/ viernes 25 de mayo de 2018

Acerca del aprendizaje

Generalmente todo aprendizaje comienza bajo la tutela de los padres; más, como es la madre, por razones naturales, la encargada de enseñar lo elemental del comportamiento en sociedad, se dice: “La educación se mama”; mas ello, no impide que el padre también intervenga en dicha enseñanza, así pues podemos asegurar que la educación se aprende en casa.

Por falta de orientación, ya que a ser padres aprendemos sobre la marcha, muchas criaturas no conocen ni su dirección, pues lo consideramos innecesario; mas, no es así, ya que en caso de extraviarse el proporcionársela a quien se lo pregunte, puede traerlo de nuevo a casa.

No necesitamos ser sabios ni haber estudiado mucho para comprender el principio de la lógica: “Lo que es positivo no puede ser negativo y viceversa; es decir, lo contrario, lo que es negativo no puede ser positivo.

Tomando en cuenta este sencillo razonamiento, estaremos en condiciones de comprender el por qué no es posible que una criatura aprenda cuando aún no tiene la madurez cerebral para ello. Es decir, un bebé de brazos conforme su cerebro está en proceso de maduración, aprenderá a balbucear a su debido tiempo ya que antes esto no es posible.

Siguiendo el razonamiento anterior, tal vez, auxiliados por expertos en el desarrollo humano, las autoridades de educación planearon los programas escolares de acuerdo con la edad biológica de los educandos así, para la primera infancia, a partir del primer año de vida y hasta los siete años, de los cuales los tres primeros años estarían a cargo de los padres y del cuarto año hasta los siete estarían a cargo de maestras, preferentemente, ya que su trato es muy similar al de las madres y por lo mismo al través de juegos, cantos y dibujo ayudarían a que los niños mejoraran el dominio sobre su cuerpo y sin proponérselo los niños aprenderían a dominar todos sus sentidos y descubrirían cuál le era de mayor utilidad.

Quienes tuvimos la fortuna de iniciar nuestra vida laboral como maestros rurales, no tuvimos que enfrentarnos al problema que representa el enfrentarse con niños que vienen del kínder o escuela de párvulos, y aquellos que por diversas razones no lo cursaron ya que los primeros llevan adelantado lo aprendido en el kínder; mientras que para los segundos al no haberlo cursado representa una desventaja.

Además, tuvimos la oportunidad de ver, cómo de manera empírica, tal vez siguiendo los pasos de sus padres, a partir de los siete años de edad, en la que comienza la segunda infancia, de acuerdo con el giro de la actividad, predominante en la comunidad, comenzaban a enseñarles las actividades elementales de su trabajo.

Ejemplifiquemos: en lo particular se nos asignó una escuela enclavada en una comunidad pesquera y un día un alumno de los más grandecitos nos dijo: “¿Maestro, vamos a calar?”

Pregunta invitación que movió nuestra curiosidad ya que en la Normal en la clase de carpintería habíamos aprendido a calar; es decir a cortar una figura en una tabla de triplay.

Terminaremos en la siguiente entrega. ¡Salud!

Generalmente todo aprendizaje comienza bajo la tutela de los padres; más, como es la madre, por razones naturales, la encargada de enseñar lo elemental del comportamiento en sociedad, se dice: “La educación se mama”; mas ello, no impide que el padre también intervenga en dicha enseñanza, así pues podemos asegurar que la educación se aprende en casa.

Por falta de orientación, ya que a ser padres aprendemos sobre la marcha, muchas criaturas no conocen ni su dirección, pues lo consideramos innecesario; mas, no es así, ya que en caso de extraviarse el proporcionársela a quien se lo pregunte, puede traerlo de nuevo a casa.

No necesitamos ser sabios ni haber estudiado mucho para comprender el principio de la lógica: “Lo que es positivo no puede ser negativo y viceversa; es decir, lo contrario, lo que es negativo no puede ser positivo.

Tomando en cuenta este sencillo razonamiento, estaremos en condiciones de comprender el por qué no es posible que una criatura aprenda cuando aún no tiene la madurez cerebral para ello. Es decir, un bebé de brazos conforme su cerebro está en proceso de maduración, aprenderá a balbucear a su debido tiempo ya que antes esto no es posible.

Siguiendo el razonamiento anterior, tal vez, auxiliados por expertos en el desarrollo humano, las autoridades de educación planearon los programas escolares de acuerdo con la edad biológica de los educandos así, para la primera infancia, a partir del primer año de vida y hasta los siete años, de los cuales los tres primeros años estarían a cargo de los padres y del cuarto año hasta los siete estarían a cargo de maestras, preferentemente, ya que su trato es muy similar al de las madres y por lo mismo al través de juegos, cantos y dibujo ayudarían a que los niños mejoraran el dominio sobre su cuerpo y sin proponérselo los niños aprenderían a dominar todos sus sentidos y descubrirían cuál le era de mayor utilidad.

Quienes tuvimos la fortuna de iniciar nuestra vida laboral como maestros rurales, no tuvimos que enfrentarnos al problema que representa el enfrentarse con niños que vienen del kínder o escuela de párvulos, y aquellos que por diversas razones no lo cursaron ya que los primeros llevan adelantado lo aprendido en el kínder; mientras que para los segundos al no haberlo cursado representa una desventaja.

Además, tuvimos la oportunidad de ver, cómo de manera empírica, tal vez siguiendo los pasos de sus padres, a partir de los siete años de edad, en la que comienza la segunda infancia, de acuerdo con el giro de la actividad, predominante en la comunidad, comenzaban a enseñarles las actividades elementales de su trabajo.

Ejemplifiquemos: en lo particular se nos asignó una escuela enclavada en una comunidad pesquera y un día un alumno de los más grandecitos nos dijo: “¿Maestro, vamos a calar?”

Pregunta invitación que movió nuestra curiosidad ya que en la Normal en la clase de carpintería habíamos aprendido a calar; es decir a cortar una figura en una tabla de triplay.

Terminaremos en la siguiente entrega. ¡Salud!