/ miércoles 8 de julio de 2020

AMLO y Trump, el que no arriesga no gana

Sin llegar a considerar un “club de elogios mutuos” la relación de los presidentes de México y Estados Unidos, después de los agravios dichos por López Obrador y Donald Trump en sus respectivas campañas políticas, ahora el reconocimiento número 59 de Trump y las elogiosas palabras en favor de AMLO (buena persona, buen amigo), lo que esperan los mexicanos es un “boom” de inversiones que con empleos bien remunerados disminuyan la migración en busca del sueño americano.

La esperanza que produjo en los votantes mexicanos López Obrador, de encontrar por fin al hombre que acabaría con la pobreza y la inseguridad, parecía haberse esfumado por el desencanto que a todos produce el incumplimiento de las promesas de campaña del líder tabasqueño.

El “rollo” de las conferencias mañaneras y la confrontación con destacados periodistas, articulistas, columnistas y caricaturistas, sólo han desgastado la imagen de “luchador social” que construyó AMLO durante 18 años. Sin embargo, la buena relación con el presidente norteamericano parece ser la “luz al final del túnel” que tanto anunció el Ejecutivo.

De resultar provechosa la visita de Andrés Manuel a la Casa Blanca, podría aceptarse que la invitación de Trump le cayó al invitado “como anillo al dedo”, no como cuando lo expresó a pregunta de reporteros con relación a la llegada a México del coronavirus.

Y todavía más provechoso resultaría el viaje a Washington y la visita de AMLO a la Casa Blanca después de exhibirse con el presidente de la nación más poderosa de la tierra, si Donald Trump resulta vencedor en las elecciones del próximo mes de noviembre, que le permitirían cuatro años más en la presidencia.

La política siempre es un riesgo que los políticos deben estar dispuestos a enfrentar para alcanzar el éxito; la derrota representa el ostracismo, el olvido y la muerte política, que bien sabe López Obrador que dependerá del resultado electoral de la campaña de Trump, más aún que de la elección federal que celebraremos los mexicanos el próximo año.

Los gritos y sombrerazos entre liberales y conservadores no cuentan el día de la jornada electoral, lo único que los electores van a ponderar al emitir su sufragio es el cumplimiento de las promesas de campaña de López Obrador, en lo que mucho tendrá que ver el apoyo o la indiferencia de quien llegue a la Casa Blanca, como tanto se ha mencionado a propósito de la mentada visita.

Sin llegar a considerar un “club de elogios mutuos” la relación de los presidentes de México y Estados Unidos, después de los agravios dichos por López Obrador y Donald Trump en sus respectivas campañas políticas, ahora el reconocimiento número 59 de Trump y las elogiosas palabras en favor de AMLO (buena persona, buen amigo), lo que esperan los mexicanos es un “boom” de inversiones que con empleos bien remunerados disminuyan la migración en busca del sueño americano.

La esperanza que produjo en los votantes mexicanos López Obrador, de encontrar por fin al hombre que acabaría con la pobreza y la inseguridad, parecía haberse esfumado por el desencanto que a todos produce el incumplimiento de las promesas de campaña del líder tabasqueño.

El “rollo” de las conferencias mañaneras y la confrontación con destacados periodistas, articulistas, columnistas y caricaturistas, sólo han desgastado la imagen de “luchador social” que construyó AMLO durante 18 años. Sin embargo, la buena relación con el presidente norteamericano parece ser la “luz al final del túnel” que tanto anunció el Ejecutivo.

De resultar provechosa la visita de Andrés Manuel a la Casa Blanca, podría aceptarse que la invitación de Trump le cayó al invitado “como anillo al dedo”, no como cuando lo expresó a pregunta de reporteros con relación a la llegada a México del coronavirus.

Y todavía más provechoso resultaría el viaje a Washington y la visita de AMLO a la Casa Blanca después de exhibirse con el presidente de la nación más poderosa de la tierra, si Donald Trump resulta vencedor en las elecciones del próximo mes de noviembre, que le permitirían cuatro años más en la presidencia.

La política siempre es un riesgo que los políticos deben estar dispuestos a enfrentar para alcanzar el éxito; la derrota representa el ostracismo, el olvido y la muerte política, que bien sabe López Obrador que dependerá del resultado electoral de la campaña de Trump, más aún que de la elección federal que celebraremos los mexicanos el próximo año.

Los gritos y sombrerazos entre liberales y conservadores no cuentan el día de la jornada electoral, lo único que los electores van a ponderar al emitir su sufragio es el cumplimiento de las promesas de campaña de López Obrador, en lo que mucho tendrá que ver el apoyo o la indiferencia de quien llegue a la Casa Blanca, como tanto se ha mencionado a propósito de la mentada visita.