/ viernes 5 de julio de 2019

Código de honor de los políticos, abrogado

La formación política en México ha cambiado las reglas normativas de los derechos y deberes de quienes van ingresando a la llamada “clase política”, identificada antes de la derrota del PRI en el año 2000, con los jefes del PRI, quienes detentaron el poder político durante mas de 70 años, como herederos de la lucha revolucionaria iniciada por Madero y usufructuada por los jefes políticos regionales, convertidos en caciques, señores de horca y cuchillo que usurparon la voluntad política de los avecindados en sus territorios.

Con los expresidentes Fox y Calderón, el PAN incrementó su padrón de militantes y simpatizantes, formando cuadros políticos envalentonados por haber derrotado al partido tricolor, aprovechándose del hartazgo de los mexicanos ante los abusos de un ejercicio excesivo del poder político, que se inició con el General Plutarco Elías Calles y se terminó con el expresidente Ernesto Zedillo.

El regreso del PRI a los Pinos con el expresidente Peña Nieto, se vio como el resurgimiento de la “gran familia revolucionaria cuyos excesos dieron pauta al derrocamiento del “Nuevo PRI” cuyos principales actores políticos se encuentran en prisión o son perseguidos por haberse robado cifras millonarias del presupuesto público.

La crisis económica que hoy padece el pueblo mexicano, es producto de esos abusos que afectan el bolsillo de la clase trabajadora y sus dependientes económicos. Será difícil para el presidente López Obrador, lograr el milagro de crecimiento económico y recuperación de los ingresos del pueblo pobre.

Una de las reglas del Código de Honor de la vieja clase política, era el respeto irrestricto a la familia; hoy vemos que los políticos se han vuelto inconfiables y sin formación ideológica, por lo que cambian de partido, como cambiar de camisa y lo único que les importa es escalar el poder, aún a costa de pisotear valores y principios ideológicos, o lastimar a familiares de los grupos contrarios.

Basta con revisar el caso de Emilio Lozoya Austin, para ver la presión que ejerce el gobierno, filtrando la persecución a la esposa, a la madre y a la hermana de Lozoya, para darse cuenta de que las viejas reglas de Código de Honor de los Políticos, en el sentido de no meterse con la familia de los contrarios, ha sido abrogada. Sin embargo, hay que recordarles a los neófitos hombres del poder, que los carniceros de hoy, serán las reses del mañana; y que, juego que tiene desquite, no hay quien se pique.

La formación política en México ha cambiado las reglas normativas de los derechos y deberes de quienes van ingresando a la llamada “clase política”, identificada antes de la derrota del PRI en el año 2000, con los jefes del PRI, quienes detentaron el poder político durante mas de 70 años, como herederos de la lucha revolucionaria iniciada por Madero y usufructuada por los jefes políticos regionales, convertidos en caciques, señores de horca y cuchillo que usurparon la voluntad política de los avecindados en sus territorios.

Con los expresidentes Fox y Calderón, el PAN incrementó su padrón de militantes y simpatizantes, formando cuadros políticos envalentonados por haber derrotado al partido tricolor, aprovechándose del hartazgo de los mexicanos ante los abusos de un ejercicio excesivo del poder político, que se inició con el General Plutarco Elías Calles y se terminó con el expresidente Ernesto Zedillo.

El regreso del PRI a los Pinos con el expresidente Peña Nieto, se vio como el resurgimiento de la “gran familia revolucionaria cuyos excesos dieron pauta al derrocamiento del “Nuevo PRI” cuyos principales actores políticos se encuentran en prisión o son perseguidos por haberse robado cifras millonarias del presupuesto público.

La crisis económica que hoy padece el pueblo mexicano, es producto de esos abusos que afectan el bolsillo de la clase trabajadora y sus dependientes económicos. Será difícil para el presidente López Obrador, lograr el milagro de crecimiento económico y recuperación de los ingresos del pueblo pobre.

Una de las reglas del Código de Honor de la vieja clase política, era el respeto irrestricto a la familia; hoy vemos que los políticos se han vuelto inconfiables y sin formación ideológica, por lo que cambian de partido, como cambiar de camisa y lo único que les importa es escalar el poder, aún a costa de pisotear valores y principios ideológicos, o lastimar a familiares de los grupos contrarios.

Basta con revisar el caso de Emilio Lozoya Austin, para ver la presión que ejerce el gobierno, filtrando la persecución a la esposa, a la madre y a la hermana de Lozoya, para darse cuenta de que las viejas reglas de Código de Honor de los Políticos, en el sentido de no meterse con la familia de los contrarios, ha sido abrogada. Sin embargo, hay que recordarles a los neófitos hombres del poder, que los carniceros de hoy, serán las reses del mañana; y que, juego que tiene desquite, no hay quien se pique.