/ domingo 7 de julio de 2019

Los años felices

Siendo el comodity más comercializado después del petróleo, algún atributo tendrá y lo tiene; es tan grande su encanto y atributos, que los que lo compran se organizaron para adquirirlo; la contraparte, los vendedores, propiciaron este comercio. Éste es el café.

Tan fácil diría Luisito Casas Arellano, distinguido financiero; ¡Quien lo tiene- quien lo quiere! concluiría sencillito: Es el mercado. (Expresado financieramente “MK”).

De acuerdo con International Coffe, más de 100 países en el mundo son consumidores de café y lo toman más de mil quinientos millones de habitantes, su consumo va de 12 kilos al año a 1.5 kilos en promedio, en términos generales los consumidores son de toda clase social que tiene la capacidad de ingreso para pagar una tasa o más de café diaria, el consumo año con va en aumento, derivado de dos variables: Mayor población y mejor tecnología.

Siendo el café de barista el que va en aumento y los solubles se mantienen, la tendencia es el uso del grano y la taza.

Por el lado del productor de acuerdo con el libro “Café Amargo de Seten”, cien millones de personas viven de él en mundo, es la materia prima más lucrativa después del petróleo.

Sin embargo, una proporción ínfima de lo que paga en el hemisferio norte como consumidor llega a los trabajadores del sur, cuyas condiciones sociales y laborales en las plantaciones se encuentran lejos de cumplir con los códigos éticos y dignos que permitan una calidad mínima de vida y promueve lo que intencionalmente en este mercado se conoce como: “el comercio justo y solidario”, unos centavos de la taza para el productor es su lema.

El café después del agua es el producto líquido que más se consume, sólo los habitantes que consumen té son superiores a los que consumen café, dos tercios de la población toma el té y un tercio el café, la diferencia cada año es menor, pasarán muchos años para superarla.

Es tan grande la importancia económica del café en México, que, en años pasados, sólo el petróleo superaba al aromático en la generación de divisas, era superior al turismo y a las remesas; el precio hizo que trabajadores del campo mexicano se fueran a Estados Unidos.

En 1930 se inició la mejoría productiva en México, siendo reconocido por la Bolsa de Nueva York como uno de los principales exportadores de café con más 12 mil sacos de café tipo oro de 60 kilos, cifra que llegó hasta 500 mil; periodo en el cual nuestro país fue el tercer productor del mundo, gran generador de divisas.

El gobierno se percató de lo que representaba y en 1937 crea la Exportadora e Importadora Mexicana, CEIMSA, que regulaba los precios de los básicos; en 1942 crea Cafés Tapachula y tres años después BEMEX, Beneficios de Cafés Mexicanos, por último, en 1958 da el paso para ser gran controlador del café: con INMECAFE, Instituto Mexicano del Café.

El objetivo de este instituto era promover y difundir los sistemas mejores para el cultivo, beneficio e industrialización; financió la cafeticultora, en 1973 agrupo a los productores en Unidades Económicas de Producción y Comercialización (UEPC); su primer director fue don Miguel Ángel Cordera y uno de los últimos Juan Rodríguez Prats, siendo el más famoso Fausto Cantú Peña y el no menos conocido Manuel Aguilera.

En este periodo floreció la OIC, Organización Internacional del Café, que conjuntaba a lo que me referí al principio de este artículo, el MK: oferentes y demandantes. Formaban parte de ella: Consumidores y Productores; su objetivo: garantizar o controlar el precio mediante la asignación de cuotas a los países productores; sobre esa base unos comprobaban y otros vendían.

En esta fase se dieron los años felices: En los años 50 el precio osciló entre los 300 y 120 dólares, pero ahí está el detalle: la gasolina valía 60 centavos el litro; el jornal 3.50 pesos; el corte se pagaba a 0.20 y 0.35 el kilo de cereza; el fertilizante no valía más de 250 pesos la tonelada, financiamientos que necesitabas a la orden por parte del gobierno o cualquier banco de plaza.

En 1977 tuvimos la cúspide de la buenaventura cafetera en México, varios años de los 70 el precio osciló de 80 a 500 dólares, siendo el techo 519.

En estos periodos se dieron los grandes millonarios de Veracruz, tan grande fue la importancia del aromático, que Xalapa fue la sede del INMECAFE, aquí en esta capital de Veracruz llegaban de todas partes del país a recoger sus permisos de exportación.

Todavía hubo otro auge en los 90, en 1994, tocamos el cielo con 260 dólares el quintal de café oro.

Esos fueron tiempos felices, donde también reinó la corrupción entre permisos y cafés exportados, con defraudación fiscal y de más de 11 mil sacos vendidos sin el permiso del gobierno.

Pero Veracruz fue próspero, con grandes plantaciones, mejores productores y donde no había la marginación y miseria que actualmente reina.

¿Qué se puede hacer? El gobierno o no le entiende o no se asoma a ver qué hacen los colombianos o brasileños; de aquellos exportadores de antaño sólo queda uno, que sobrevive gracias a que ha cambiado sus métodos de cultivo y comercialización y que tiene la sensibilidad del rumbo “Cafés del Trópico”.

Entidad que piensa en el mercado no sólo en bienestar de la empresa; es un voz que se mueve en donde está el poder y las tomas de decisión ojalá lo tomen en cuenta y los grupos empresariales y productores le apoyen.

Como dijera “Casitas” ¡Sólo Dios dirá!

Siendo el comodity más comercializado después del petróleo, algún atributo tendrá y lo tiene; es tan grande su encanto y atributos, que los que lo compran se organizaron para adquirirlo; la contraparte, los vendedores, propiciaron este comercio. Éste es el café.

Tan fácil diría Luisito Casas Arellano, distinguido financiero; ¡Quien lo tiene- quien lo quiere! concluiría sencillito: Es el mercado. (Expresado financieramente “MK”).

De acuerdo con International Coffe, más de 100 países en el mundo son consumidores de café y lo toman más de mil quinientos millones de habitantes, su consumo va de 12 kilos al año a 1.5 kilos en promedio, en términos generales los consumidores son de toda clase social que tiene la capacidad de ingreso para pagar una tasa o más de café diaria, el consumo año con va en aumento, derivado de dos variables: Mayor población y mejor tecnología.

Siendo el café de barista el que va en aumento y los solubles se mantienen, la tendencia es el uso del grano y la taza.

Por el lado del productor de acuerdo con el libro “Café Amargo de Seten”, cien millones de personas viven de él en mundo, es la materia prima más lucrativa después del petróleo.

Sin embargo, una proporción ínfima de lo que paga en el hemisferio norte como consumidor llega a los trabajadores del sur, cuyas condiciones sociales y laborales en las plantaciones se encuentran lejos de cumplir con los códigos éticos y dignos que permitan una calidad mínima de vida y promueve lo que intencionalmente en este mercado se conoce como: “el comercio justo y solidario”, unos centavos de la taza para el productor es su lema.

El café después del agua es el producto líquido que más se consume, sólo los habitantes que consumen té son superiores a los que consumen café, dos tercios de la población toma el té y un tercio el café, la diferencia cada año es menor, pasarán muchos años para superarla.

Es tan grande la importancia económica del café en México, que, en años pasados, sólo el petróleo superaba al aromático en la generación de divisas, era superior al turismo y a las remesas; el precio hizo que trabajadores del campo mexicano se fueran a Estados Unidos.

En 1930 se inició la mejoría productiva en México, siendo reconocido por la Bolsa de Nueva York como uno de los principales exportadores de café con más 12 mil sacos de café tipo oro de 60 kilos, cifra que llegó hasta 500 mil; periodo en el cual nuestro país fue el tercer productor del mundo, gran generador de divisas.

El gobierno se percató de lo que representaba y en 1937 crea la Exportadora e Importadora Mexicana, CEIMSA, que regulaba los precios de los básicos; en 1942 crea Cafés Tapachula y tres años después BEMEX, Beneficios de Cafés Mexicanos, por último, en 1958 da el paso para ser gran controlador del café: con INMECAFE, Instituto Mexicano del Café.

El objetivo de este instituto era promover y difundir los sistemas mejores para el cultivo, beneficio e industrialización; financió la cafeticultora, en 1973 agrupo a los productores en Unidades Económicas de Producción y Comercialización (UEPC); su primer director fue don Miguel Ángel Cordera y uno de los últimos Juan Rodríguez Prats, siendo el más famoso Fausto Cantú Peña y el no menos conocido Manuel Aguilera.

En este periodo floreció la OIC, Organización Internacional del Café, que conjuntaba a lo que me referí al principio de este artículo, el MK: oferentes y demandantes. Formaban parte de ella: Consumidores y Productores; su objetivo: garantizar o controlar el precio mediante la asignación de cuotas a los países productores; sobre esa base unos comprobaban y otros vendían.

En esta fase se dieron los años felices: En los años 50 el precio osciló entre los 300 y 120 dólares, pero ahí está el detalle: la gasolina valía 60 centavos el litro; el jornal 3.50 pesos; el corte se pagaba a 0.20 y 0.35 el kilo de cereza; el fertilizante no valía más de 250 pesos la tonelada, financiamientos que necesitabas a la orden por parte del gobierno o cualquier banco de plaza.

En 1977 tuvimos la cúspide de la buenaventura cafetera en México, varios años de los 70 el precio osciló de 80 a 500 dólares, siendo el techo 519.

En estos periodos se dieron los grandes millonarios de Veracruz, tan grande fue la importancia del aromático, que Xalapa fue la sede del INMECAFE, aquí en esta capital de Veracruz llegaban de todas partes del país a recoger sus permisos de exportación.

Todavía hubo otro auge en los 90, en 1994, tocamos el cielo con 260 dólares el quintal de café oro.

Esos fueron tiempos felices, donde también reinó la corrupción entre permisos y cafés exportados, con defraudación fiscal y de más de 11 mil sacos vendidos sin el permiso del gobierno.

Pero Veracruz fue próspero, con grandes plantaciones, mejores productores y donde no había la marginación y miseria que actualmente reina.

¿Qué se puede hacer? El gobierno o no le entiende o no se asoma a ver qué hacen los colombianos o brasileños; de aquellos exportadores de antaño sólo queda uno, que sobrevive gracias a que ha cambiado sus métodos de cultivo y comercialización y que tiene la sensibilidad del rumbo “Cafés del Trópico”.

Entidad que piensa en el mercado no sólo en bienestar de la empresa; es un voz que se mueve en donde está el poder y las tomas de decisión ojalá lo tomen en cuenta y los grupos empresariales y productores le apoyen.

Como dijera “Casitas” ¡Sólo Dios dirá!