/ sábado 14 de enero de 2023

Pura fuerza: Lilia conduce camión de Limpia Pública en Xalapa; su historia

Su honestidad y habilidad la mantienen como una conductora única y trabajadora

Lilia tiene 47 años y es operadora de una unidad de recolección de desechos orgánicos desde hace más de 7 años, aunque en la dirección de Limpia Pública ya lleva 11. Durante este tiempo ha tenido que sortear todo tipo de actos de discriminación y machismo por parte de sus compañeros y hasta directivos. “Nosotras no tenemos la misma fuerza, pero de que se puede hacer, si quiere uno, se puede”, asegura.

Lilia hace lo que le gusta y se siente orgullosa de ello, pese a que su salario apenas se acerca a los 3 mil pesos mensuales y conlleve cansancio, malos tratos y hasta burlas. “Mi sueldo es de algo así, pero con el sindicato hay apoyos con despensa, pero no en especie sino dinero, que un poco de ayuda para pagar el agua, que otro apoyo para la renta, ya se va haciendo un poco más”.

¿Cómo es la vida diaria de Lilia?

Su día inicia a las 5 de la mañana, para preparar los desayunos de él y su esposo, y estar en la cochera a las 6:30 para salir alrededor de 7:00 a cumplir con su ruta. Antes, debe revisar su unidad para verificar que esté en buenas condiciones antes de hacer su trabajo.

Su ruta incluye la recolección en la Central de Abasto de los desechos orgánicos y algunos locales en colonias como La Ébano, carretera vieja a Coatepec y una parte de Ruiz Cortines. Su salida es cerca de las 16:30 horas y después el trabajo continúa, pero ahora en casa.

Entró en lugar de su esposo quien debía salir de la ciudad, en primer momento como checadora de la báscula en el relleno sanitario donde permaneció por tres meses, posteriormente pasó al barrido. Desde muy temprano se encargaba de que las avenidas Américas, Encanto y Ferrocarril permanecieran limpias.

También era un trabajo pesado pues no importaba el sol o la lluvia, no había concesión; allí permaneció por dos años. Más tarde, pasó a un programa que se implementó en una administración pasada con maquinaria de limpieza móviles para retirar la pintura de grafiti en bardas, fachadas y monumentos.

Aunque anteriormente se empezaba a considerar a las mujeres para manejar las barredoras, fue en otra administración municipal donde se lanzó la convocatoria para que las mujeres aprendieran a manejar.

“Trajeron cuatro carros verdes chicos, en ese tiempo yo no me aventé, sí nos enseñaron y todo, pero yo todavía tenía miedo. En ese tiempo estaba de directora la maestra Verónica y le dije que yo todavía no (estaba lista), pero me dijo que anduviera de chalana apoyando a la chofer y en ese tiempo estuve ahí tres años, viendo cómo era lo de la manejada”.

Luego hizo una primera prueba para conducir una unidad que no pasó, más tarde lo volvió a intentar y entonces estaba lista para iniciar con el nuevo encargo.

¿Además del machismo, qué otras cosas debe enfrentar la conductora?

“De hecho ellos me dieron la confianza y me dijeron ‘no nos vaya usted a defraudar’ y hasta ahorita me he mantenido porque me pongo en mi plan, porque aquí no falta la discriminación, no falta el machismo. De hecho, cuando estuvo Américo sí tuve muchos problemas con Octavio, que estuvo como subdirector, fue un caos ahí. Él decía que las mujeres eran para que estuvieran en su casa, lavando trastes, la ropa, haciendo de comer y que ese trabajo era de hombres”.

Vuelve a leer: Casos de acoso y violencia en la UV: Xalapa concentra el 66%

A la fecha – confiesa- tiene que seguir enfrentándose a actitudes machistas por parte de los varones con lo que labora.

“No faltan los compañeros que nos les gusta y que dicen ‘pinches viejas, deberían estar en su casa, cuidando a los chamacos’, pero no, aquí estamos, en la lucha, porque esta es una lucha con los compañeros, luego le hacen a una maldades, pero ya se acostumbra uno a ese tipo de cosas. Ha habido momentos que me dan ganas de tirar la toalla, pero no, tengo que seguir. Es que, porque realmente mi trabajo me gusta, siempre me ha gustado, siempre le he echado ganas a toda cosa que me digan o me pidan”.

Su esposo, que también es chofer en la dirección de Limpia Pública, es uno de sus principales motivadores, además de sus cuatro hijos.

“Él (su esposo) me dice que le eche ganas y que no me deje. Y es que también hay veces que en los camiones les ponen chalanes, pero hay veces que el chalan dice ‘no, yo no me voy con esa’ y de hecho yo tengo que buscar mis chalanes, hay una chica que anda conmigo, pero ella no recibe paga, viene por lo que podamos chacharear y sacar. Ella tenía contrato, pero se lo quitaron por ‘x’ o ‘y’ y, pues ni modo, acá sigue”.

A la fecha, son alrededor de cinco las mujeres que trabajan en la dirección de Limpia Pública, pero que manejan son solo dos, ella y una de sus compañeras que conduce una camioneta, porque no es fácil que les den la oportunidad.

Lamenta que haya compañeros que sigan considerando que, por ser mujer, no puede desempeñar la labor que hasta ahora ha hecho.

“Luego dicen es que la mujer no sabe, no puede, es tonta, es bruta, siempre a una la tratan de tonta, y digo no, cómo de qué no, ¿ellos cómo lo hacen? Con las manos, la cabeza, los pies, pues nosotros estamos igual, no tenemos la misma fuerza, pero de que se puede hacer, si quiere uno, se puede”.

Es clara en decir:

A mí me encanta mi trabajo, me gusta mucho lo que hago y primero Dios aquí seguiré


Lilia tiene 47 años y es operadora de una unidad de recolección de desechos orgánicos desde hace más de 7 años, aunque en la dirección de Limpia Pública ya lleva 11. Durante este tiempo ha tenido que sortear todo tipo de actos de discriminación y machismo por parte de sus compañeros y hasta directivos. “Nosotras no tenemos la misma fuerza, pero de que se puede hacer, si quiere uno, se puede”, asegura.

Lilia hace lo que le gusta y se siente orgullosa de ello, pese a que su salario apenas se acerca a los 3 mil pesos mensuales y conlleve cansancio, malos tratos y hasta burlas. “Mi sueldo es de algo así, pero con el sindicato hay apoyos con despensa, pero no en especie sino dinero, que un poco de ayuda para pagar el agua, que otro apoyo para la renta, ya se va haciendo un poco más”.

¿Cómo es la vida diaria de Lilia?

Su día inicia a las 5 de la mañana, para preparar los desayunos de él y su esposo, y estar en la cochera a las 6:30 para salir alrededor de 7:00 a cumplir con su ruta. Antes, debe revisar su unidad para verificar que esté en buenas condiciones antes de hacer su trabajo.

Su ruta incluye la recolección en la Central de Abasto de los desechos orgánicos y algunos locales en colonias como La Ébano, carretera vieja a Coatepec y una parte de Ruiz Cortines. Su salida es cerca de las 16:30 horas y después el trabajo continúa, pero ahora en casa.

Entró en lugar de su esposo quien debía salir de la ciudad, en primer momento como checadora de la báscula en el relleno sanitario donde permaneció por tres meses, posteriormente pasó al barrido. Desde muy temprano se encargaba de que las avenidas Américas, Encanto y Ferrocarril permanecieran limpias.

También era un trabajo pesado pues no importaba el sol o la lluvia, no había concesión; allí permaneció por dos años. Más tarde, pasó a un programa que se implementó en una administración pasada con maquinaria de limpieza móviles para retirar la pintura de grafiti en bardas, fachadas y monumentos.

Aunque anteriormente se empezaba a considerar a las mujeres para manejar las barredoras, fue en otra administración municipal donde se lanzó la convocatoria para que las mujeres aprendieran a manejar.

“Trajeron cuatro carros verdes chicos, en ese tiempo yo no me aventé, sí nos enseñaron y todo, pero yo todavía tenía miedo. En ese tiempo estaba de directora la maestra Verónica y le dije que yo todavía no (estaba lista), pero me dijo que anduviera de chalana apoyando a la chofer y en ese tiempo estuve ahí tres años, viendo cómo era lo de la manejada”.

Luego hizo una primera prueba para conducir una unidad que no pasó, más tarde lo volvió a intentar y entonces estaba lista para iniciar con el nuevo encargo.

¿Además del machismo, qué otras cosas debe enfrentar la conductora?

“De hecho ellos me dieron la confianza y me dijeron ‘no nos vaya usted a defraudar’ y hasta ahorita me he mantenido porque me pongo en mi plan, porque aquí no falta la discriminación, no falta el machismo. De hecho, cuando estuvo Américo sí tuve muchos problemas con Octavio, que estuvo como subdirector, fue un caos ahí. Él decía que las mujeres eran para que estuvieran en su casa, lavando trastes, la ropa, haciendo de comer y que ese trabajo era de hombres”.

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A la fecha – confiesa- tiene que seguir enfrentándose a actitudes machistas por parte de los varones con lo que labora.

“No faltan los compañeros que nos les gusta y que dicen ‘pinches viejas, deberían estar en su casa, cuidando a los chamacos’, pero no, aquí estamos, en la lucha, porque esta es una lucha con los compañeros, luego le hacen a una maldades, pero ya se acostumbra uno a ese tipo de cosas. Ha habido momentos que me dan ganas de tirar la toalla, pero no, tengo que seguir. Es que, porque realmente mi trabajo me gusta, siempre me ha gustado, siempre le he echado ganas a toda cosa que me digan o me pidan”.

Su esposo, que también es chofer en la dirección de Limpia Pública, es uno de sus principales motivadores, además de sus cuatro hijos.

“Él (su esposo) me dice que le eche ganas y que no me deje. Y es que también hay veces que en los camiones les ponen chalanes, pero hay veces que el chalan dice ‘no, yo no me voy con esa’ y de hecho yo tengo que buscar mis chalanes, hay una chica que anda conmigo, pero ella no recibe paga, viene por lo que podamos chacharear y sacar. Ella tenía contrato, pero se lo quitaron por ‘x’ o ‘y’ y, pues ni modo, acá sigue”.

A la fecha, son alrededor de cinco las mujeres que trabajan en la dirección de Limpia Pública, pero que manejan son solo dos, ella y una de sus compañeras que conduce una camioneta, porque no es fácil que les den la oportunidad.

Lamenta que haya compañeros que sigan considerando que, por ser mujer, no puede desempeñar la labor que hasta ahora ha hecho.

“Luego dicen es que la mujer no sabe, no puede, es tonta, es bruta, siempre a una la tratan de tonta, y digo no, cómo de qué no, ¿ellos cómo lo hacen? Con las manos, la cabeza, los pies, pues nosotros estamos igual, no tenemos la misma fuerza, pero de que se puede hacer, si quiere uno, se puede”.

Es clara en decir:

A mí me encanta mi trabajo, me gusta mucho lo que hago y primero Dios aquí seguiré


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