/ domingo 20 de mayo de 2018

Ferrocarriles, nueva veta de la delincuencia

La sociedad mexicana o parte de ella va en caída libre a la descomposición social, los valores existentes inculcados en la familia hasta hace algunos años se han venido perdiendo, muchos paisanos no han asimilado que el México de ayer no es el México de hoy.

El cambio es lo único permanente y en esa dinámica las variaciones en el tiempo han sido:

1.- Aumento poblacional, en 1910, 13 millones; en 1990, 90 millones y en 2017, 127 millones.

2.- Mayor pobreza como un reflejo de la mayor población.

3.- Distribución de riqueza inequitativa; la punta de la pirámide es la de mayor beneficio; la base, los de menor y que se ha ampliado; los de arriba son los menos y los de abajo los más.

4.- Un estado rebasado con políticas públicas de seguridad pública que no han funcionado.

5.- Delincuencia en progreso: bandas y células desde nacionales, regionales y de pueblo con mayor peligrosidad; ocupando cada vez mayores espacios para delinquir: primero drogas, estupefacientes, sintéticos, marihuana, trata de personas, migración; posteriormente secuestros, levantones, derechos de piso, robo de combustibles y lo de hoy, asalto en las carreteras y a trenes. Todos con un sinónimo: sin respeto a la autoridad, no le temen. Siendo uno de los basamentos:

6.- Corrupción e impunidad.

En 1992 el Banco Mundial recomendó al presidente Carlos Salinas la privatización de los ferrocarriles, hasta esa administración el estado privatizó muchas empresas estatales, como Telmex, la banca nacional con 18 instituciones donde sobresalían Banamex, Banco de Comercio, Serfín, aumentó concesiones a Televisa, y la entrega de Tv Azteca al grupo Salinas, entre otras, quedando pendiente los ferrocarriles.

En 1995 el Congreso aprueba al presidente Zedillo iniciar la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de México; se concluye en 1997 con tres troncales, Noreste, Pacífico Norte, Sureste-troncal Valle de México.

El mayoritario en la compra fue Minera Grupo México de Germán Larrea, que se asoció con empresas americanas como Union Pacific Railtroad, Kansas City Souther México, estableciendo líneas prioritarias a través de las empresas Ferrocarril Mexicano (Ferromex) posteriormente Ferrosur, empresas que operan la famosa Bestia desde el estado de Chiapas, paquete por el que se pagaron mil 400 millones de dólares.

Paraíso de la delincuencia organizada ha sido el triángulo negro donde converge el sur del estado de Puebla y el occidente del estado de Veracruz, con vías principales de comunicación; una autopista, una carretera federal, carreteras estatales y el sistema ferroviario Veracruz-Puebla, que conecta al principal puerto de México con el país.

Hasta la primera decena del siglo XXI el tránsito de estas vías era dentro de la normalidad, en la segunda década se complicaron las carreteras; la de mayor tráfico es la autopista por el tránsito intenso que tiene, donde abundan los accidentes del equipo pesado y es suerte que esté despejado el ascenso o descenso.

En los últimos años aparecen nuevos flagelos donde abundan bandas, células y cárteles, empoderados de los ductos de Pemex Minatitlán-Puebla, con ello nacen los huachicoleros, en la zona de Cañada de Morelos, Tecamachalco, Tepeaca, Acatzingo, donde el robo de combustibles ha venido en aumento en muchos millones de pesos para la economía de Pemex, hasta la fecha sin control.

No obstante, la delincuencia no tiene límite y descubre que es fácil robar a los trenes que transitan por esta vía, y así en el último trimestre de 2017 roban 125 trenes y en el primer trimestre de 2018 lo han hecho 720 veces, un incremento del 476%.

Lo mismo roban productos alimenticios, trigo, azúcar, galletas, hasta cemento y poliducto; el robo no es movimiento, ponen rocas, niños y ancianos en las vías, los descarrilan y de esta manera se pasan robando a placer.

El colmo ocurrió este 19 de mayo donde no tan sólo lo paran mediante estos medios, ahora sabotearon cortando las mangueras de los frenos, dejando en caída libre un convoy desde Río Blanco a Orizaba, donde en el patio chocó con otro tren que estaba estacionado ocasionado múltiples pérdidas y gente herida, incluidos migrantes que viajaban en el techo.

La gente que habita en las altas montañas y la del sur del estado de Puebla vive en zozobra, entre muertos, secuestros y pensándole salir de su comunidad para ir a Puebla, Orizaba o Córdoba, meditando seriamente en el riesgo de hacerlo.

No hay respeto, en Acultzingo, Cañada de Morelos, Ciudad Serdán, Tecamachalco, Tepeaca, Acatzingo, Esperanza.

Solo por citar algunos:

1) 12 de diciembre de 2017: descarrilan y roban tren de arroz en Acultzingo-Puente Colorado.

2) 12 de abril: en menos de 12 horas saquean trenes en la zona del basurero, entre Lara Grajales y Nopalucan, Puebla; robaron vino y artículos electrodomésticos; el segundo fue en Tepeaca, donde robaron cemento.

3) 8 de mayo: descarrilan tren quitando tramos de vía en el municipio de Acultzingo, llevándose trigo.

4) 12 de mayo: María de Lourdes Aranda, directora de Relaciones con Gobierno y Comunicación de Ferromex(GMXT), denuncia que los asaltatrenes son los huachicoleros, que cortan mangueras, ponen barricadas y los descarrilan trenes ocasionando pérdidas millonarias, por lo que solicitan a la Cámara de Diputados que legisle y modifique la Ley de Seguridad vigente.

5) 19 de mayo: se descarrilan dos trenes en Orizaba, producto de la avería a convoy en Río Blanco. (Fuente Reforma Diario.)

Tal parece que estamos viviendo épocas del lejano oeste, donde bandas de malhechores asaltaban diligencias, trenes y cantinas, donde cambiaban constantemente de sheriffs, hasta que llegaba un Wyatt Earp, un Doc. Hollyday o un Bat Masterson a poner el orden.

La descomposición social va a todo galope, en la región de las Altas Montañas de Veracruz y del sur del estado de Puebla; nos preguntamos: ¿Cuándo llegará nuestro Wyatt Earp?

La sociedad mexicana o parte de ella va en caída libre a la descomposición social, los valores existentes inculcados en la familia hasta hace algunos años se han venido perdiendo, muchos paisanos no han asimilado que el México de ayer no es el México de hoy.

El cambio es lo único permanente y en esa dinámica las variaciones en el tiempo han sido:

1.- Aumento poblacional, en 1910, 13 millones; en 1990, 90 millones y en 2017, 127 millones.

2.- Mayor pobreza como un reflejo de la mayor población.

3.- Distribución de riqueza inequitativa; la punta de la pirámide es la de mayor beneficio; la base, los de menor y que se ha ampliado; los de arriba son los menos y los de abajo los más.

4.- Un estado rebasado con políticas públicas de seguridad pública que no han funcionado.

5.- Delincuencia en progreso: bandas y células desde nacionales, regionales y de pueblo con mayor peligrosidad; ocupando cada vez mayores espacios para delinquir: primero drogas, estupefacientes, sintéticos, marihuana, trata de personas, migración; posteriormente secuestros, levantones, derechos de piso, robo de combustibles y lo de hoy, asalto en las carreteras y a trenes. Todos con un sinónimo: sin respeto a la autoridad, no le temen. Siendo uno de los basamentos:

6.- Corrupción e impunidad.

En 1992 el Banco Mundial recomendó al presidente Carlos Salinas la privatización de los ferrocarriles, hasta esa administración el estado privatizó muchas empresas estatales, como Telmex, la banca nacional con 18 instituciones donde sobresalían Banamex, Banco de Comercio, Serfín, aumentó concesiones a Televisa, y la entrega de Tv Azteca al grupo Salinas, entre otras, quedando pendiente los ferrocarriles.

En 1995 el Congreso aprueba al presidente Zedillo iniciar la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de México; se concluye en 1997 con tres troncales, Noreste, Pacífico Norte, Sureste-troncal Valle de México.

El mayoritario en la compra fue Minera Grupo México de Germán Larrea, que se asoció con empresas americanas como Union Pacific Railtroad, Kansas City Souther México, estableciendo líneas prioritarias a través de las empresas Ferrocarril Mexicano (Ferromex) posteriormente Ferrosur, empresas que operan la famosa Bestia desde el estado de Chiapas, paquete por el que se pagaron mil 400 millones de dólares.

Paraíso de la delincuencia organizada ha sido el triángulo negro donde converge el sur del estado de Puebla y el occidente del estado de Veracruz, con vías principales de comunicación; una autopista, una carretera federal, carreteras estatales y el sistema ferroviario Veracruz-Puebla, que conecta al principal puerto de México con el país.

Hasta la primera decena del siglo XXI el tránsito de estas vías era dentro de la normalidad, en la segunda década se complicaron las carreteras; la de mayor tráfico es la autopista por el tránsito intenso que tiene, donde abundan los accidentes del equipo pesado y es suerte que esté despejado el ascenso o descenso.

En los últimos años aparecen nuevos flagelos donde abundan bandas, células y cárteles, empoderados de los ductos de Pemex Minatitlán-Puebla, con ello nacen los huachicoleros, en la zona de Cañada de Morelos, Tecamachalco, Tepeaca, Acatzingo, donde el robo de combustibles ha venido en aumento en muchos millones de pesos para la economía de Pemex, hasta la fecha sin control.

No obstante, la delincuencia no tiene límite y descubre que es fácil robar a los trenes que transitan por esta vía, y así en el último trimestre de 2017 roban 125 trenes y en el primer trimestre de 2018 lo han hecho 720 veces, un incremento del 476%.

Lo mismo roban productos alimenticios, trigo, azúcar, galletas, hasta cemento y poliducto; el robo no es movimiento, ponen rocas, niños y ancianos en las vías, los descarrilan y de esta manera se pasan robando a placer.

El colmo ocurrió este 19 de mayo donde no tan sólo lo paran mediante estos medios, ahora sabotearon cortando las mangueras de los frenos, dejando en caída libre un convoy desde Río Blanco a Orizaba, donde en el patio chocó con otro tren que estaba estacionado ocasionado múltiples pérdidas y gente herida, incluidos migrantes que viajaban en el techo.

La gente que habita en las altas montañas y la del sur del estado de Puebla vive en zozobra, entre muertos, secuestros y pensándole salir de su comunidad para ir a Puebla, Orizaba o Córdoba, meditando seriamente en el riesgo de hacerlo.

No hay respeto, en Acultzingo, Cañada de Morelos, Ciudad Serdán, Tecamachalco, Tepeaca, Acatzingo, Esperanza.

Solo por citar algunos:

1) 12 de diciembre de 2017: descarrilan y roban tren de arroz en Acultzingo-Puente Colorado.

2) 12 de abril: en menos de 12 horas saquean trenes en la zona del basurero, entre Lara Grajales y Nopalucan, Puebla; robaron vino y artículos electrodomésticos; el segundo fue en Tepeaca, donde robaron cemento.

3) 8 de mayo: descarrilan tren quitando tramos de vía en el municipio de Acultzingo, llevándose trigo.

4) 12 de mayo: María de Lourdes Aranda, directora de Relaciones con Gobierno y Comunicación de Ferromex(GMXT), denuncia que los asaltatrenes son los huachicoleros, que cortan mangueras, ponen barricadas y los descarrilan trenes ocasionando pérdidas millonarias, por lo que solicitan a la Cámara de Diputados que legisle y modifique la Ley de Seguridad vigente.

5) 19 de mayo: se descarrilan dos trenes en Orizaba, producto de la avería a convoy en Río Blanco. (Fuente Reforma Diario.)

Tal parece que estamos viviendo épocas del lejano oeste, donde bandas de malhechores asaltaban diligencias, trenes y cantinas, donde cambiaban constantemente de sheriffs, hasta que llegaba un Wyatt Earp, un Doc. Hollyday o un Bat Masterson a poner el orden.

La descomposición social va a todo galope, en la región de las Altas Montañas de Veracruz y del sur del estado de Puebla; nos preguntamos: ¿Cuándo llegará nuestro Wyatt Earp?