Aunque divididos pero en grupos pasó la segunda caravana por la zona de Córdoba para alcanzar más rápido su objetivo: el sueño americano, y por seguridad optaron por no separarse, por lo que pidieron “raid” pero a choferes de tráileres con cajones o plataformas grandes.
El paso en esta ocasión fue la autopista Córdoba-Orizaba, lo que cambió la estrategia que estaba implementada para atenderlos a la altura de Rancho Trejo en Amatlán, pero por la carretera federal.
Ahora los casi 2 mil migrantes centroamericanos, en su mayoría hondureños, prácticamente se siguieron de largo, sólo se detuvieron unos momentos para comer, asearse y descansar un poco en el módulo que se reubicó a la altura de una gasolinera en Rancho Trejo pero del lado de la autopista, donde fueron atendidos por grupos católicos, de auxilio, cuerpos policiacos y brigadas médicas.
Los jóvenes y audaces fueron los primeros en pasar sin parar por Córdoba, atrás se quedaron varones para acompañar a sus familias, mujeres y niños, quienes a pesar del cansancio hicieron lo posible por no quedarse rezagados.
La ayuda humanitaria que se recolectó días antes se llevó al módulo de la gasolinera: comida, ropa, zapatos, agua, medicamentos, lo que fue un paliativo al dolor físico y sufrimiento del alma de los migrantes.
Alergias, infecciones de las vías respiratorias, ámpulas en los pies y deshidratación fueron los principales problemas de salud que presentaron y se atendieron.
Tal como se acordó en previa reunión, la Diócesis de Córdoba y Orizaba se organizaron para apoyarlos, en esta ocasión en el albergue se dispuso en Pluviosilla.
El sacerdote Andrés Julián Verónica Fernández, coordinador de la Pastoral Social de la Diócesis de Córdoba, dijo que no hubo apoyo institucional para transportar a los centroamericanos, por lo que un grupo de particulares entraron al quite para darles el “aventón” al menos en el tramo Amatlán-Fortín.
Atrás vienen otras dos caravanas, por lo que se mantendrá la coordinación con los grupos de auxilio, pastorales, de salud, cuerpos policiacos y población civil, puntualizó.
Los migrantes no pernoctaron en la zona Amatlán-Córdoba porque tomaron el acuerdo de llegar pronto a Puebla, para estar prácticamente a un paso de la Ciudad de México.
En tanto el obispo de la Diócesis de Córdoba, Eduardo Patiño Leal, agradeció a la población que respondió al llamado para ayudar a los migrantes.
Por supuesto que debería haber todo el apoyo para facilitarles su camino para llegar a la frontera norte, donde sin duda será difícil ingresar, reconoció.