/ domingo 28 de mayo de 2023

De Perfil | Mauricio Herrera, el arquitecto de la risa

Con más de seis décadas de carrera artística, Mauricio Herrera, el comediante más fino de México, planea estrenar otro monólogo titulado Una vida llena de años. En su trayectoria, ha sido músico, comediante, actor de carácter, pero antes de llegar a eso, se graduó y ejerció la arquitectura

En todo momento proyecta una sonrisa, a pesar de que la situación pueda llegar a complicarse. Siempre está listo con un chiste, disfruta mucho de hacer reír a los demás y tomarse la vida más ligera. Así es Mauricio Herrera, arquitecto de profesión, pero comediante y actor por vocación.

Tiene 89 años recién cumplidos, y ha dedicado más de 60 a la actuación. Aunque se considera jarocho, su lugar de nacimiento fue en la Ciudad de México, en la calle de Liverpool, esquina con Chapultepec.

Es el segundo de tres hermanos. Creció en diferentes partes de Veracruz debido a que su papá, de nombre también Mauricio Herrera, se desempeñaba como ingeniero civil.

Fue gracias a su padre que aprendió de disciplina, de liderazgo, responsabilidad, pero sobre todo, de siempre buscar su felicidad.

“Mi familia por el trabajo de mi papá al principio estuvo muy desordenada, mi papá en un lado y nosotros en otro. Nos fuimos a Xalapa para que mi hermana estudiara en la Normal, ella es normalista. Mi papá estaba en Coatzacoalcos trabajando, y cuando terminó la Normal mi hermana, yo me fui con mi papá, él vivía en un hotel, llegué a vivir con él, era un hombre súper disciplinado y yo casi no lo conocía, porque no había convivido tanto”, recuerda en entrevista con El Sol de México.

“Me levantaba a las cinco de la mañana, me bañaba con agua fría, me preparaba el desayuno y me iba a la escuela. Sin duda, empecé otra vida viviendo con él. Se lo agradezco infinito porque me volvió muy disciplinado”, agregó.

Mauricio Herrera siempre supo que quería pertenecer al mundo artístico. A los 10 años lo comprobó. El destino le ofreció la oportunidad de conducir el evento del Día de las Madres en la escuela, donde aprovecho para demostrar sus habilidades vocales.

Siendo ya más grande, en la adolescencia y durante su estancia en Coatzacoalcos, fue que el cómico se sinceró con su padre y le confesó su gusto por el arte y la actuación. Aunque aceptó y lo apoyó, el patriarca de la familia le puso sólo una condición: titularse de alguna otra carrera.

Fue así como Mauricio optó por estudiar arquitectura en 1953. Constituyó un despacho propio con el que proyectó el diseño de distintos edificios, por ejemplo, él estuvo a cargo de las fachadas actuales del Liverpool Insurgentes de la Ciudad de México, así como del estacionamiento de la tienda departamental. Construyó su propia casa, y apoyó en el diseño de una treintena más de residencias y condominios.

ENTRE PLANOS Y ESCENAS

Estuvo muchos años en la Universidad ya que alternaba su educación con su pasión. Mientras cursaba su licenciatura, a los 23 años de edad, el veracruzano debutó en la obra de teatro La hermosa gente, de William Saroyan, dirigida por Juan José Gurrola.

Para 1962, llegó la oportunidad de protagonizar la cinta En la mitad del mundo, gracias a la recomendación de Julissa, con quien mantuvo una relación de un año aproximadamente.

“Rita Macedo (mamá de Julissa) era muy exigente y sabía que yo era un muchacho bueno y que le convenía y todo a su hija, pero ella decía que Julissa necesitaba andar con intelectuales, necesitaba un tipo de pareja y nos empezó a hacer la vida difícil y de pronto terminamos”, relató el actor.

Ese mismo año había integrado un cuarteto musical; acompañó en los coros a Angélica María, César Costa y Enrique Guzmán.

En 1963, no sólo el can-can llegó a su vida, sino también uno de sus más grandes amores.

“En la calle de Londres era muy popular de intelectuales, yo estaba en la puerta donde entraba el talento que protagonizaba Can-can, iba pasando y en las puertas había un señor que se apellidaba Vilchis, era pianista.

“De pronto, él me agarra del brazo y me dice: ‘tú eres lo que necesitamos, sígueme’. Íbamos por las escaleras hasta la oficina de Álvaro Custodio. Vilchis le dice: ‘este muchacho canta, baila, actúa y es todo’”, así fue como entró en el concepto teatral en lugar del actor Claudio Brook.

Y la primera bailarina de dicho proyecto era Julieta Bracho, con quien contrajo matrimonio en 1967. Fruto de su amor nacieron sus dos hijos: Alejandro y Claudio, en 1970 y 1973, respectivamente.

Luego de tres décadas juntos, ambos decidieron separarse para continuar creciendo de manera personal y profesional.

SEDUCTOR CON CIERTO MIEDO

En su carrera destacan los proyectos Los Cacos (1972), En busca de un muro (1974) y ¡Que vivan los muertos! (1998). En televisión participó en El privilegio de amar (1998), La escuelita VIP (2004), Las tontas no van al cielo (2008) e Hijos de su madre (2018).

Pero, cansado de buscar trabajo, él mismo apostó por desarrollar sus propias propuestas, sobre todo en teatro, que es una de sus más grandes pasiones.

Sus dos productos más queridos son Sueños de un seductor, que lo presentó en el teatro 11 de Julio y en el Teatro Insurgentes, así como Concierto Con…cierto miedo, con el que superó tres mil representaciones, siendo él el escritor, actor y director; sumando más de dos décadas de existencia. En total, Mauricio Herrera asegura haber participado en más de una treintena de obras.

“Mi tipo de humorismo ya trascendió y se usa ya habitualmente, es como un juego de palabras. Nadie sabrá que yo fui el que le di, pero realmente no tengo un legado, lo que tengo es que he llevado una vida limpia, también en la actuación, he sido una gente seria toda la vida, decente y con buena trayectoria. El legado que le puedo dejar a los jóvenes es que la única manera de llegar a ser alguien es estudiando y trabajando. Hay que estudiar y prepararse, no hay manera de que se te dé solito todo”, aseguró.

Su segunda boda fue con Luhana, una mujer cuatro décadas menor. Ella tuvo una hija, con el mismo nombre y a quien Mauricio adoptó. Ambos están juntos desde 1994, pero fue en 2007 cuando contrajeron matrimonio.

En toda su vida, Mauricio siempre se ha cuidado. No tuvo vicios, no ingirió drogas ni alcohol en exceso. Estudió un poco sobre la salud física y mental con el fin de prolongar su vida. Debido a que en su juventud fue muy deportista, sus músculos y huesos le cobraron la factura, por lo que hace una década requirió de una prótesis de cadera, así como de rodilla. Hace un año, volvió al quirófano para que le colocaran otra prótesis.

GRANDE, NO VIEJO

El secreto de su longevidad, así como algunos tips de cuidado de la salud son plasmados en su libro Sé grande, no viejo, disponible en librerías.

“Cuento que, a través de los años, yo he ido creciendo. Mi padre murió a los 64 años y yo pensé que a esa edad mi vida también iba a terminar, pero no es cierto, llegué a los 70, 75 y 80 años. He seguido vigente que es lo importante. Yo de salud estoy perfecto, no tengo ninguna limitación para seguir trabajando.

“Con este libro trato de actualizar a la gente y que se dé cuenta de todo lo que puede seguir haciendo. Les comparto mis secretos para estar bien, tomo vitaminas y suplementos, estudié un poco de lo que son las neuronas y todo lo que funciona en el cerebro para apoyarme y seguir bien”, comentó el actor.

Una de sus pensamientos es que hay que jubilarse del trabajo, mas no de la vida. Pero parece que de ninguno de los rubros pretende hacerlo.

Entre sus proyectos a futuro están el presentar un monólogo escrito y dirigido por él, bajo el título de Una vida llena de años.

“Se me ocurrió hacer un monólogo referente a las cosas más importantes que me han sucedido en la vida, accidentes, éxitos, todo lo que he vivido condensarlo en hora y media y contarlo con humorismo”, sostuvo.

Hace unos meses, el comediante más fino de México se enfrentó al Covid-19, que lo mantuvo en un hospital por meses y luego en casa en recuperación.

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Uno de los estragos de esta enfermedad fue la baja de defensas y, recientemente, le detectaron el síndrome de Stevens-Johnson

“Esto me dio porque tenía bajo mi sistema inmune, es una enfermedad muy rara, primero me llené de ámpulas las manos, los pies igual. Ya tengo dos meses así, ahorita ya estoy mejor.

“Yo digo que es por el Covid, me dieron unos dolores espantosos, ya estoy saliendo afortunadamente, estoy a base de cortisona, pero eso ahorita me sube la glucosa, aunque sí, vamos mejorando”, finalizó.

En todo momento proyecta una sonrisa, a pesar de que la situación pueda llegar a complicarse. Siempre está listo con un chiste, disfruta mucho de hacer reír a los demás y tomarse la vida más ligera. Así es Mauricio Herrera, arquitecto de profesión, pero comediante y actor por vocación.

Tiene 89 años recién cumplidos, y ha dedicado más de 60 a la actuación. Aunque se considera jarocho, su lugar de nacimiento fue en la Ciudad de México, en la calle de Liverpool, esquina con Chapultepec.

Es el segundo de tres hermanos. Creció en diferentes partes de Veracruz debido a que su papá, de nombre también Mauricio Herrera, se desempeñaba como ingeniero civil.

Fue gracias a su padre que aprendió de disciplina, de liderazgo, responsabilidad, pero sobre todo, de siempre buscar su felicidad.

“Mi familia por el trabajo de mi papá al principio estuvo muy desordenada, mi papá en un lado y nosotros en otro. Nos fuimos a Xalapa para que mi hermana estudiara en la Normal, ella es normalista. Mi papá estaba en Coatzacoalcos trabajando, y cuando terminó la Normal mi hermana, yo me fui con mi papá, él vivía en un hotel, llegué a vivir con él, era un hombre súper disciplinado y yo casi no lo conocía, porque no había convivido tanto”, recuerda en entrevista con El Sol de México.

“Me levantaba a las cinco de la mañana, me bañaba con agua fría, me preparaba el desayuno y me iba a la escuela. Sin duda, empecé otra vida viviendo con él. Se lo agradezco infinito porque me volvió muy disciplinado”, agregó.

Mauricio Herrera siempre supo que quería pertenecer al mundo artístico. A los 10 años lo comprobó. El destino le ofreció la oportunidad de conducir el evento del Día de las Madres en la escuela, donde aprovecho para demostrar sus habilidades vocales.

Siendo ya más grande, en la adolescencia y durante su estancia en Coatzacoalcos, fue que el cómico se sinceró con su padre y le confesó su gusto por el arte y la actuación. Aunque aceptó y lo apoyó, el patriarca de la familia le puso sólo una condición: titularse de alguna otra carrera.

Fue así como Mauricio optó por estudiar arquitectura en 1953. Constituyó un despacho propio con el que proyectó el diseño de distintos edificios, por ejemplo, él estuvo a cargo de las fachadas actuales del Liverpool Insurgentes de la Ciudad de México, así como del estacionamiento de la tienda departamental. Construyó su propia casa, y apoyó en el diseño de una treintena más de residencias y condominios.

ENTRE PLANOS Y ESCENAS

Estuvo muchos años en la Universidad ya que alternaba su educación con su pasión. Mientras cursaba su licenciatura, a los 23 años de edad, el veracruzano debutó en la obra de teatro La hermosa gente, de William Saroyan, dirigida por Juan José Gurrola.

Para 1962, llegó la oportunidad de protagonizar la cinta En la mitad del mundo, gracias a la recomendación de Julissa, con quien mantuvo una relación de un año aproximadamente.

“Rita Macedo (mamá de Julissa) era muy exigente y sabía que yo era un muchacho bueno y que le convenía y todo a su hija, pero ella decía que Julissa necesitaba andar con intelectuales, necesitaba un tipo de pareja y nos empezó a hacer la vida difícil y de pronto terminamos”, relató el actor.

Ese mismo año había integrado un cuarteto musical; acompañó en los coros a Angélica María, César Costa y Enrique Guzmán.

En 1963, no sólo el can-can llegó a su vida, sino también uno de sus más grandes amores.

“En la calle de Londres era muy popular de intelectuales, yo estaba en la puerta donde entraba el talento que protagonizaba Can-can, iba pasando y en las puertas había un señor que se apellidaba Vilchis, era pianista.

“De pronto, él me agarra del brazo y me dice: ‘tú eres lo que necesitamos, sígueme’. Íbamos por las escaleras hasta la oficina de Álvaro Custodio. Vilchis le dice: ‘este muchacho canta, baila, actúa y es todo’”, así fue como entró en el concepto teatral en lugar del actor Claudio Brook.

Y la primera bailarina de dicho proyecto era Julieta Bracho, con quien contrajo matrimonio en 1967. Fruto de su amor nacieron sus dos hijos: Alejandro y Claudio, en 1970 y 1973, respectivamente.

Luego de tres décadas juntos, ambos decidieron separarse para continuar creciendo de manera personal y profesional.

SEDUCTOR CON CIERTO MIEDO

En su carrera destacan los proyectos Los Cacos (1972), En busca de un muro (1974) y ¡Que vivan los muertos! (1998). En televisión participó en El privilegio de amar (1998), La escuelita VIP (2004), Las tontas no van al cielo (2008) e Hijos de su madre (2018).

Pero, cansado de buscar trabajo, él mismo apostó por desarrollar sus propias propuestas, sobre todo en teatro, que es una de sus más grandes pasiones.

Sus dos productos más queridos son Sueños de un seductor, que lo presentó en el teatro 11 de Julio y en el Teatro Insurgentes, así como Concierto Con…cierto miedo, con el que superó tres mil representaciones, siendo él el escritor, actor y director; sumando más de dos décadas de existencia. En total, Mauricio Herrera asegura haber participado en más de una treintena de obras.

“Mi tipo de humorismo ya trascendió y se usa ya habitualmente, es como un juego de palabras. Nadie sabrá que yo fui el que le di, pero realmente no tengo un legado, lo que tengo es que he llevado una vida limpia, también en la actuación, he sido una gente seria toda la vida, decente y con buena trayectoria. El legado que le puedo dejar a los jóvenes es que la única manera de llegar a ser alguien es estudiando y trabajando. Hay que estudiar y prepararse, no hay manera de que se te dé solito todo”, aseguró.

Su segunda boda fue con Luhana, una mujer cuatro décadas menor. Ella tuvo una hija, con el mismo nombre y a quien Mauricio adoptó. Ambos están juntos desde 1994, pero fue en 2007 cuando contrajeron matrimonio.

En toda su vida, Mauricio siempre se ha cuidado. No tuvo vicios, no ingirió drogas ni alcohol en exceso. Estudió un poco sobre la salud física y mental con el fin de prolongar su vida. Debido a que en su juventud fue muy deportista, sus músculos y huesos le cobraron la factura, por lo que hace una década requirió de una prótesis de cadera, así como de rodilla. Hace un año, volvió al quirófano para que le colocaran otra prótesis.

GRANDE, NO VIEJO

El secreto de su longevidad, así como algunos tips de cuidado de la salud son plasmados en su libro Sé grande, no viejo, disponible en librerías.

“Cuento que, a través de los años, yo he ido creciendo. Mi padre murió a los 64 años y yo pensé que a esa edad mi vida también iba a terminar, pero no es cierto, llegué a los 70, 75 y 80 años. He seguido vigente que es lo importante. Yo de salud estoy perfecto, no tengo ninguna limitación para seguir trabajando.

“Con este libro trato de actualizar a la gente y que se dé cuenta de todo lo que puede seguir haciendo. Les comparto mis secretos para estar bien, tomo vitaminas y suplementos, estudié un poco de lo que son las neuronas y todo lo que funciona en el cerebro para apoyarme y seguir bien”, comentó el actor.

Una de sus pensamientos es que hay que jubilarse del trabajo, mas no de la vida. Pero parece que de ninguno de los rubros pretende hacerlo.

Entre sus proyectos a futuro están el presentar un monólogo escrito y dirigido por él, bajo el título de Una vida llena de años.

“Se me ocurrió hacer un monólogo referente a las cosas más importantes que me han sucedido en la vida, accidentes, éxitos, todo lo que he vivido condensarlo en hora y media y contarlo con humorismo”, sostuvo.

Hace unos meses, el comediante más fino de México se enfrentó al Covid-19, que lo mantuvo en un hospital por meses y luego en casa en recuperación.

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Uno de los estragos de esta enfermedad fue la baja de defensas y, recientemente, le detectaron el síndrome de Stevens-Johnson

“Esto me dio porque tenía bajo mi sistema inmune, es una enfermedad muy rara, primero me llené de ámpulas las manos, los pies igual. Ya tengo dos meses así, ahorita ya estoy mejor.

“Yo digo que es por el Covid, me dieron unos dolores espantosos, ya estoy saliendo afortunadamente, estoy a base de cortisona, pero eso ahorita me sube la glucosa, aunque sí, vamos mejorando”, finalizó.

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