Veracruz, Ver.- Dejó de crecer en tamaño pero alimenta grandes sueños como payasito, deportista y luchador, es la historia de Édgar Emiliano Álvarez Albario quien pertenece a la comunidad de los de talla pequeña.
En entrevista para Diario de Xalapa recuerda que mientras su amigos crecían en peso y tamaño, él se quedó con una estatura de 1.22 metros desde que iba a la primaria.
Sus papás y hermana, tienen una estatura promedio, la que es considerada normal, pero él heredó la talla pequeña de su bisabuela.
“Mis papás dicen que cuando nací todo era normal, como cualquier bebe, no se esperaban que iba a ser chiquito, en la primaria todos mis amigos iban creciendo y yo bajito hasta que me quede en este tamaño, al parecer heredé a mi bisabuela que era bajita y solos somos ella y yo los únicos chiquitos”, expresa.
Reconoce que el estudio no fue su fuerte, por lo que abandonó la secundaria y a los 17 años se inspiró en el payasito “Castrini” para seguir sus pasos.
“La escuela no me gusto, en primero de secundaria me lleve todas las materias y me salí, yo admiraba al payasito Castrini un día lo busqué, le platique que quería ser payasito y me invitó a su casa, fue mi maestro, me enseñó muchos trucos, empecé acompañándolo a eventos y fui aprendiendo, ahora ya trabajo solito como Tomatito Shows”, indica.
Con este oficio, Édgar genera un ingreso, aunque no es la única actividad que desarrolla, ya que también hace limpieza de terrenos, ayudante de panadero, en ocasiones trabaja matando animales.
En algún tiempo también anduvo de feriero en algunos municipios, sin embargo al final decidió volver a la actividad de payasito.
¿Qué otras pasiones tiene?
Édgar Emiliano, comenta que el deporte también ha sido uno de sus distractores ya que un tiempo practicó el bádminton en el equipo de baja estatura que llevaba el maestro Antonio Rojas presidente de la Asociación Veracruzana de Bádminton.
Otra de sus pasiones es la lucha libre, deporte que venía practicando hasta que el año pasado por una lesión, tuvo que dejarlo en lo que se recupera.
“Desde que era niño me gustaban las luchas, empecé a practicar en mi casa con colchonetas, las caídas, los movimientos, me comunique con un profesor de aquí de Veracruz que se llama Copiloto Junior, le dije que yo estaba entrenando en casa y que quería subirme al cuadrilátero y si me dio la oportunidad, después de un año entrenando con el maestro empecé a pelear”, destaca.
Durante su paso por la lucha libre, se presentó en la arena Imperio de Campeones, en La Fraternidad, en la Unión Veracruzana de Lucha Libre de la avenida JB Lobos y Alcocer y en la de Coliseo Veracruzano de la avenida Circunvalación.
“La última lucha que tuve fue el 31 de abril del año pasado porque ese día caí mal cuando me aventaron de la tercera cuerda y me torcí el cuello, la verdad es que me espante mucho y deje de ir, si he pensado en regresar porque las luchas me gustan desde niño y es uno de mis sueños seguir de luchador”, puntualiza.
Édgar, menciona que aunque a veces se siente triste por ser pequeño, trata de darse ánimos para ser feliz con lo que tiene y alimentar sus sueños en grande, apoyado por su familia, sus amigos y toda la gente que a lo largo de su vida ha ido conociendo.
“Si he llegado a sentirme triste por mi tamaño, más porque no he podido conseguir novia, me dicen que estoy muy chiquito pero quiero pensar que no ha llegado la indicada, trato de darme ánimos, nadie se mete conmigo y tengo muchos amigos, claro que me vacilan y hacen bromas por mi tamaño pero creo que es parte de la convivencia, tengo muchos amigos que me quieren y a lo que aspiro a estar sano, feliz, seguir de payasito y regresar a las luchas”, afirma.
El 25 de octubre se conmemora el Día Mundial de las Personas de Talla Baja, movimiento que se inició en México.