/ viernes 4 de septiembre de 2020

Escenarios. Estudiar para el desempleo

Hay en Veracruz una población universitaria frustrada... Luego de más de veinte años de cargar la mochila escolar al hombro, levantándose todos los días hacia las 6 de la mañana para entrar a clases a las 7 horas, posgraduados incluso con maestrías y doctorados, enfrentando el peor de los mundos.

El desempleo. B, el subempleo. C, salarios insultantes. Y, D, lo peor entre los peores, tocar puertas y cerradas. En muchísimos casos, la frustración se ha multiplicado por lo siguiente: Sin una oportunidad laboral, sufriendo y padeciendo una política económica errónea incapaz de crear el número suficiente de empleos, los universitarios se desencantan más cuando enfrentan la realidad, más si ya están casados y con hijos, y ni modo, apechugar, si es posible, lo disponible.

Por ejemplo, empleados de taxistas, ayudantes de mecánicos, pintores y plomeros, refugiados con los padres, migrantes en los campos agrícolas del Valle de San Quintín y Estados Unidos.

Algunos quizá lanzarán un negocito de comida chatarra y que en tiempo del coronavirus que va desde hace un semestre habría terminado con el telón abajo.

En teoría significa que las universidades públicas y privadas caminan por un lado y la oferta laboral por otro. También, el exceso de egresados en determinadas profesiones, entre otras, y como siempre ha trascendido, abogados, médicos, psicólogos, odontólogos, veterinarios, contadores, administradores de empresas y comunicadores.

En otros casos, la deficiente formación académica que en el mejor de los casos solo está construida para tener el diploma en la mano y colgar en casa.

Lo peor, desde tiempo remoto las mismas versiones son exhibidas en el tendedero público y la tendencia sigue, imperturbable, incluso, con carta de adopción.

Desde el lado oficial han cacareado la oferta de profesiones mecánicas y técnicas, pero sin resultado. Quizá porque el discurso es insuficiente. Acaso, por la deficiente orientación vocacional. Quizá porque ninguna autoridad escolar en todos sus niveles reorienta a los estudiantes ni tampoco explora posibilidades, capacidades, atributos, talentos, inteligencias.

Los chicos continúan apostando a las carreras tradicionales, cien por ciento saturadas en el mercado local, regional y nacional.

La negligencia tanto de las secretarías de Educación de Veracruz y de Educación Pública como de la ANUIES, y hasta de la UNAM, otorgando RVOE a los empresarios de la educación para las carreras convencionales.

Bastaría referir que en el estado de Veracruz hay veinticuatro facultades de Comunicación y que significa una ofensa a los educandos, pues la mayoría están hechas y formadas para el desempleo, el subempleo y los salarios insultantes, salarios de hambre les llamaba Ricardo Flores Magón en 1910 en el periódico “Regeneración”.

La resultante es canija y desoladora. Y puede achicarse a una sola palabra, un solo concepto: frustración.

Frustración de los egresados. Frustración de los padres. Frustración de las parejas. Frustración familiar. Frustración generacional.



Te recomendamos el podcast ⬇️

Spotify

Apple Podcasts

Google Podcasts

Acast

Deezer

Hay en Veracruz una población universitaria frustrada... Luego de más de veinte años de cargar la mochila escolar al hombro, levantándose todos los días hacia las 6 de la mañana para entrar a clases a las 7 horas, posgraduados incluso con maestrías y doctorados, enfrentando el peor de los mundos.

El desempleo. B, el subempleo. C, salarios insultantes. Y, D, lo peor entre los peores, tocar puertas y cerradas. En muchísimos casos, la frustración se ha multiplicado por lo siguiente: Sin una oportunidad laboral, sufriendo y padeciendo una política económica errónea incapaz de crear el número suficiente de empleos, los universitarios se desencantan más cuando enfrentan la realidad, más si ya están casados y con hijos, y ni modo, apechugar, si es posible, lo disponible.

Por ejemplo, empleados de taxistas, ayudantes de mecánicos, pintores y plomeros, refugiados con los padres, migrantes en los campos agrícolas del Valle de San Quintín y Estados Unidos.

Algunos quizá lanzarán un negocito de comida chatarra y que en tiempo del coronavirus que va desde hace un semestre habría terminado con el telón abajo.

En teoría significa que las universidades públicas y privadas caminan por un lado y la oferta laboral por otro. También, el exceso de egresados en determinadas profesiones, entre otras, y como siempre ha trascendido, abogados, médicos, psicólogos, odontólogos, veterinarios, contadores, administradores de empresas y comunicadores.

En otros casos, la deficiente formación académica que en el mejor de los casos solo está construida para tener el diploma en la mano y colgar en casa.

Lo peor, desde tiempo remoto las mismas versiones son exhibidas en el tendedero público y la tendencia sigue, imperturbable, incluso, con carta de adopción.

Desde el lado oficial han cacareado la oferta de profesiones mecánicas y técnicas, pero sin resultado. Quizá porque el discurso es insuficiente. Acaso, por la deficiente orientación vocacional. Quizá porque ninguna autoridad escolar en todos sus niveles reorienta a los estudiantes ni tampoco explora posibilidades, capacidades, atributos, talentos, inteligencias.

Los chicos continúan apostando a las carreras tradicionales, cien por ciento saturadas en el mercado local, regional y nacional.

La negligencia tanto de las secretarías de Educación de Veracruz y de Educación Pública como de la ANUIES, y hasta de la UNAM, otorgando RVOE a los empresarios de la educación para las carreras convencionales.

Bastaría referir que en el estado de Veracruz hay veinticuatro facultades de Comunicación y que significa una ofensa a los educandos, pues la mayoría están hechas y formadas para el desempleo, el subempleo y los salarios insultantes, salarios de hambre les llamaba Ricardo Flores Magón en 1910 en el periódico “Regeneración”.

La resultante es canija y desoladora. Y puede achicarse a una sola palabra, un solo concepto: frustración.

Frustración de los egresados. Frustración de los padres. Frustración de las parejas. Frustración familiar. Frustración generacional.



Te recomendamos el podcast ⬇️

Spotify

Apple Podcasts

Google Podcasts

Acast

Deezer

ÚLTIMASCOLUMNAS