/ martes 10 de abril de 2018

La verdadera personalidad de AMLO

Siendo el principio fundamental de la democracia la separación de los poderes del estado para mantener un equilibrio que limite los actos del gobernante y mediante controles en la esfera constitucional permita el equilibrio de las funciones encomendadas al titular del Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Poder Judicial, no se comprenden los últimos spots de campaña del candidato de Morena.

La idea de la separación de poderes evita la acumulación que lleva a los gobernantes a sobrepasar sus funciones en detrimento del poder soberano del pueblo, quien es el depositario original y lo transfiere a los funcionarios públicos, tal como lo dispone la Constitución Política de la República en los artículos 39 y 49 que definen el poder popular para constituir, alterar o modificar la forma de su gobierno y la división del supremo poder de la Federación para ejercerlo por el Legislativo, Ejecutivo y Judicial y con la prohibición expresa de que se puedan reunir dos o más poderes en una sola persona.

Cuando faltan 81 días para la elección presidencial, los seguidores del líder de Morena ya lo dan como el vencedor y próximo presidente de la República, aunque del total de la lista nominal los encuestadores le atribuyen a AMLO sólo una intención de voto del 30% a su favor, por lo que no deberían cantar victoria anticipada los morenistas, ya que en política, como en otras cosas, “del plato a la boca se cae la sopa” y en tal sentido habrá que valorar el resultado de los tres debates convocados por el INE y el efecto de la reciente incorporación a la boleta electoral de Jaime Rodríguez el Bronco, que convierte en quintilla el número de aspirantes por la silla presidencial.

Y el propio AMLO, alentado por el triunfalismo de sus seguidores, ya no pide el voto para él sino que ahora pide votos para los candidatos a senadores y diputados de Morena, pretendiendo obtener una mayoría que le permita ejercer “un poder total”, concentrando de facto dos poderes en su propia persona. Esa actitud mesiánica y autoritaria que sus agoreros han difundido comienza a cobrar realidad en el tabasqueño que, de llegar a Los Pinos, seguro imitará a Luis XIV, a quien se atribuye la frase “L'État, c'est moi” (El Estado soy yo). Y por ese uso arbitrario del poder que hoy se refleja en el hambre de AMLO por gobernar a México, sin duda, hay tiempo para reflexionar el voto e infligirle por el bien de México su tercera derrota.


Siendo el principio fundamental de la democracia la separación de los poderes del estado para mantener un equilibrio que limite los actos del gobernante y mediante controles en la esfera constitucional permita el equilibrio de las funciones encomendadas al titular del Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Poder Judicial, no se comprenden los últimos spots de campaña del candidato de Morena.

La idea de la separación de poderes evita la acumulación que lleva a los gobernantes a sobrepasar sus funciones en detrimento del poder soberano del pueblo, quien es el depositario original y lo transfiere a los funcionarios públicos, tal como lo dispone la Constitución Política de la República en los artículos 39 y 49 que definen el poder popular para constituir, alterar o modificar la forma de su gobierno y la división del supremo poder de la Federación para ejercerlo por el Legislativo, Ejecutivo y Judicial y con la prohibición expresa de que se puedan reunir dos o más poderes en una sola persona.

Cuando faltan 81 días para la elección presidencial, los seguidores del líder de Morena ya lo dan como el vencedor y próximo presidente de la República, aunque del total de la lista nominal los encuestadores le atribuyen a AMLO sólo una intención de voto del 30% a su favor, por lo que no deberían cantar victoria anticipada los morenistas, ya que en política, como en otras cosas, “del plato a la boca se cae la sopa” y en tal sentido habrá que valorar el resultado de los tres debates convocados por el INE y el efecto de la reciente incorporación a la boleta electoral de Jaime Rodríguez el Bronco, que convierte en quintilla el número de aspirantes por la silla presidencial.

Y el propio AMLO, alentado por el triunfalismo de sus seguidores, ya no pide el voto para él sino que ahora pide votos para los candidatos a senadores y diputados de Morena, pretendiendo obtener una mayoría que le permita ejercer “un poder total”, concentrando de facto dos poderes en su propia persona. Esa actitud mesiánica y autoritaria que sus agoreros han difundido comienza a cobrar realidad en el tabasqueño que, de llegar a Los Pinos, seguro imitará a Luis XIV, a quien se atribuye la frase “L'État, c'est moi” (El Estado soy yo). Y por ese uso arbitrario del poder que hoy se refleja en el hambre de AMLO por gobernar a México, sin duda, hay tiempo para reflexionar el voto e infligirle por el bien de México su tercera derrota.