/ martes 29 de noviembre de 2022

Obsolescencia programada, en algunos países se considera un delito; México no es uno de ellos

Entre los diferentes tipos de obsolescencia están las siguientes: funcional y tecnológica; se calcula que en el país cada persona genera al año 8.2 kilogramos de basura electrónica

Xalapa, Ver.- Aunque en países como Francia ya es un delito la creación de objetos electrónicos diseñados para una vida útil muy corta, en México el avance en esta regulación es mínimo con graves efectos socioecológicos, advierte el investigador Jorge Urdapilleta Carrasco.

En el webinar “Economía Solidaria Circular para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRS)” apuntó que al no contar con un sistema regulatorio se abarata el costo de los productos y aumenta el consumismo.

De acuerdo con datos oficiales, se calcula que en el país cada persona genera al año 8.2 kilogramos de basura electrónica, relacionada con el consumismo y con lo que se denomina “obsolescencia programada”.

Este término, explica el subdirector de la dirección sureste del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se aplica cuando los fabricantes crean productos con fallas planeadas.

Entre los diferentes tipos de obsolescencia están las siguientes: funcional y tecnológica, que tiene que ver con defecto funcional, avería o incompatibilidad; de calidad, cuando al poco tiempo presenta fallas y mal funcionamiento, y psicológica, pues se siembra la idea de que el producto ya no es novedoso o no está en tendencia.

Impuestos

Si a un celular se le agregara el costo por afectación a los ríos o a las minerías por la extracción de metales para poder producirlo, el teléfono tendría un valor mucho más alto”, señala el especialista en economía.

Para combatir la problemática, indica que se debe avanzar en economía solidaria y cobrar impuestos para reducir la producción y la afectación.

Asimismo, cobrar impuestos para canalizar recursos al saneamiento; crear conciencia social para privilegiar productos sin externalidades, y crear conciencia socioecológica entre las empresas.

Indica que las empresas-fabricantes deben adoptar los principios de la economía solidaria, y erradicar todas las formas de explotación social y devastación ecológica.

Además, reformular los modelos de producción; sumarse como promotores de una sociedad alternativa donde se priorice la defensa de la solidaridad, la justicia social y la biodiversidad cultual, y replantear el modelo de negocio.

En la reunión virtual coordinada por el Conacyt sureste y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) Golfo, Jorge Urdapilleta indicó que hay que mutar a nuevas economías.

¿Economía solidaria?

Jorge Urdapilleta, Alejandra Fajardo y Alejandro Chacón, expertos en economía solidaria y ecodiseño, coinciden en que es momento de pensar en un mundo posible que tenga como cimiento la racionalidad del bien común entre todos los seres, el cual lleve a superar la colonialidad, a revertir la degradación y a abatir la marginación.

Opinan que en el nuevo mundo se debe pensar en dos economías: circular y solidaria, ¿pero cómo funcionan?

Detallan que las bases de la economía circular son vigilar el origen y calidad de la materia prima, generar un sistema productivo eficiente de energía y residuos, y tener cuidado en los medios de distribución.

También, en prolongar el tiempo de vida útil, en fomentar la reutilización o reparación, y en ahondar en la recolección y reciclado.

Con respecto a la economía circular, se centra en la justicia por encima del lucro, en la igualdad de oportunidades y en lograr una cooperación “sustantiva” que no sea un aparente ganar-ganar.

Además, manifiestan, se debe reinvertir en los beneficios sociales, lograr una incidencia en políticas públicas y asumir la responsabilidad ambiental.

Nuevo modelo

Jorge Urdapilleta y da a conocer el Conacyt creó ya un modelo que involucra a la academia, el gobierno y la industria o las empresas para generar nuevas formas de producir innovaciones que generen beneficios sociales y ambientales.

Este modelo –ahonda– promueve la sustentabilidad a través de innovaciones en las que el gobierno brinda apoyos económicos al sector productivo y la academia.

Al hacerlo contribuye así a la creación de desarrollo y circulación del conocimiento para la generación de efectos positivos en la sociedad, con un enfoque al cuidado del medio ambiente.

Los investigadores enfatizan que la generación de manejo de residuos nos abarca a todas las personas y se tienen que generar nuevas dinámicas con el bien común al centro. Aclaran que la innovación no es crear una aplicación o inteligencia artificial sino meterse al ciclo de producción.

La sociedad tiene que dejar de esconder el problema, pues no se trata solo de dejar de usar popotes o plástico sino superar el consumismo como vía de escape a la soledad, subraya Jorge Urdapilleta.

Considera que se deben construir comunidades virtuosas donde la unidad familiar, el respeto y solidaridad sean las fuentes que provean de satisfactores más profundos.

También, invertir en otro tipo de bienes sociales, no de consumo, que favorezcan la regeneración del tejido social y de los ecosistemas.

Xalapa, Ver.- Aunque en países como Francia ya es un delito la creación de objetos electrónicos diseñados para una vida útil muy corta, en México el avance en esta regulación es mínimo con graves efectos socioecológicos, advierte el investigador Jorge Urdapilleta Carrasco.

En el webinar “Economía Solidaria Circular para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRS)” apuntó que al no contar con un sistema regulatorio se abarata el costo de los productos y aumenta el consumismo.

De acuerdo con datos oficiales, se calcula que en el país cada persona genera al año 8.2 kilogramos de basura electrónica, relacionada con el consumismo y con lo que se denomina “obsolescencia programada”.

Este término, explica el subdirector de la dirección sureste del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se aplica cuando los fabricantes crean productos con fallas planeadas.

Entre los diferentes tipos de obsolescencia están las siguientes: funcional y tecnológica, que tiene que ver con defecto funcional, avería o incompatibilidad; de calidad, cuando al poco tiempo presenta fallas y mal funcionamiento, y psicológica, pues se siembra la idea de que el producto ya no es novedoso o no está en tendencia.

Impuestos

Si a un celular se le agregara el costo por afectación a los ríos o a las minerías por la extracción de metales para poder producirlo, el teléfono tendría un valor mucho más alto”, señala el especialista en economía.

Para combatir la problemática, indica que se debe avanzar en economía solidaria y cobrar impuestos para reducir la producción y la afectación.

Asimismo, cobrar impuestos para canalizar recursos al saneamiento; crear conciencia social para privilegiar productos sin externalidades, y crear conciencia socioecológica entre las empresas.

Indica que las empresas-fabricantes deben adoptar los principios de la economía solidaria, y erradicar todas las formas de explotación social y devastación ecológica.

Además, reformular los modelos de producción; sumarse como promotores de una sociedad alternativa donde se priorice la defensa de la solidaridad, la justicia social y la biodiversidad cultual, y replantear el modelo de negocio.

En la reunión virtual coordinada por el Conacyt sureste y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) Golfo, Jorge Urdapilleta indicó que hay que mutar a nuevas economías.

¿Economía solidaria?

Jorge Urdapilleta, Alejandra Fajardo y Alejandro Chacón, expertos en economía solidaria y ecodiseño, coinciden en que es momento de pensar en un mundo posible que tenga como cimiento la racionalidad del bien común entre todos los seres, el cual lleve a superar la colonialidad, a revertir la degradación y a abatir la marginación.

Opinan que en el nuevo mundo se debe pensar en dos economías: circular y solidaria, ¿pero cómo funcionan?

Detallan que las bases de la economía circular son vigilar el origen y calidad de la materia prima, generar un sistema productivo eficiente de energía y residuos, y tener cuidado en los medios de distribución.

También, en prolongar el tiempo de vida útil, en fomentar la reutilización o reparación, y en ahondar en la recolección y reciclado.

Con respecto a la economía circular, se centra en la justicia por encima del lucro, en la igualdad de oportunidades y en lograr una cooperación “sustantiva” que no sea un aparente ganar-ganar.

Además, manifiestan, se debe reinvertir en los beneficios sociales, lograr una incidencia en políticas públicas y asumir la responsabilidad ambiental.

Nuevo modelo

Jorge Urdapilleta y da a conocer el Conacyt creó ya un modelo que involucra a la academia, el gobierno y la industria o las empresas para generar nuevas formas de producir innovaciones que generen beneficios sociales y ambientales.

Este modelo –ahonda– promueve la sustentabilidad a través de innovaciones en las que el gobierno brinda apoyos económicos al sector productivo y la academia.

Al hacerlo contribuye así a la creación de desarrollo y circulación del conocimiento para la generación de efectos positivos en la sociedad, con un enfoque al cuidado del medio ambiente.

Los investigadores enfatizan que la generación de manejo de residuos nos abarca a todas las personas y se tienen que generar nuevas dinámicas con el bien común al centro. Aclaran que la innovación no es crear una aplicación o inteligencia artificial sino meterse al ciclo de producción.

La sociedad tiene que dejar de esconder el problema, pues no se trata solo de dejar de usar popotes o plástico sino superar el consumismo como vía de escape a la soledad, subraya Jorge Urdapilleta.

Considera que se deben construir comunidades virtuosas donde la unidad familiar, el respeto y solidaridad sean las fuentes que provean de satisfactores más profundos.

También, invertir en otro tipo de bienes sociales, no de consumo, que favorezcan la regeneración del tejido social y de los ecosistemas.

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