Hay en Veracruz una población universitaria frustrada... Luego de más de veinte años de cargar la mochila escolar al hombro, levantándose todos los días hacia las 6 de la mañana para entrar a clases a las 7 horas, posgraduados incluso con maestrías y doctorados, enfrentando el peor de los mundos.
El desempleo. B, el subempleo. C, salarios insultantes. Y, D, lo peor entre los peores, tocar puertas y cerradas. En muchísimos casos, la frustración se ha multiplicado por lo siguiente: Sin una oportunidad laboral, sufriendo y padeciendo una política económica errónea incapaz de crear el número suficiente de empleos, los universitarios se desencantan más cuando enfrentan la realidad, más si ya están casados y con hijos, y ni modo, apechugar, si es posible, lo disponible.
Por ejemplo, empleados de taxistas, ayudantes de mecánicos, pintores y plomeros, refugiados con los padres, migrantes en los campos agrícolas del Valle de San Quintín y Estados Unidos.
Algunos quizá lanzarán un negocito de comida chatarra y que en tiempo del coronavirus que va desde hace un semestre habría terminado con el telón abajo.
En teoría significa que las universidades públicas y privadas caminan por un lado y la oferta laboral por otro. También, el exceso de egresados en determinadas profesiones, entre otras, y como siempre ha trascendido, abogados, médicos, psicólogos, odontólogos, veterinarios, contadores, administradores de empresas y comunicadores.
En otros casos, la deficiente formación académica que en el mejor de los casos solo está construida para tener el diploma en la mano y colgar en casa.
Lo peor, desde tiempo remoto las mismas versiones son exhibidas en el tendedero público y la tendencia sigue, imperturbable, incluso, con carta de adopción.
Desde el lado oficial han cacareado la oferta de profesiones mecánicas y técnicas, pero sin resultado. Quizá porque el discurso es insuficiente. Acaso, por la deficiente orientación vocacional. Quizá porque ninguna autoridad escolar en todos sus niveles reorienta a los estudiantes ni tampoco explora posibilidades, capacidades, atributos, talentos, inteligencias.
Los chicos continúan apostando a las carreras tradicionales, cien por ciento saturadas en el mercado local, regional y nacional.
La negligencia tanto de las secretarías de Educación de Veracruz y de Educación Pública como de la ANUIES, y hasta de la UNAM, otorgando RVOE a los empresarios de la educación para las carreras convencionales.
Bastaría referir que en el estado de Veracruz hay veinticuatro facultades de Comunicación y que significa una ofensa a los educandos, pues la mayoría están hechas y formadas para el desempleo, el subempleo y los salarios insultantes, salarios de hambre les llamaba Ricardo Flores Magón en 1910 en el periódico “Regeneración”.
La resultante es canija y desoladora. Y puede achicarse a una sola palabra, un solo concepto: frustración.
Frustración de los egresados. Frustración de los padres. Frustración de las parejas. Frustración familiar. Frustración generacional.
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