/ martes 2 de junio de 2020

Historias de violencia y barbarie

Luego de algunos meses de relativa tranquilidad, Veracruz vuelve a ser escenario de hechos violentos; homicidios dolosos, de forma oficial; levantones y ejecuciones, en el argot popular.

A partir de octubre de 2019, la incidencia del homicidio comenzó a registrar una ligera reducción; en agosto las autoridades consignaron 127 víctimas; en septiembre, 110, y a partir de ahí la cifra fluctuó entre 94 y 100 casos; poco más de unas tres muertes al día.

Habría que decir que un año antes, en 2018, el promedio mensual del homicidio doloso en Veracruz fue de 124 casos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Los números indican una reducción importante, más de 20% en ese ilícito, en un año.

El mes de abril de 2020, sin embargo, parece que la incidencia del homicidio doloso en la entidad comenzó a repuntar: de los 98 casos registrados en marzo, Veracruz pasó a 116; en un mes hubo un incremento de 18 asesinatos.

Los números, que se basan en las carpetas de investigación de la Fiscalía estatal, se ubican ahora más cerca de las cifras registradas en 2018; de hecho, en abril del presente año Veracruz superó el promedio mensual de 2019, que fue de 115 casos.

Ese ligero incremento en el citado delito se consigna de forma cotidiana en los medios informativos locales.

En días pasados, por ejemplo, la entidad fue escenario de diversos hechos sangrientos; uno de ellos ocurrió en Acayucan, municipio ubicado en la zona sur; a unos pasos de la delegación de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado fue abandonado, en la cajuela de un taxi, el cuerpo de una persona con huellas de tortura. En lo que fue un abierto reto a la autoridad, los delincuentes se tomaron la molestia de ubicar los restos de la víctima a unos pasos de la sede policiaca.

Horas después, también en Acayucan, se registró otro caso: en bolsas negras, de esas que se utilizan para la basura, fue hallado otro cuerpo desmembrado en un camino que comunica a dicha cabecera con el municipio de Sayula de Alemán.

A 113 kilómetros de ese lugar, en Tierra Blanca, por la noche del pasado viernes ocurrió un asesinato múltiple que quedó grabado por las redes sociales.

A una fiesta que se celebraba en el lugar irrumpió un grupo armado para cubrir el lugar con sangre; Francisco Navarrete, propietario del periódico Sol de Tierra Blanca, fue ejecutado, al igual que otras seis personas; entre ellas, dos músicos del grupo La Calle, que amenizaban la reunión.

El periódico transmitía en vivo, por Facebook, cuando se escucharon detonaciones de arma de fuego; el dueño del periódico soltó el micrófono con el que se disponía a cantar, desenfundó su escuadra y salió al paso de los agresores, quienes le dieron muerte.

Navarrete Serna había sido relacionado con un grupo delincuencial que opera en la zona; en 2016 se le investigó por su presunta vinculación con el caso de la desaparición forzada de 5 jóvenes, ocurrida en Playa Vicente en enero de ese año; salió libre en 2019 para fundar un periódico, Sol de Tierra Blanca.

Esos nueve muertos, los dos de Acayucan y los siete de Tierra Blanca, ocurrieron en un lapso de unas cuantas horas. Momentos antes de esos hechos, en la autopista Cuitláhuac-La Tinaja fue hallado el cuerpo de un joven de Córdoba que había sido reportado como desaparecido; fue ejecutado.

Son casos que consignan una realidad de violencia de la cual Veracruz no ha podido salir en los últimos años. Si bien las estadísticas de 2020 están muy lejos de las registradas en 2017 y 2018, cuando hubo en promedio 143 y 124 homicidios dolosos mensualmente, los casos vuelven a registrar un incremento considerable, particularmente a partir de abril.

Luego de algunos meses de relativa tranquilidad, Veracruz vuelve a ser escenario de hechos violentos; homicidios dolosos, de forma oficial; levantones y ejecuciones, en el argot popular.

A partir de octubre de 2019, la incidencia del homicidio comenzó a registrar una ligera reducción; en agosto las autoridades consignaron 127 víctimas; en septiembre, 110, y a partir de ahí la cifra fluctuó entre 94 y 100 casos; poco más de unas tres muertes al día.

Habría que decir que un año antes, en 2018, el promedio mensual del homicidio doloso en Veracruz fue de 124 casos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Los números indican una reducción importante, más de 20% en ese ilícito, en un año.

El mes de abril de 2020, sin embargo, parece que la incidencia del homicidio doloso en la entidad comenzó a repuntar: de los 98 casos registrados en marzo, Veracruz pasó a 116; en un mes hubo un incremento de 18 asesinatos.

Los números, que se basan en las carpetas de investigación de la Fiscalía estatal, se ubican ahora más cerca de las cifras registradas en 2018; de hecho, en abril del presente año Veracruz superó el promedio mensual de 2019, que fue de 115 casos.

Ese ligero incremento en el citado delito se consigna de forma cotidiana en los medios informativos locales.

En días pasados, por ejemplo, la entidad fue escenario de diversos hechos sangrientos; uno de ellos ocurrió en Acayucan, municipio ubicado en la zona sur; a unos pasos de la delegación de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado fue abandonado, en la cajuela de un taxi, el cuerpo de una persona con huellas de tortura. En lo que fue un abierto reto a la autoridad, los delincuentes se tomaron la molestia de ubicar los restos de la víctima a unos pasos de la sede policiaca.

Horas después, también en Acayucan, se registró otro caso: en bolsas negras, de esas que se utilizan para la basura, fue hallado otro cuerpo desmembrado en un camino que comunica a dicha cabecera con el municipio de Sayula de Alemán.

A 113 kilómetros de ese lugar, en Tierra Blanca, por la noche del pasado viernes ocurrió un asesinato múltiple que quedó grabado por las redes sociales.

A una fiesta que se celebraba en el lugar irrumpió un grupo armado para cubrir el lugar con sangre; Francisco Navarrete, propietario del periódico Sol de Tierra Blanca, fue ejecutado, al igual que otras seis personas; entre ellas, dos músicos del grupo La Calle, que amenizaban la reunión.

El periódico transmitía en vivo, por Facebook, cuando se escucharon detonaciones de arma de fuego; el dueño del periódico soltó el micrófono con el que se disponía a cantar, desenfundó su escuadra y salió al paso de los agresores, quienes le dieron muerte.

Navarrete Serna había sido relacionado con un grupo delincuencial que opera en la zona; en 2016 se le investigó por su presunta vinculación con el caso de la desaparición forzada de 5 jóvenes, ocurrida en Playa Vicente en enero de ese año; salió libre en 2019 para fundar un periódico, Sol de Tierra Blanca.

Esos nueve muertos, los dos de Acayucan y los siete de Tierra Blanca, ocurrieron en un lapso de unas cuantas horas. Momentos antes de esos hechos, en la autopista Cuitláhuac-La Tinaja fue hallado el cuerpo de un joven de Córdoba que había sido reportado como desaparecido; fue ejecutado.

Son casos que consignan una realidad de violencia de la cual Veracruz no ha podido salir en los últimos años. Si bien las estadísticas de 2020 están muy lejos de las registradas en 2017 y 2018, cuando hubo en promedio 143 y 124 homicidios dolosos mensualmente, los casos vuelven a registrar un incremento considerable, particularmente a partir de abril.