/ lunes 19 de julio de 2021

Complicidades que incuban la corrupción

Un gobierno ineficaz resulta inútil para cumplir las funciones públicas que tiene encomendadas por disposición de la ley, y una parte de la sociedad resulta cómplice de tal ineficacia cuando ignora o encubre los errores de los funcionarios públicos que no llevan a cabo sus funciones, a cambio de un beneficio económico o de la asignación de prebendas en la opacidad, por la falta de rendición de cuentas de manera oportuna, es decir, en tiempo y forma.

La ineficacia del gobierno también aparece cuando mediante la complicidad se encubre la ignorancia de los funcionarios públicos que tienen a su cargo, recaudar los ingresos del Estado y no cumplen con su tarea, ya que entre los ingresos también se incluyen el cobro de derechos, productos, aprovechamientos, participaciones, venta de activos del gobierno, contribuciones para obras públicas, pago de cuotas del Seguro Social, Infonavit y otras actividades poco conocidas por funcionarios y sociedad.

Lo más sencillo para los gobernantes que desean obtener ingresos públicos es recurrir a los empréstitos nacionales e internacionales con la banca privada y endeudar a sus localidades, dejando al que sigue una carga económica tan grande que muchas veces iguala y supera el presupuesto anual de las dependencias oficiales. Aquí aparece también la complicidad de los cuerpos colegiados que autorizan la solicitud de préstamos, que una vez obtenidos los recursos se dilapidan o son desviados a otras cuentas de particulares.

Por último, cabe señalar como cómplices de los gobiernos y sus funcionarios públicos a los encargados de vigilar, auditar y denunciar las irregularidades en el manejo del dinero público, mediante la rendición de cuentas que por ley se deben presentar cada año.

Tal es el caso de la Secretaría de la Función Pública, que se convierten en cómplices al no denunciar el cúmulo de irregularidades que observan y mandan al archivo.

Mientras existan complicidades como las antes mencionadas y muchas otras más en las áreas gubernamentales, y la sociedad permanezca silenciosa y ausente para ejercitar acciones populares ante autoridades sancionadoras, México seguirá de mal en peor, bajo la mirada complaciente de los cerebros oficiales que hacen factible “que todo cambie” para que todo siga igual.

Un gobierno ineficaz resulta inútil para cumplir las funciones públicas que tiene encomendadas por disposición de la ley, y una parte de la sociedad resulta cómplice de tal ineficacia cuando ignora o encubre los errores de los funcionarios públicos que no llevan a cabo sus funciones, a cambio de un beneficio económico o de la asignación de prebendas en la opacidad, por la falta de rendición de cuentas de manera oportuna, es decir, en tiempo y forma.

La ineficacia del gobierno también aparece cuando mediante la complicidad se encubre la ignorancia de los funcionarios públicos que tienen a su cargo, recaudar los ingresos del Estado y no cumplen con su tarea, ya que entre los ingresos también se incluyen el cobro de derechos, productos, aprovechamientos, participaciones, venta de activos del gobierno, contribuciones para obras públicas, pago de cuotas del Seguro Social, Infonavit y otras actividades poco conocidas por funcionarios y sociedad.

Lo más sencillo para los gobernantes que desean obtener ingresos públicos es recurrir a los empréstitos nacionales e internacionales con la banca privada y endeudar a sus localidades, dejando al que sigue una carga económica tan grande que muchas veces iguala y supera el presupuesto anual de las dependencias oficiales. Aquí aparece también la complicidad de los cuerpos colegiados que autorizan la solicitud de préstamos, que una vez obtenidos los recursos se dilapidan o son desviados a otras cuentas de particulares.

Por último, cabe señalar como cómplices de los gobiernos y sus funcionarios públicos a los encargados de vigilar, auditar y denunciar las irregularidades en el manejo del dinero público, mediante la rendición de cuentas que por ley se deben presentar cada año.

Tal es el caso de la Secretaría de la Función Pública, que se convierten en cómplices al no denunciar el cúmulo de irregularidades que observan y mandan al archivo.

Mientras existan complicidades como las antes mencionadas y muchas otras más en las áreas gubernamentales, y la sociedad permanezca silenciosa y ausente para ejercitar acciones populares ante autoridades sancionadoras, México seguirá de mal en peor, bajo la mirada complaciente de los cerebros oficiales que hacen factible “que todo cambie” para que todo siga igual.