin embargo, Daniela fue un poco más allá al proponer la presencia de una lechuza que permanece vigilante, con su cabeza inclinada para no perderse qué ocurre en el suelo, ¡seguro ha visto que pasó el conejo!

Un libro, que con texto e imágenes le cuenta al lector cómo fue que el conejo llegó a la luna, y a vivir se ha quedado. La sugerencia es que se lea en familia, padres y niños juntos; mientras que en la escuela el profesor guíe a los alumnos pequeños y hagan del camino hacia la luna un viaje placentero… que el conejo no recorra solo ese camino.


josecruzdominguez@gmail.com