/ sábado 23 de septiembre de 2017

Familias desalojadas por riesgo de colapso

La noche avanza en las calles sin alumbrado público

Luego del sismo del pasado 19 de septiembre, cientos de capitalinos han tenido que abandonar sus viviendas por el riesgo de que se colapsen debido a los daños recibidos. Tal es el caso de José Fernando, del departamento 501 del edificio que está a punto de colapsar en la esquina de Morena y Nicolás San Juan en la colonia del Valle.

Preocupado, desesperado por la falta de información, relata a este periódico que desde el día del sismo fueron desalojados por las autoridades y no se les ha permitido el ingreso para recuperar sus pertenencias y documentos.

Los primeros días tuvieron que dormir en la calle, luego, él y varios de sus vecinos, también desalojados, tuvieron que buscar refugio en casa de amigos y familiares.

La noche avanza en las calles sin alumbrado público dentro de los límites de las colonias Roma y Condesa, tres personas duermen dentro de su auto, estacionado en la calle de Durango, cubiertos de pies a cabeza por un gran edredón.

La oscuridad que cubre la zona desde el temblor del martes pasado se mantiene en muchas calles y oculta particularmente a cuatro familias en la calle Valladolid, mientras construyen una casa de campaña con la ayuda de voluntarios brigadistas; también están tendiendo camas con cartones y cobijas. Se trata de un grupo de vecinos que se quedaron sin servicios básicos como agua, electricidad y gas por el derrumbe del edificio cercano en la Calle de Álvaro Obregón 286, y no quieren dejar los departamentos en los que viven.

“La luz nos dijeron que nos la ponen hasta el sábado, entonces tenemos que aguantar. Si sobrevivimos al temblor tenemos que ser conscientes. No nos queda de otra. Mientras, tampoco podemos cocinar porque nos dicen que todavía hay fugas gas” dice la señora Rocío Gómez de 65 años.

Tres mujeres de entre 60 y 70 años comentan, mientras regresan al improvisado campamento con tortas y café para cenar que les dio un grupo de jóvenes brigadistas-, que podrían irse a un albergue, “sabemos que podemos estar mejor ahí, pero preferimos estar cerca de nuestras cosas” señalan.

La inseguridad es tema que le preocupa a estos vecinos: saben de asaltos a conocidos del lugar. Justo hace unas horas hirieron en la pierna a uno de sus conocidos en un intento de asalto, mencionan. Dicen que hay gente que merodea los edificios abandonados para realizar saqueos en la zona. Pero reiteran que van a quedarse afuera de su edificio en la calle Valladolid para cuidarlo, y resistirán el tiempo que sea necesario en la calle para cuidar su patrimonio.

Ya es de madrugada y a pocos metros de ahí, frente al edificio de Cozumel número 52, un hombre sentado sobre la banqueta espera que el Ejército le permita entrar a su departamento. El hombre dice llamarse Ángel Romero, agente de seguros de 35 años, y con los ojos vidriosos, señala a los militares armados que vigilan el inmueble y afirma le prohíben entrar a su casa para sacar sus pertenencias.

Cuenta que ahí dentro se quedaron sus dos gatos que tiene como mascotas y debido al temblor su edificio está catalogado ya como un edificio con alto riesgo de derrumbe y no pudo sacar nada de ahí. Pero a su consideración no cree que sea tan grave como para no entrar en él.

Argumenta que la protección excesiva del Ejército es un problema para los vecinos de los 12 departamentos que hay en su edificio y será hoy cuando las autoridades capitalinas ofrezcan una solución a los vecinos que como Ángel están sin poder recuperar sus pertenencias.

Molesto, Ángel dice que “el Ejército no tiene la capacidad para razonar, solo para seguir órdenes. Las decisiones de flexibilidad para entrar a algún punto creo que las debe tomar Protección Civil”, apunta.

 

BAJO SU PROPIO RIESGO

Ángel sabe que hay riesgo si vuelve a temblar, pero quiere arriesgarse solo 10 minutos para sacar a sus mascotas y recoger sus pertenencias.

“Creo que están cuidando más su imagen que la seguridad de las personas” señala, y añade que permanecerá ahí hasta el domingo, aunque considera que tiene que aceptar la pérdida de su propiedad.

Luego del sismo del pasado 19 de septiembre, cientos de capitalinos han tenido que abandonar sus viviendas por el riesgo de que se colapsen debido a los daños recibidos. Tal es el caso de José Fernando, del departamento 501 del edificio que está a punto de colapsar en la esquina de Morena y Nicolás San Juan en la colonia del Valle.

Preocupado, desesperado por la falta de información, relata a este periódico que desde el día del sismo fueron desalojados por las autoridades y no se les ha permitido el ingreso para recuperar sus pertenencias y documentos.

Los primeros días tuvieron que dormir en la calle, luego, él y varios de sus vecinos, también desalojados, tuvieron que buscar refugio en casa de amigos y familiares.

La noche avanza en las calles sin alumbrado público dentro de los límites de las colonias Roma y Condesa, tres personas duermen dentro de su auto, estacionado en la calle de Durango, cubiertos de pies a cabeza por un gran edredón.

La oscuridad que cubre la zona desde el temblor del martes pasado se mantiene en muchas calles y oculta particularmente a cuatro familias en la calle Valladolid, mientras construyen una casa de campaña con la ayuda de voluntarios brigadistas; también están tendiendo camas con cartones y cobijas. Se trata de un grupo de vecinos que se quedaron sin servicios básicos como agua, electricidad y gas por el derrumbe del edificio cercano en la Calle de Álvaro Obregón 286, y no quieren dejar los departamentos en los que viven.

“La luz nos dijeron que nos la ponen hasta el sábado, entonces tenemos que aguantar. Si sobrevivimos al temblor tenemos que ser conscientes. No nos queda de otra. Mientras, tampoco podemos cocinar porque nos dicen que todavía hay fugas gas” dice la señora Rocío Gómez de 65 años.

Tres mujeres de entre 60 y 70 años comentan, mientras regresan al improvisado campamento con tortas y café para cenar que les dio un grupo de jóvenes brigadistas-, que podrían irse a un albergue, “sabemos que podemos estar mejor ahí, pero preferimos estar cerca de nuestras cosas” señalan.

La inseguridad es tema que le preocupa a estos vecinos: saben de asaltos a conocidos del lugar. Justo hace unas horas hirieron en la pierna a uno de sus conocidos en un intento de asalto, mencionan. Dicen que hay gente que merodea los edificios abandonados para realizar saqueos en la zona. Pero reiteran que van a quedarse afuera de su edificio en la calle Valladolid para cuidarlo, y resistirán el tiempo que sea necesario en la calle para cuidar su patrimonio.

Ya es de madrugada y a pocos metros de ahí, frente al edificio de Cozumel número 52, un hombre sentado sobre la banqueta espera que el Ejército le permita entrar a su departamento. El hombre dice llamarse Ángel Romero, agente de seguros de 35 años, y con los ojos vidriosos, señala a los militares armados que vigilan el inmueble y afirma le prohíben entrar a su casa para sacar sus pertenencias.

Cuenta que ahí dentro se quedaron sus dos gatos que tiene como mascotas y debido al temblor su edificio está catalogado ya como un edificio con alto riesgo de derrumbe y no pudo sacar nada de ahí. Pero a su consideración no cree que sea tan grave como para no entrar en él.

Argumenta que la protección excesiva del Ejército es un problema para los vecinos de los 12 departamentos que hay en su edificio y será hoy cuando las autoridades capitalinas ofrezcan una solución a los vecinos que como Ángel están sin poder recuperar sus pertenencias.

Molesto, Ángel dice que “el Ejército no tiene la capacidad para razonar, solo para seguir órdenes. Las decisiones de flexibilidad para entrar a algún punto creo que las debe tomar Protección Civil”, apunta.

 

BAJO SU PROPIO RIESGO

Ángel sabe que hay riesgo si vuelve a temblar, pero quiere arriesgarse solo 10 minutos para sacar a sus mascotas y recoger sus pertenencias.

“Creo que están cuidando más su imagen que la seguridad de las personas” señala, y añade que permanecerá ahí hasta el domingo, aunque considera que tiene que aceptar la pérdida de su propiedad.

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