Cuentan que el presidente Ruiz Cortines –acaso el más honesto desde que concluyó la Revolución- tenía dos formas de medir la honestidad.
1. Cuando le recomendaban a alguien y le decían que era honesto, preguntaba: ¿cuán honesto?, ¿es honesto, honesto, honesto?
2. En las mismas circunstancias, ante el agregado de que le endilgaban al recomendado de que era muy honesto, tenía otra pregunta: ¿ha estado donde hay?
Lo que rodea al segundo punto es de suma importancia con relación a la honestidad y la naturaleza humana. La sabiduría popular lo consigna de esta forma: En arca abierta hasta el justo peca, lo que el Centro Virtual Cervantes lo traduce así: “Dada la fragilidad humana, no debe haber descuidos que favorezcan los delitos ni dar facilidades para cometer un delito o caer en la tentación”.
Esto viene a cuento porque el Presidente ha puesto a la élite militar donde hay… mucho y de sobra.
Vale la pena recordar que hasta antes de ser presidente López Obrador fue un crítico severo del Ejército. Fueron constantes sus acusaciones en el sentido de que violaba los derechos humanos, los dividió entre los de arriba (los jefes) y los de abajo (la tropa) y dio a entender que lo desaparecería para transformarlo en otra institución.
Ganó las elecciones y la primera crítica fuerte que recibió, fuera de sus opositores políticos, fue de militares, que lo cuestionaron por querer desaparecer al Ejército y convertirlo en Guardia Nacional, por plantear reducir los salarios de los mandos y el rumbo que estaba tomando su gobierno.
Sacudieron estas críticas al Presidente y empezó a dar un giro que ha llegado a los 180 grados. A los militares les dio otras tareas y los presupuestos del Ejército y Marina Armada empezaron a irse a las nubes.
Así que ahora lo mismo controlan el aparato de inteligencia del gobierno, las aduanas, los puertos, aeropuertos, una línea aérea, construyen (Tren Maya, por ejemplo), hoteles, tienen a su cargo la Guardia Nacional y, lo último, este año recibirán otros miles de millones de pesos pues darán el mantenimiento a las carreteras federales.
Así las cosas, tras la advertencia lanzada por militares al inicio de su gobierno, López Obrador pasó a utilizarlos y a basar su gobierno en ellos, a tal grado que ahora lo que manejan de dinero solo está por debajo de lo presupuestado para las secretarias de Educación Pública y Salud. Así aseguró la lealtad, para lo que se ofrezca, sobre todo este año.
Los jefes de la Sedena y la Marina Armada de México están donde hay y con el arca abierta.
¿Han podido resistir la tentación? La respuesta a esta pregunta está en los cada vez más frecuentes señalamientos sobre el uso de los recursos y la opacidad en los contratos.
Además hay algo que es notorio y no puede ocultarse. Los que están en jauja son solo algunos altos mandos militares, ni siquiera todos los jefes y menos los oficiales, y la tropa sigue igual que hace muchos años, con penurias.
¿A dónde se va todo el dinero de que dispone la Sedena si, por decir algo, su operación administrativa aún es arcaica en perjuicio de miles de soldados?