La Doctora Remedios Álvarez Santos, académica de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana (UV), aseveró que en la máxima casa se vivieron ocho años de colusión y omisión relacionados con la violencia.
“Un considerable número de mujeres que integramos la comunidad universitaria estamos viviendo aún los remanentes de ocho años de colusión y de omisión al interior de nuestra institución en cuanto a violencia se refiere, aquí hay que recordar que nuestro estado tiene dos alertas de género y se pronostica una tercera”, expuso.
Tras recibir una disculpa pública de parte del Rector de la UV, Martín Aguilar Sánchez, consideró que el trabajo iniciado con la nueva administración se puede vislumbrar una nueva era para la máxima casa de estudios.
“Le agradezco porque este suceso insufla mi espíritu de esperanza y de confianza, creer en nuestra institución educativa es toral para su óptimo funcionamiento, pero debemos reconocer que ello nos concierne a todos y a todas pues somos corresponsables de lo que en ella acaece”, manifestó.
Puntualizó que algunas mujeres han hecho visible la violencia a la que se enfrentan; sin embargo, otras siguen paralizadas por el miedo.
“Me mueve la esperanza de no ver más el miedo reflejado en los cuerpos de aquellos y aquellas a quienes se les ha hecho creer que son débiles, en este mensaje yacen las voces de mujeres que me han expresado relatos de violencia que están viviendo, ellas recuerdan la invisibilización de la que hemos sido objeto, pero también están presentes las mujeres a las que el miedo ha paralizado, las que tienen introyectada la creencia de que carecen de voz y a quienes les digo que vivir sin miedo es vivir en libertad”, manifestó.
Asimismo, señaló que la disculpa pública debía darse en la pasada administración, a cargo de la exrectora Sara Ladrón de Guevara González, ya que fue entonces cuando fue víctima de violencia de parte de sus compañeros de trabajo.
“Doctor Martín Aguilar Sánchez acepto con beneplácito la disculpa que tuvo a bien expresar, no correspondía a usted hacerlo, en tanto al daño infringido hacia mí se suscitó durante la pasada Rectoría a cargo de Sara Ladrón de Guevara y de sus funcionarios”, dijo al dirigirse al Rector de la máxima casa de estudios.
Relató que al buscar una disculpa pública un Doctor en Filosofía le señaló: Estás emprendiendo una lucha Quijotesca, “traducción, Remedios estás local, tiempo después en un evento público esa misma persona aseveró: la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se banaliza al tomar un caso particular como el de Lidia Cacho, quien se quejó por el paseíto que le dieron, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, evidentemente, deliberó que el delito no era mayor. No omitiré juicio de valor, espero, ustedes sí”.
Manifestó que evadir la violencia que se ejerce y que experimentan muchas personas en el ámbito laboral, lejos de atenuar la problemática, la exacerba, “nadie tiene porqué vivir vejaciones, es competencia de todas y todos generar las condiciones para erradicar estas abominables prácticas, la resignación tampoco es la solución y aquí la deontología arroja luz porque es evidente que la violencia existe, pero no deberíamos permitir que se siga perpetuando”.
“El ejercicio profesional guarda un compromiso social, la filosofía, la docencia y la investigación justifican en gran medida mi existencia, por lo anterior, mi gratitud y amor hacia la Universidad Veracruzana es inconmensurable y justo por esto me niego a que el poder la corrompa, debemos resguardarla de este porque no merecer ser mancillada al ser el seno del cual hemos abrevado”, expresó.
Consideró que se debe trabajar para edificar una Universidad sin condición en la que se pueda practicar sin el temor a ser castigados o castigadas por ello.
“La libre expresión es un derecho humano característica inherente de un estado democrático y, por ende, de instituciones democráticas, de tal manera que es apremiante a resistir a la seducción de ser un mero eco de quienes se ostentan como dueñas o dueños de nuestras instituciones educativas, la corrupción e impunidad nos cuesta a todas y a todos”, comentó.
En ese sentido, destacó que la ética debería ser antídoto para no ser brazos del poder que envilece.
“Mi profesión es madura, mi brújula y me leal compañera, es la palestra contra todo despotismo, no hay instante en el que no le corresponda con amor porque es mi obligación moral. Sin duda han sido años aciagos, pero hoy tomo aliento después de haber recorrido derroteros escarpados, la esperanza es la que me impulsa a seguir creyendo en mí, en las y los estudiantes, en la Universidad continuará acompañándome en la loable tarea docente”, concluyó.