La pandemia generada por el Covid-19 no se ve para cuándo terminará, ahora que los laboratorios del mundo han retrasado la elaboración y suministro de la anhelada vacuna que podría evitar los contagios y, en muchos casos, la muerte ocasionada por el coronavirus.
La letalidad en México de los enfermos intubados ha resultado ser tan alta que según reportes oficiales de la Secretaría de Salud, de 17 mil 331 pacientes han muerto 15 mil 70; en otras palabras, de cada diez pacientes intubados mueren ocho. Zoé Robledo, director del IMSS, aseguró que de 205 mil pacientes que resultaron positivos (hasta la tercera semana de septiembre), el 62% de los atendidos en la institución a su cargo fueron ambulatorios y el 38% restante fueron internados bajo la responsabilidad de especialistas del Seguro Social.
Lo extraño en nuestro país resulta ser la posición del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues el sábado pasado aseguró que lo peor de la crisis sanitaria “ya pasó” y que en la clausura de la 111 Asamblea Ordinaria del IMSS, el propio Ejecutivo federal reconoció que en Europa “hay un rebrote”, pero ya no con los efectos devastadores de los fallecimientos ocurridos en meses pasados, pues “ya se ve la luz al final del túnel”.
Nada más fuera de la realidad lo dicho por AMLO, puesto que ayer mismo el presidente de España, Pedro Sánchez, decretó con su gabinete un estado de emergencia que obliga a la madre patria a la suspensión de la vialidad y cancelación de la diversión nocturna, mediante el cierre obligado de restaurantes y bares, desde las 23:00 hasta las 6:00 horas, que se prolongarán hasta el día 9 de mayo próximo. En Italia, el semáforo rojo se implementa igualmente desde ayer, solo que el cierre de restaurantes y bares aplica a partir de las 18:00 horas. Francia reporta 1.1 millones de contagios, con miras a empeorar, según el Ministerio de Salud.
Cuanta indiferencia del titular del Ejecutivo federal en México, responsable según el artículo 4º constitucional del derecho a la salud, que por su politiquería mañanera y giras proselitistas para su proyecto político no atienda la pandemia, dándole la importancia que merece por los cerca de 90 mil fallecidos, más los que se acumulen de aquí a fin de año. Eso sí es traición a la Patria.
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