Movimientos migratorios amenazan la producción de artesanías

Maximino del Ángel lamenta que por este fenómeno cada vez sean menos quienes se dedican a elaborar productos con zapupe

Maribel Sánchez | Diario de Xalapa

  · viernes 3 de enero de 2020

Foto: Maribel Sánchez | Diario de Xalapa

Xalapa, Ver.- De acuerdo con investigaciones antropológicas, en la huasteca veracruzana, el uso de las fibras naturales procedentes de agaves para crear textiles o utensilios de la vida diaria data de los pueblos mesoamericanos. Sin embargo, aunque aún existen personas con este conocimiento, en la congregación Xilosúchil, del municipio de Tantoyuca, “cada vez hay menos interés de los jóvenes por preservar estos saberes”.

Don Maximino del Ángel Bautista, quien emplea el zapupe (fibra de ixtle) y las tintas naturales para la elaboración de morrales representativos de la región, lamenta que por la migración cada vez sean menos quienes se dedican a la elaboración de artesanías.

Y es que acepta que a diferencia de los bordados y la indumentaria tradicional, los cuales empiezan a ser revalorados, para la adquisición de los objetos de zapupe no se toma en cuenta que se trata de un proceso artesanal al cual se le invierten mucho tiempo y esmero.

PROCESO

"Para empezar, tenemos que ir a buscar el ixtle, cortar las pencas —parecidas a las hojas del maguey—, quitar las espinas y luego hacer el rallado con un cuchillo de hueso de res. Luego viene el despulpado y poco a poco vamos sacando la fibra, de ambos lados de la penca. Ya que tenemos el zapupe, viene el hilado, para lo que usamos dos palos que colocamos de extremo a extremo. La tela, que normalmente es de 40 por 80 centímetros, la hacemos en telar de cintura —más grande no se puede porque el zapupe es máximo de un metro de largo—.

Con tela en mano ya nada más vamos uniendo para hacer los morrales, con tapa para hombres y sin tapa para las mujeres. Al final es el asa”.

Foto: Maribel Sánchez | Diario de Xalapa

Don Maximino explica que él solo no podría hacer la docena de morrales que actualmente manufacturan en el tallercito familiar. Participan también su esposa y tres hijos. Porque otro aspecto que les absorbe mucho tiempo es la creación de tintas, que requiere, aproximadamente, ocho días.

TINTAS

Aunque ya más o menos tenemos el lugar donde encontramos los árboles, las plantas o las flores, debemos salir a andar. Por decir algo, para el color café buscamos el palo volador, le quitamos la corteza con mucho cuidado, la llevamos a la casa para ponerla en agua unos cinco o seis días. Como fijador usamos sales minerales, como el tequesquite (piedra de color grisáceo). Cuando tenemos la tinta, pintamos el zapupe, que no se decolora con el sol ni mancha la ropa

El artesano veracruzano, entrevistado en el encuentro Veracruz en Los Pinos, en la Ciudad de México, expresa que en su pueblo les han enseñado a cuidar la naturaleza, “porque de allí sale para trabajar”, motivo por el cual también contribuyen a evitar que las plantas se sequen o que las cortezas de los árboles resulten dañadas.

Bolsa con pintura natural/Foto: Maribel Sánchez|Diario de Xalapa

ECONOMÍA

El artesano veracruzano, entrevistado en el encuentro Veracruz en Los Pinos, en la Ciudad de México, expresa que en su pueblo les han enseñado a cuidar la naturaleza, “porque de allí sale para trabajar”, motivo por el cual también contribuyen a evitar que las plantas se sequen o que las cortezas de los árboles resulten dañadas.

Ante tal panorama, don Maximino entiende que los jóvenes se empleen en otras actividades, sin importar que para ello tengan que dejar la congregación.

“Antes éramos muchos artesanos, pero ahora ya no. Los muchachos se van a la ciudad, a las fábricas, al trabajo doméstico, o los pocos que estudian, se dedican a su profesión”.

Otro factor que afecta la preservación de saberes ancestrales es que la compra de los productos solo se da en temporadas especiales: “Salimos a vender a Tantoyuca. En las fiestas de Xantolo o Día de Muertos es cuando tiene más demanda el morral y nos pagan un poco más, pero en diciembre y enero se acaba el trabajo. La mayoría de las personas se va al campo, al corte de tomate, cebolla, chile… Yo también he ido para sacar adelante nuestra economía, porque si nada más nos quedamos en la casa haciendo artesanías, no nos alcanza”.

Otro problema que expone es que existen quienes llegan en camionetas a la comunidad: “Nos compran bien barato y luego por necesidad damos el producto, pero quienes se llevan la mayor ganancia son ellos. Nosotros apenas recuperamos un poco el costo del material”.

Don Maximino considera que es necesario que haya más apoyo para difundir en qué consiste la artesanía de zapupe; de esa manera, cree que la gente podría interesarse por adquirir los productos, y al existir demanda, quienes han dejado de elaborar las artesanías podrían recuperar el entusiasmo por preservar un conocimiento que por lo menos él valora mucho.

El que la naturaleza nos dé todo para trabajar y comer es algo de lo que siempre estaré sorprendido, porque solo necesito mis manos y las enseñanzas de mi mamá para ganarme la vida honestamente