/ viernes 2 de febrero de 2024

Fin superior

Las elecciones próximas pondrán a prueba nuestras libertades y la vigencia de la débil democracia que nos ha llevado varías décadas construir. Estamos ante el retorno del partido y elecciones casi de Estado, el presidencialismo imperial y la violencia generalizada.

Las elecciones libres y el voto secreto están en duda. El grupo en el poder está dispuesto a todo tipo de maniobras y perversidades para mantenerse con el control político de México. Su apuesta es el miedo, apatía ciudadana, culto a la personalidad y explotación de la pobreza.

En ese contexto las oposiciones hacen su lucha contando con la irrupción de una fuerte y fresca movilización ciudadana. Hay un fin superior: preservar nuestras libertades y consolidar la democracia. Los medios para lograrlo tienen que ver con oposiciones unidas, candidaturas competitivas y alta participación ciudadana en las campañas y en las votaciones. Todo se subordina a ese fin.

Hay razones para cuestionar decisiones partidistas y estilos de las candidaturas, pero eso es la forma, mientras que lo esencial tiene que ver con objetivos superiores cómo evitar para México la desgracia de una dictadura, perfecta o imperfecta.

Después de las elecciones habrá que discutir una reforma política que abra a los partidos y de acceso a la ciudadanía en la toma de decisiones. Pero eso será en su tiempo. Ahora hay que concentrar las energías, la lucidez y el ánimo en apoyar a las fuerzas opositoras sin condiciones, en participar en las campañas electorales desde el ámbito ciudadano y promover la más amplia votación. No debemos regatear nuestro apoyo.

Los partidos políticos son un medio, no un fin. No esperemos que cambien ahorita, tal vez nunca lo hagan. Después de las elecciones veremos qué hacer. No esperemos instrucciones para actuar.

Entre los grupos ciudadanos pro democracia también hay confusión y tibieza o, más bien, comodidad. Parece que esperan que otros hagan el trabajo. Se mueven en el auto consumo y la militancia en redes sociales y el WhatsApp. Le falta salir a las calles y caminar en el territorio. Necesita hablar personalmente con la gente: explicar, convencer y convocar.

Nada sustituye o supera el contacto personal en la labor proselitista. Olvidemos a los partidos en sus asuntos internos; no es lo deseable, pero es lo realista. Llamemos a votar poniendo el acento en los peligros que se ciernen sobre México; todavía lo podemos hacer. Un descuido y nos volvemos otra Nicaragua y otra Venezuela, países en manos de sanguinarios dictadores. Por lo tanto, nada nos debe desviar de los fines superiores.

Son cuatro meses de gran compromiso con México y Veracruz, no es por una candidatura u otra, es por todos. Son cuatro meses en que no tenemos tiempo que perder, en que es indispensable sacudirnos y salir de lo cómodo, de lo contemplativo. No hay lugar para ocios y eufemismos. Es todo o nada, ellos (la nueva mafia) o nosotros. Hay que ser algo radicales, ir a la raíz, con inteligencia y convicción para enfrentar al aparato de Estado que se disfraza de partido y candidatas. Con todo.

Recadito: en Veracruz estamos mal gobernados por un grupo de ineptos.

Las elecciones próximas pondrán a prueba nuestras libertades y la vigencia de la débil democracia que nos ha llevado varías décadas construir. Estamos ante el retorno del partido y elecciones casi de Estado, el presidencialismo imperial y la violencia generalizada.

Las elecciones libres y el voto secreto están en duda. El grupo en el poder está dispuesto a todo tipo de maniobras y perversidades para mantenerse con el control político de México. Su apuesta es el miedo, apatía ciudadana, culto a la personalidad y explotación de la pobreza.

En ese contexto las oposiciones hacen su lucha contando con la irrupción de una fuerte y fresca movilización ciudadana. Hay un fin superior: preservar nuestras libertades y consolidar la democracia. Los medios para lograrlo tienen que ver con oposiciones unidas, candidaturas competitivas y alta participación ciudadana en las campañas y en las votaciones. Todo se subordina a ese fin.

Hay razones para cuestionar decisiones partidistas y estilos de las candidaturas, pero eso es la forma, mientras que lo esencial tiene que ver con objetivos superiores cómo evitar para México la desgracia de una dictadura, perfecta o imperfecta.

Después de las elecciones habrá que discutir una reforma política que abra a los partidos y de acceso a la ciudadanía en la toma de decisiones. Pero eso será en su tiempo. Ahora hay que concentrar las energías, la lucidez y el ánimo en apoyar a las fuerzas opositoras sin condiciones, en participar en las campañas electorales desde el ámbito ciudadano y promover la más amplia votación. No debemos regatear nuestro apoyo.

Los partidos políticos son un medio, no un fin. No esperemos que cambien ahorita, tal vez nunca lo hagan. Después de las elecciones veremos qué hacer. No esperemos instrucciones para actuar.

Entre los grupos ciudadanos pro democracia también hay confusión y tibieza o, más bien, comodidad. Parece que esperan que otros hagan el trabajo. Se mueven en el auto consumo y la militancia en redes sociales y el WhatsApp. Le falta salir a las calles y caminar en el territorio. Necesita hablar personalmente con la gente: explicar, convencer y convocar.

Nada sustituye o supera el contacto personal en la labor proselitista. Olvidemos a los partidos en sus asuntos internos; no es lo deseable, pero es lo realista. Llamemos a votar poniendo el acento en los peligros que se ciernen sobre México; todavía lo podemos hacer. Un descuido y nos volvemos otra Nicaragua y otra Venezuela, países en manos de sanguinarios dictadores. Por lo tanto, nada nos debe desviar de los fines superiores.

Son cuatro meses de gran compromiso con México y Veracruz, no es por una candidatura u otra, es por todos. Son cuatro meses en que no tenemos tiempo que perder, en que es indispensable sacudirnos y salir de lo cómodo, de lo contemplativo. No hay lugar para ocios y eufemismos. Es todo o nada, ellos (la nueva mafia) o nosotros. Hay que ser algo radicales, ir a la raíz, con inteligencia y convicción para enfrentar al aparato de Estado que se disfraza de partido y candidatas. Con todo.

Recadito: en Veracruz estamos mal gobernados por un grupo de ineptos.