/ miércoles 22 de septiembre de 2021

El anhelado alto a la violencia de género

Hace unos días, la Fiscalía General del Estado (FGE) dio a conocer la detención de dos presuntos feminicidas: el primero, el agresor de una joven atacada a martillazos en el puerto de Veracruz que, milagrosamente, salvó la vida; el segundo, por feminicidio y tentativa de feminicidio en San Andrés Tlalnelhuayocan, donde probablemente privó de la vida a su madre y provocó lesiones de gravedad en contra de su hermana.

De acuerdo con las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a julio de este año en Veracruz se perpetraron 50 feminicidios denunciados: 6 en enero, 8 en febrero, 6 en marzo, 8 en abril, 3 en mayo, 8 en junio; otros 3 en julio y 8 el pasado mes de agosto. En 2019, Veracruz fue primer lugar nacional en feminicidios y, en 2020, el segundo. Y aunque hay que reconocer que se ha dado un ligero repunte en las detenciones de estos agresores de mujeres, lo cierto es que todos tenemos aún mucho camino por recorrer.

Iniciemos por la necesidad de emprender una agresiva campaña de prevención en cada uno de los 212 municipios del estado de Veracruz, a fin de que niñas, jóvenes y mujeres puedan distinguir los focos amarillos de las violencias de género, para evitar convertirse en una estadística. Para eso, los institutos municipales y el estatal, deben tener presupuesto para hacer su trabajo y herramientas pues, tristemente, muchos solo existen porque la ley los obliga, pero son inoperantes.

Tercero, el tema de las alertas de género, por el que tanto pugné como diputada federal, debe ser una constante que el gobierno estatal debe atender ante el incremento de casos de feminicidios, abusos sexuales y desapariciones. Hace unos días el colectivo Marea Verde Altas Montañas, nos recordaba cómo la pandemia ha agravado este problema y que la zona centro concentra casi el 50 por ciento de los casos registrados hasta el momento.

No hay un solo día en que no nos enteremos, con dolor, de la desaparición de una jovencita; no hay mes en que no asesinen a una veracruzana por razones de género. Por eso no podemos quedarnos cruzados de brazos; por el contrario, debemos sumar, cada uno desde nuestro espacio, a impedir que la violencia contra nosotros se siga reproduciendo. El Gobierno debe cumplir su trabajo de emitir las alertas cuando correspondan los casos, de aplicar correctamente los protocolos, de redoblar la seguridad. Los ayuntamientos, tener institutos que sí funcionen y apoyen a las mujeres, contando con calles bien iluminadas, con campañas de prevención, escuchando el pulso de los colectivos. La Fiscalía, mantenerse a la caza de estos delincuentes; los diputados, haciendo leyes y reformas que disminuyan significativamente este delito, asegurando el presupuesto para que el resto cumpla con su tarea.

Y la sociedad civil, denunciando, ayudando. Solo así es como podremos, un día, alcanzar el anhelado alto a las violencias de género.

twitter:

@AniluIngram

@AniluIngram

Hace unos días, la Fiscalía General del Estado (FGE) dio a conocer la detención de dos presuntos feminicidas: el primero, el agresor de una joven atacada a martillazos en el puerto de Veracruz que, milagrosamente, salvó la vida; el segundo, por feminicidio y tentativa de feminicidio en San Andrés Tlalnelhuayocan, donde probablemente privó de la vida a su madre y provocó lesiones de gravedad en contra de su hermana.

De acuerdo con las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a julio de este año en Veracruz se perpetraron 50 feminicidios denunciados: 6 en enero, 8 en febrero, 6 en marzo, 8 en abril, 3 en mayo, 8 en junio; otros 3 en julio y 8 el pasado mes de agosto. En 2019, Veracruz fue primer lugar nacional en feminicidios y, en 2020, el segundo. Y aunque hay que reconocer que se ha dado un ligero repunte en las detenciones de estos agresores de mujeres, lo cierto es que todos tenemos aún mucho camino por recorrer.

Iniciemos por la necesidad de emprender una agresiva campaña de prevención en cada uno de los 212 municipios del estado de Veracruz, a fin de que niñas, jóvenes y mujeres puedan distinguir los focos amarillos de las violencias de género, para evitar convertirse en una estadística. Para eso, los institutos municipales y el estatal, deben tener presupuesto para hacer su trabajo y herramientas pues, tristemente, muchos solo existen porque la ley los obliga, pero son inoperantes.

Tercero, el tema de las alertas de género, por el que tanto pugné como diputada federal, debe ser una constante que el gobierno estatal debe atender ante el incremento de casos de feminicidios, abusos sexuales y desapariciones. Hace unos días el colectivo Marea Verde Altas Montañas, nos recordaba cómo la pandemia ha agravado este problema y que la zona centro concentra casi el 50 por ciento de los casos registrados hasta el momento.

No hay un solo día en que no nos enteremos, con dolor, de la desaparición de una jovencita; no hay mes en que no asesinen a una veracruzana por razones de género. Por eso no podemos quedarnos cruzados de brazos; por el contrario, debemos sumar, cada uno desde nuestro espacio, a impedir que la violencia contra nosotros se siga reproduciendo. El Gobierno debe cumplir su trabajo de emitir las alertas cuando correspondan los casos, de aplicar correctamente los protocolos, de redoblar la seguridad. Los ayuntamientos, tener institutos que sí funcionen y apoyen a las mujeres, contando con calles bien iluminadas, con campañas de prevención, escuchando el pulso de los colectivos. La Fiscalía, mantenerse a la caza de estos delincuentes; los diputados, haciendo leyes y reformas que disminuyan significativamente este delito, asegurando el presupuesto para que el resto cumpla con su tarea.

Y la sociedad civil, denunciando, ayudando. Solo así es como podremos, un día, alcanzar el anhelado alto a las violencias de género.

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