Decidida a salir adelante, María Mercedes Martínez Parra no cede en su objetivo de vender molcajetes, metates y dulces poblanos que trae a Xalapa para sostener a su familia.
Originaria de San Salvador El Seco, en Puebla, la mujer dejó su tierra natal para buscar un mejor futuro para su familia. Allá todos se dedicaban al campo, aquí optaron por el comercio de productos originarios de su estado.
Desde hace cuatro años cuenta con permiso para vender en la banqueta a unos metros de Los Lagos. Dice que cuando hay más visitantes en ese lugar, que son los domingos, es cuando menos se vende. “Hay días que no sale nada”, se queja.
De haber llegado a Xalapa con su esposo e hija tiene casi veinte años. Quedarse en El Seco no era posible ya que allá “no hay oportunidades de subsistir”.
Cuenta que primero analizaron irse a la ciudad de Puebla, “pero para allá se van todos los de su pueblo” y existe mucha competencia en la venta de molcajetes de piedra de cantera, señala.
En su pueblo, el Seco es parte de su tradición la elaboración artesanal de molcajetes de piedra. Antes, recuerda, le iba muy bien porque pasaban muchas familias que iban a Puebla para comer y comprarles sus productos, pero desde que construyó la autopista, disminuyeron de forma considerable sus ingresos.
Por esa situación, muchos optaron por dejar la comunidad para Puebla pero ella y su familia optaron por Xalapa, porque creyeron que había mejor oportunidad de vender sus productos poblanos como dulces típicos como camotes, galletas de maíz y los molcajetes.
Y no se arrepiente de venirse porque la ciudad los ha tratado bien, pero la situación económica les ha pegado a todos.
Explica que cada mes se va su esposo a su pueblo para traer más molcajetes que vender. También aprovecha para traer dulces típicos de camote de sabores distintos y dulces de frutas.
Al ser poblana dice que le gusta mantener la tradición de vender sus productos. Está orgullosa de su herencia, por eso comercializa lo que hacen los artesanos de su entidad.
Le entristece que en estos días las ventas estén tan bajas y tenga que vender los molcajetes casi en la misma cantidad en que los compra.
“A veces no se gana nada. Los compradores quieren llevarse los molcajetes por menos de lo que se les pide”.
Hay días en que no queda de otra y tienen que darlos y no ganar nada porque hay que comer y es mejor llevar a casa unos pesos que nada.