/ domingo 5 de julio de 2020

Conago: dividida y sin rumbo

Con la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de la República, los gobernadores de México vieron la oportunidad de plantear la redistribución de potestades y recursos que consideraban insuficientes para la atención de los problemas locales en los estados y municipios.

Los gobiernos locales reclamaban incrementar la asignación del fondo de aportaciones previsto en la Ley de Coordinación Fiscal y de ahí surgió la propuesta de constituir la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), teniendo como primer objetivo que la Federación distribuyera entre las entidades recursos adicionales provenientes de los excedentes petroleros. Acuerdo que finalmente se obtuvo, con el compromiso de convocar a la Convención Nacional Hacendaria.

Y aunque todos los gobernadores conocen el impedimento para celebrar alianzas, tratados o coaliciones con otros estados o con potencias extranjeras, en los términos del artículo 117 constitucional se sumaron a la Conago, que emite acuerdos no vinculantes, sino propositivos que demuestran la voluntad política de los gobernantes locales.

Nada ha cambiado de entonces a la fecha, ya que por cada peso que recauda la Federación, limitando el cobro de impuestos de los otros órdenes de gobierno, el gobierno federal se queda con 80 centavos, 16 centavos se entregan a los estados y solo 4 centavos llegan a los municipios.

Las grandes obras y los servicios públicos de los 32 estados y los 2 mil 457 municipios existentes en el país enfrentan un rezago de por lo menos dos décadas y peor aún, con el financiamiento de los programas asistenciales del gobierno de la 4T no se espera ningún apoyo federal para atender las obras y necesidades de desarrollo social en los estados y municipios.

Las voces de la Conago se han apagado y la división bipolar entre gobernadores, liberales y conservadores en nada favorecen a la unidad nacional que se requiere para enfrentar la inseguridad, la quiebra económica y la pandemia del Covid-19.

Se acusa a López Obrador, por sus adversarios, de querer centralizar el mando hasta en instituciones como la Conago, que en su momento AMLO utilizó como contrapeso a los excesos del presidencialismo de Fox; esa actitud nos obliga a pensar en la intención oficial de romper el pacto federal que durante casi 200 años ha sido el cimiento fundamental de la unidad nacional, cuya obligación de preservarla es tarea fundamental de quien desempeñe el cargo de presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Con la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de la República, los gobernadores de México vieron la oportunidad de plantear la redistribución de potestades y recursos que consideraban insuficientes para la atención de los problemas locales en los estados y municipios.

Los gobiernos locales reclamaban incrementar la asignación del fondo de aportaciones previsto en la Ley de Coordinación Fiscal y de ahí surgió la propuesta de constituir la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), teniendo como primer objetivo que la Federación distribuyera entre las entidades recursos adicionales provenientes de los excedentes petroleros. Acuerdo que finalmente se obtuvo, con el compromiso de convocar a la Convención Nacional Hacendaria.

Y aunque todos los gobernadores conocen el impedimento para celebrar alianzas, tratados o coaliciones con otros estados o con potencias extranjeras, en los términos del artículo 117 constitucional se sumaron a la Conago, que emite acuerdos no vinculantes, sino propositivos que demuestran la voluntad política de los gobernantes locales.

Nada ha cambiado de entonces a la fecha, ya que por cada peso que recauda la Federación, limitando el cobro de impuestos de los otros órdenes de gobierno, el gobierno federal se queda con 80 centavos, 16 centavos se entregan a los estados y solo 4 centavos llegan a los municipios.

Las grandes obras y los servicios públicos de los 32 estados y los 2 mil 457 municipios existentes en el país enfrentan un rezago de por lo menos dos décadas y peor aún, con el financiamiento de los programas asistenciales del gobierno de la 4T no se espera ningún apoyo federal para atender las obras y necesidades de desarrollo social en los estados y municipios.

Las voces de la Conago se han apagado y la división bipolar entre gobernadores, liberales y conservadores en nada favorecen a la unidad nacional que se requiere para enfrentar la inseguridad, la quiebra económica y la pandemia del Covid-19.

Se acusa a López Obrador, por sus adversarios, de querer centralizar el mando hasta en instituciones como la Conago, que en su momento AMLO utilizó como contrapeso a los excesos del presidencialismo de Fox; esa actitud nos obliga a pensar en la intención oficial de romper el pacto federal que durante casi 200 años ha sido el cimiento fundamental de la unidad nacional, cuya obligación de preservarla es tarea fundamental de quien desempeñe el cargo de presidente de los Estados Unidos Mexicanos.