/ sábado 6 de octubre de 2018

Prometedor futuro de la novela gráfica

“En el nuevo esquema, lo primero que hay que puntualizar es la elevación del estatus del novelista gráfico a autor”

Bernardo Fernández, Bef, escritor, historietista e ilustrador, considerado uno de los novelistas gráficos más influyentes de México, recientemente estuvo en Xalapa para compartir sus conocimientos con un grupo de jóvenes, quienes se reunieron en el Jardín de las Esculturas.

En su último día en esta ciudad, el autor de más de quince libros, entre ellos la novela policiaca Tiempo de alacranes, ganadora de los premios Una vuelta de tuerca en México y Memorial Silverio Cañadas en la Semana Negra de Gijón, además de nieto del cronista taurino Macharnudo, de El Sol de México, concedió la siguiente entrevista a Diario de Xalapa.

Bernardo, México ha tenido un rezago considerable en el área de la publicación de novela gráfica, algo que ha cambiado en los últimos años. ¿Podrías compartirnos cuál fue tu primera experiencia positiva con una editorial?

Efectivamente, México ha estado muy rezagado... Sexto Piso fue la primera editorial que se acercó a decirme que quería hacer una novela gráfica. No los tuve que buscar. Ellos llegaron, y con la sorpresa de que el guion era de Juan Villoro.

Fue una experiencia magnífica el que de la mano de una editorial joven, con autores jóvenes dispuestos a tomar riesgos, un autor consagrado también se arriesgara y le diera un voto de confianza a los cómics. Fue un paso muy valiente. Con mucha alegría y satisfacción lo digo: a mí el contacto con Sexto Piso me cambió la vida.

¿Sexto Piso crees que marca un parteaguas en la novela gráfica en México?

Yo hice fanzines por mucho tiempo, y Resistencia y Caligrama ya existían cuando surgió Sexto Piso. Sin embargo, esta editorial fue la primera que logró una mayor articulación. Justo es lo que está haciendo ahora La Cifra; está transformando el escosistema editorial, al grado que editoriales grandes como Océano, donde publico ahora, o Random House o Planeta, están empezando a publicar novela gráfica de autores mexicanos.

En los 90 ya se hacía novela gráfica pero la labor se vio interrumpida. ¿Por qué se dio esta pausa?

Definitivamente porque no se veía que tuviera posibilidades comerciales.

Tuvieron que pasar muchos años para que una editorial grande quisiera publicarle a los mexicanos, pero me parece que eso viene de la transformación del gremio, de los autores, y, por otro lado, del panorama del público lector, de lo que buscaba y busca.

¿Cuál consideras que era el estatus de la novela gráfica en sus inicios y en la actualidad cómo es vista?

Era menospreciada y funcionaba como artesanía. Servía para que la gente fuera leyendo en el transporte público y luego la desechara porque no estaba diseñada para perdurar. No se hacía con una intención trascendente.

En el nuevo esquema, lo primero que hay que puntualizar es la elevación del estatus del novelista gráfico a autor. Por fin dejó de ser artesano o maquilador —no hay nada indigno en ello, pero no tiene el conocimiento de la autoría—. Por otro lado está la aceptación de los lectores, que es lo que de verdad me parece importante, que la gente busque en las librerías y encuentre estantes completos dedicados a la historieta.

¿Este consumo está relacionado con que vivimos una época en la cual las imágenes tienen un fuerte impacto?

Estamos en una cultura visual y desde luego que hay una influencia fuerte por el celular, la tableta, las pantallas, pero lo ideal es que esta forma de contar se inserte exitosamente al lado del libro impreso.

Mi ideal es enriquecer las opciones de los lectores. Que lean un libro con el mismo gusto con que leen una novela de puras letras.

Mi meta es que aprendamos a apreciar el encanto de este tipo narrativa, que tiene otras reglas totalmente, complementarias, pero al mismo tiempo muy distintas a las del libro escrito.

Me gustaría mucho que se lograra la consolidación de la novela gráfica como un medio narrativo legítimo que enriquezca la oferta para los lectores.

En tu opinión, ¿qué momento vive la novela gráfica en México?

El camino ha sido lento, mucho más de lo que yo habría imaginado, pero está en un buen momento y me hace ver el futuro con optimismo y vislumbralo muy prometedor. Que se abran espacios para la novela y cómics, que haya cada vez más autores publicados en editoriales grandes y que las pequeñas mantengan su oferta habla de que vamos bien.

Es un momento en el que la responsabilidad histórica está al lado de los autores para demostrar que estamos a la altura del público, no sólo del especializado —siempre es un público muy fiel pero muy pequeño—, sino para el gran público, el que va a una librería. Estamos obligados a darle historias dignas.

Con respecto a tu experiencias con los jóvenes de Xalapa, ¿cómo ves el movimiento en esta ciudad?

Es apenas un primer acercamiento. Les he compartido lo que creo deben tener listo para empezar a dibujar. Por otro lado, Xalapa siempre ha sido cuna de grandes caricaturistas que también hacen grandes historietas. Pienso en Helio Flores, que para mí es el mejor caricaturista de este país. Él es veracruzano. Y Rapé también estuvo mucho tiempo en esta ciudad. Acá están Patricio e ilustradores y diseñadores como Ñico o Israel Barrón.

Es un espacio para lograr mucho. En el futuro no dudo que será también cuna de caricaturistas importantes.

Con respecto a las plataformas digitales, ¿de qué manera ayudan a los novelistas gráficos?

Ayudan a difundir el trabajo. Creo que estamos viviendo la autopublicación y hay historias de éxito muy interesantes. Sin embargo, a reserva de que soy de una generación anterior, creo que se debería complementar con la publicación formal. Siempre es importante el trabajo del editor, quien ve la obra con objetividad y que siempre la enriquece.

¿Qué viene para Bernardo en el último trimestre de 2018?

En octubre presentaré mi nueva novela Habla María, que tiene como personaje principal a mi hija mayor, María, quien tiene autismo. Es un testimonio. A mí me interesaba compartir cómo fue el momento en que recibimos su mamá y yo el diagnóstico.

Es un libro biográfico donde toman fuerza dos temas: los retos y la esperanza de todo lo que se puede lograr.

Espero hacer la presentación en la Feria del Libro del Zócalo y, si me invitan, yo vengo fascinado a presentarla a la FILU.

La verdad es que Xalapa siempre es un buena opción.


Bernardo Fernández, Bef, escritor, historietista e ilustrador, considerado uno de los novelistas gráficos más influyentes de México, recientemente estuvo en Xalapa para compartir sus conocimientos con un grupo de jóvenes, quienes se reunieron en el Jardín de las Esculturas.

En su último día en esta ciudad, el autor de más de quince libros, entre ellos la novela policiaca Tiempo de alacranes, ganadora de los premios Una vuelta de tuerca en México y Memorial Silverio Cañadas en la Semana Negra de Gijón, además de nieto del cronista taurino Macharnudo, de El Sol de México, concedió la siguiente entrevista a Diario de Xalapa.

Bernardo, México ha tenido un rezago considerable en el área de la publicación de novela gráfica, algo que ha cambiado en los últimos años. ¿Podrías compartirnos cuál fue tu primera experiencia positiva con una editorial?

Efectivamente, México ha estado muy rezagado... Sexto Piso fue la primera editorial que se acercó a decirme que quería hacer una novela gráfica. No los tuve que buscar. Ellos llegaron, y con la sorpresa de que el guion era de Juan Villoro.

Fue una experiencia magnífica el que de la mano de una editorial joven, con autores jóvenes dispuestos a tomar riesgos, un autor consagrado también se arriesgara y le diera un voto de confianza a los cómics. Fue un paso muy valiente. Con mucha alegría y satisfacción lo digo: a mí el contacto con Sexto Piso me cambió la vida.

¿Sexto Piso crees que marca un parteaguas en la novela gráfica en México?

Yo hice fanzines por mucho tiempo, y Resistencia y Caligrama ya existían cuando surgió Sexto Piso. Sin embargo, esta editorial fue la primera que logró una mayor articulación. Justo es lo que está haciendo ahora La Cifra; está transformando el escosistema editorial, al grado que editoriales grandes como Océano, donde publico ahora, o Random House o Planeta, están empezando a publicar novela gráfica de autores mexicanos.

En los 90 ya se hacía novela gráfica pero la labor se vio interrumpida. ¿Por qué se dio esta pausa?

Definitivamente porque no se veía que tuviera posibilidades comerciales.

Tuvieron que pasar muchos años para que una editorial grande quisiera publicarle a los mexicanos, pero me parece que eso viene de la transformación del gremio, de los autores, y, por otro lado, del panorama del público lector, de lo que buscaba y busca.

¿Cuál consideras que era el estatus de la novela gráfica en sus inicios y en la actualidad cómo es vista?

Era menospreciada y funcionaba como artesanía. Servía para que la gente fuera leyendo en el transporte público y luego la desechara porque no estaba diseñada para perdurar. No se hacía con una intención trascendente.

En el nuevo esquema, lo primero que hay que puntualizar es la elevación del estatus del novelista gráfico a autor. Por fin dejó de ser artesano o maquilador —no hay nada indigno en ello, pero no tiene el conocimiento de la autoría—. Por otro lado está la aceptación de los lectores, que es lo que de verdad me parece importante, que la gente busque en las librerías y encuentre estantes completos dedicados a la historieta.

¿Este consumo está relacionado con que vivimos una época en la cual las imágenes tienen un fuerte impacto?

Estamos en una cultura visual y desde luego que hay una influencia fuerte por el celular, la tableta, las pantallas, pero lo ideal es que esta forma de contar se inserte exitosamente al lado del libro impreso.

Mi ideal es enriquecer las opciones de los lectores. Que lean un libro con el mismo gusto con que leen una novela de puras letras.

Mi meta es que aprendamos a apreciar el encanto de este tipo narrativa, que tiene otras reglas totalmente, complementarias, pero al mismo tiempo muy distintas a las del libro escrito.

Me gustaría mucho que se lograra la consolidación de la novela gráfica como un medio narrativo legítimo que enriquezca la oferta para los lectores.

En tu opinión, ¿qué momento vive la novela gráfica en México?

El camino ha sido lento, mucho más de lo que yo habría imaginado, pero está en un buen momento y me hace ver el futuro con optimismo y vislumbralo muy prometedor. Que se abran espacios para la novela y cómics, que haya cada vez más autores publicados en editoriales grandes y que las pequeñas mantengan su oferta habla de que vamos bien.

Es un momento en el que la responsabilidad histórica está al lado de los autores para demostrar que estamos a la altura del público, no sólo del especializado —siempre es un público muy fiel pero muy pequeño—, sino para el gran público, el que va a una librería. Estamos obligados a darle historias dignas.

Con respecto a tu experiencias con los jóvenes de Xalapa, ¿cómo ves el movimiento en esta ciudad?

Es apenas un primer acercamiento. Les he compartido lo que creo deben tener listo para empezar a dibujar. Por otro lado, Xalapa siempre ha sido cuna de grandes caricaturistas que también hacen grandes historietas. Pienso en Helio Flores, que para mí es el mejor caricaturista de este país. Él es veracruzano. Y Rapé también estuvo mucho tiempo en esta ciudad. Acá están Patricio e ilustradores y diseñadores como Ñico o Israel Barrón.

Es un espacio para lograr mucho. En el futuro no dudo que será también cuna de caricaturistas importantes.

Con respecto a las plataformas digitales, ¿de qué manera ayudan a los novelistas gráficos?

Ayudan a difundir el trabajo. Creo que estamos viviendo la autopublicación y hay historias de éxito muy interesantes. Sin embargo, a reserva de que soy de una generación anterior, creo que se debería complementar con la publicación formal. Siempre es importante el trabajo del editor, quien ve la obra con objetividad y que siempre la enriquece.

¿Qué viene para Bernardo en el último trimestre de 2018?

En octubre presentaré mi nueva novela Habla María, que tiene como personaje principal a mi hija mayor, María, quien tiene autismo. Es un testimonio. A mí me interesaba compartir cómo fue el momento en que recibimos su mamá y yo el diagnóstico.

Es un libro biográfico donde toman fuerza dos temas: los retos y la esperanza de todo lo que se puede lograr.

Espero hacer la presentación en la Feria del Libro del Zócalo y, si me invitan, yo vengo fascinado a presentarla a la FILU.

La verdad es que Xalapa siempre es un buena opción.


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