/ martes 17 de septiembre de 2019

Las apariencias, ¿engañan?

Hace algunos años escuché decir a una persona que admiro mucho, gran académico, reconocido político, profesional de la contaduría pública, que el servicio público era apasionante, muy bonito, pero en algún caso traicionero.

En aquel momento no lo entendí a plenitud, pero al paso del tiempo he constatado que funcionarios gubernamentales que han gozado del ejercicio supremo del poder, al concluir su gestión, quedan a la deriva y ya sin cargo ni poder alguno, quienes fueron beneficiados por su generosidad se mantienen alejados, disfrutando de una mejor vida sin importar que su mentor se encuentre aislado, en la soledad.

Este aislamiento lo ha experimentado un gran número de mexicanos, desde expresidentes de la Republica, exgobernadores hasta funcionarios que en su momento ocuparon los niveles jerárquicos superiores en la administración pública mexicana. La mayoría de ellos provenientes de contiendas político-electorales, es decir, accedieron a los cargos públicos a partir de sus victorias políticas.

Algunos de ellos no superaron el tener que abandonar su privilegiado espacio público o político y se sabe que incluso se vieron muy afectados y padecieron la falta autoridad formal, lo que se tradujo en problemas y enfermedades que afectaron incluso a su familia.

¿Ejemplos? Debe haber muchos por ahí, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Luis Echeverría Álvarez y algunos más. Si volteamos nuestra mirada hacia otros países, podríamos referirnos a Luiz Inácio Lula Da Silva y a Alberto Fujimori, por citar solo dos.

Quien está viviendo esta experiencia en la actualidad es el expresidente Enrique Peña Nieto, ya que durante todos los meses que lleva el actual gobierno no hay semana alguna en la que no haya comentarios o imputaciones oficiales hacia sus excolaboradores o hacia su persona.

De todos es sabido que quien tuvo mucha ascendencia sobre el expresidente desde que era gobernador del Estado de México y no se diga en su última etapa como mandatario nacional, fue Luis Videgaray Caso, quien incluso no perdía ocasión para mostrarse públicamente como tal ante la opinión pública.

Se supo en su momento que fue precisamente Luis Videgaray quien operó la visita de Donald Trump a México en plena campaña por la Presidencia de Estados Unidos, lo que afectó sensiblemente la imagen de Peña Nieto. Muchos de los funcionarios que ocuparon niveles jerárquicos superiores en la administración pública bajo el mandato del expresidente fueron recomendados por el excanciller.

Mi pregunta sería: ¿ha escuchado usted comentarios negativos o imputaciones contra el señor Luis Videgaray Caso? La respuesta correcta sería no.

Mi otra pregunta sería: ¿Tomando en consideración la ascendencia y el poder que ejerció el excanciller en la anterior administración, es esto justo? La respuesta correcta sería también no, puesto que un gran número de las decisiones que tomó Enrique Peña Nieto seguramente fueron acordadas o asesoradas por su exsecretario de Hacienda y/o excanciller.

Apenas hace unos días Peña Nieto se vio envuelto en una situación nada agradable con un periodista de connotación nacional, quien aseguró en su columna “que desde hacía más de un año el expresidente rentó una residencia en uno de los fraccionamientos más exclusivos de Madrid y consiguió que se mudaran a la capital de España su médico personal y el general de División que fue jefe del Estado Mayor durante su administración, así como el antiguo director del CISEN”. Incluso el periodista precisó que Peña Nieto adquirió la propiedad desde 2017 y que era vecino de Cristiano Ronaldo y de Zinedine Zidane.

Ante esta versión que causó polémica nacional, el expresidente aclaró en su Twitter que todo era completamente falso.

Sin embargo, se mantuvo como información verídica la mudanza hacia Madrid de su médico personal, del general de División, así como del exdirector del CISEN, lo que sin duda son demasiadas coincidencias en torno a la estancia de Peña Nieto en España. Son hechos coincidentes, poco rebatibles en torno a su presencia en aquellos lares, donde se le vio en repetidas ocasiones con Tania Ruiz Eichmann.

Con todo lo que se ha dicho respecto a Emilio Lozoya y lo que ha ocurrido en torno a Rosario Robles, más lo que se acumule, Peña Nieto seguirá estando en el ojo del huracán.

Se especuló mucho que los supuestos acuerdos que tuvieron el gobierno anterior con el actual fueron operados por Luis Videgaray Caso, sin embargo, mientras la política siga entrampada con el gobierno el jefe mayor seguirá pagando los platos rotos, aunque éstos hayan sido lanzados al piso por algún colaborador.

¿Peña Nieto es el verdadero responsable? Es posible.

Pero no hay que perder de vista que en ocasiones las apariencias engañan.


Hace algunos años escuché decir a una persona que admiro mucho, gran académico, reconocido político, profesional de la contaduría pública, que el servicio público era apasionante, muy bonito, pero en algún caso traicionero.

En aquel momento no lo entendí a plenitud, pero al paso del tiempo he constatado que funcionarios gubernamentales que han gozado del ejercicio supremo del poder, al concluir su gestión, quedan a la deriva y ya sin cargo ni poder alguno, quienes fueron beneficiados por su generosidad se mantienen alejados, disfrutando de una mejor vida sin importar que su mentor se encuentre aislado, en la soledad.

Este aislamiento lo ha experimentado un gran número de mexicanos, desde expresidentes de la Republica, exgobernadores hasta funcionarios que en su momento ocuparon los niveles jerárquicos superiores en la administración pública mexicana. La mayoría de ellos provenientes de contiendas político-electorales, es decir, accedieron a los cargos públicos a partir de sus victorias políticas.

Algunos de ellos no superaron el tener que abandonar su privilegiado espacio público o político y se sabe que incluso se vieron muy afectados y padecieron la falta autoridad formal, lo que se tradujo en problemas y enfermedades que afectaron incluso a su familia.

¿Ejemplos? Debe haber muchos por ahí, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Luis Echeverría Álvarez y algunos más. Si volteamos nuestra mirada hacia otros países, podríamos referirnos a Luiz Inácio Lula Da Silva y a Alberto Fujimori, por citar solo dos.

Quien está viviendo esta experiencia en la actualidad es el expresidente Enrique Peña Nieto, ya que durante todos los meses que lleva el actual gobierno no hay semana alguna en la que no haya comentarios o imputaciones oficiales hacia sus excolaboradores o hacia su persona.

De todos es sabido que quien tuvo mucha ascendencia sobre el expresidente desde que era gobernador del Estado de México y no se diga en su última etapa como mandatario nacional, fue Luis Videgaray Caso, quien incluso no perdía ocasión para mostrarse públicamente como tal ante la opinión pública.

Se supo en su momento que fue precisamente Luis Videgaray quien operó la visita de Donald Trump a México en plena campaña por la Presidencia de Estados Unidos, lo que afectó sensiblemente la imagen de Peña Nieto. Muchos de los funcionarios que ocuparon niveles jerárquicos superiores en la administración pública bajo el mandato del expresidente fueron recomendados por el excanciller.

Mi pregunta sería: ¿ha escuchado usted comentarios negativos o imputaciones contra el señor Luis Videgaray Caso? La respuesta correcta sería no.

Mi otra pregunta sería: ¿Tomando en consideración la ascendencia y el poder que ejerció el excanciller en la anterior administración, es esto justo? La respuesta correcta sería también no, puesto que un gran número de las decisiones que tomó Enrique Peña Nieto seguramente fueron acordadas o asesoradas por su exsecretario de Hacienda y/o excanciller.

Apenas hace unos días Peña Nieto se vio envuelto en una situación nada agradable con un periodista de connotación nacional, quien aseguró en su columna “que desde hacía más de un año el expresidente rentó una residencia en uno de los fraccionamientos más exclusivos de Madrid y consiguió que se mudaran a la capital de España su médico personal y el general de División que fue jefe del Estado Mayor durante su administración, así como el antiguo director del CISEN”. Incluso el periodista precisó que Peña Nieto adquirió la propiedad desde 2017 y que era vecino de Cristiano Ronaldo y de Zinedine Zidane.

Ante esta versión que causó polémica nacional, el expresidente aclaró en su Twitter que todo era completamente falso.

Sin embargo, se mantuvo como información verídica la mudanza hacia Madrid de su médico personal, del general de División, así como del exdirector del CISEN, lo que sin duda son demasiadas coincidencias en torno a la estancia de Peña Nieto en España. Son hechos coincidentes, poco rebatibles en torno a su presencia en aquellos lares, donde se le vio en repetidas ocasiones con Tania Ruiz Eichmann.

Con todo lo que se ha dicho respecto a Emilio Lozoya y lo que ha ocurrido en torno a Rosario Robles, más lo que se acumule, Peña Nieto seguirá estando en el ojo del huracán.

Se especuló mucho que los supuestos acuerdos que tuvieron el gobierno anterior con el actual fueron operados por Luis Videgaray Caso, sin embargo, mientras la política siga entrampada con el gobierno el jefe mayor seguirá pagando los platos rotos, aunque éstos hayan sido lanzados al piso por algún colaborador.

¿Peña Nieto es el verdadero responsable? Es posible.

Pero no hay que perder de vista que en ocasiones las apariencias engañan.


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