/ domingo 8 de octubre de 2023

Retos dentro del siglo XXI

Las generaciones humanas cambiarán drásticamente en los próximos 20 a 30 años, es decir en dos o tres décadas no quedará nada o muy poco de lo que aún vivimos en estos años veinte y hasta el 2030 hacia adelante.

El impulso de toda la humanidad radica en tener satisfactores básicos, de lujo, de poder, de dominio, o de capitalizar y descapitalizar a muchos pueblos para controlarlos y enseguida dominarlos y usarlos para un beneficio de mera explotación de todos sus recursos valiosos.

Un país pobre y sin riqueza en el subsuelo qué puede importarles a los dueños de amplios y enormes capitales, creo que nada, el ejemplo más latente es Haití, donde la indigencia extrema los forzó a salir de tal infiernillo, o Uganda allá en África, que de hecho es un país rico pero mal gobernado y entregado por sus propios políticos en explotaciones de todo tipo al favorecer el colonialismo imperialista.

El dinero de papel y las monedas físicas dejarán de existir, muchos trabajos serán realizados por máquinas inteligentes y que incluso nos podrán dar su propia opinión en diversos aspectos que van desde la producción industrial, el agro, la cría de ganado, el perfeccionamiento de muchísimos medicamentos para todos los usos, así como el desplazamiento del trabajo humano como una necesidad indispensable.

En éste panorama sólo nos queda la política como verdadera actividad humana, y aun así las inteligencias artificiales intervendrán en unas formas nada o poco imaginables.

Siglo XXI, las religiones serán casi borradas de las mentes de las sociedades humanas, podrán crearse cultos artificiales y programas específicos para tales fines como meros medios de control de las masas.

En tal contexto los seres humanos no seremos más que un código de barras, y en zénit del programa global gravita la dictadura internacionalista que querrá controlar todo, especialmente la tasa de nacimientos en todo el planeta, pero además los recursos de mayor importancia, es decir el agua para consumo humano, la energía en todas sus formas para sentar un nuevo modelo de distribución y racionalización de las energías, sea nuclear, eólica, hidráulica, simplemente eléctrica, o de origen fósil léase petróleo el que aún quede hasta la última gota que se queme.

No hemos respondido al deterioro climático y lo único que se nos ocurre es hacer más centros comerciales, más unidades habitacionales, pero revisemos la infraestructura que nos sostiene con vida y servicios para la misma.

Hospitales o centros de salud, escuelas de todos los tipos, producción alimentaria cada vez más artificial, distribución del gasto público sin crear demasiado endeudamiento, servicios bancarios confiables, simplificar la administración pública, así como la impartición de justicia, y si no se instalan las dictaduras regionales recalcitrantes, el poder mantener un uso de la democracia abierta, de consulta, pero también de méritos, ya que no está bien que pequeñas manadas de lobos hambrientos se alleguen del poder y no lo quieran soltar invocando el estado de derecho tan sólo a su beneficio e interés meramente grupal y por ende abusivo y explotador. México tiene un gobierno de izquierdas, con un presidente como el señor AMLO que ya ha hecho historia, donde los dimes y diretes entre los actores políticos serán cada vez más ríspidos, pero incluso necesarios para contrastar la temática del desarrollo nacional y sus consecuencias en el corto y el mediano plazo. Lo demás se llama futurismo.

Las generaciones humanas cambiarán drásticamente en los próximos 20 a 30 años, es decir en dos o tres décadas no quedará nada o muy poco de lo que aún vivimos en estos años veinte y hasta el 2030 hacia adelante.

El impulso de toda la humanidad radica en tener satisfactores básicos, de lujo, de poder, de dominio, o de capitalizar y descapitalizar a muchos pueblos para controlarlos y enseguida dominarlos y usarlos para un beneficio de mera explotación de todos sus recursos valiosos.

Un país pobre y sin riqueza en el subsuelo qué puede importarles a los dueños de amplios y enormes capitales, creo que nada, el ejemplo más latente es Haití, donde la indigencia extrema los forzó a salir de tal infiernillo, o Uganda allá en África, que de hecho es un país rico pero mal gobernado y entregado por sus propios políticos en explotaciones de todo tipo al favorecer el colonialismo imperialista.

El dinero de papel y las monedas físicas dejarán de existir, muchos trabajos serán realizados por máquinas inteligentes y que incluso nos podrán dar su propia opinión en diversos aspectos que van desde la producción industrial, el agro, la cría de ganado, el perfeccionamiento de muchísimos medicamentos para todos los usos, así como el desplazamiento del trabajo humano como una necesidad indispensable.

En éste panorama sólo nos queda la política como verdadera actividad humana, y aun así las inteligencias artificiales intervendrán en unas formas nada o poco imaginables.

Siglo XXI, las religiones serán casi borradas de las mentes de las sociedades humanas, podrán crearse cultos artificiales y programas específicos para tales fines como meros medios de control de las masas.

En tal contexto los seres humanos no seremos más que un código de barras, y en zénit del programa global gravita la dictadura internacionalista que querrá controlar todo, especialmente la tasa de nacimientos en todo el planeta, pero además los recursos de mayor importancia, es decir el agua para consumo humano, la energía en todas sus formas para sentar un nuevo modelo de distribución y racionalización de las energías, sea nuclear, eólica, hidráulica, simplemente eléctrica, o de origen fósil léase petróleo el que aún quede hasta la última gota que se queme.

No hemos respondido al deterioro climático y lo único que se nos ocurre es hacer más centros comerciales, más unidades habitacionales, pero revisemos la infraestructura que nos sostiene con vida y servicios para la misma.

Hospitales o centros de salud, escuelas de todos los tipos, producción alimentaria cada vez más artificial, distribución del gasto público sin crear demasiado endeudamiento, servicios bancarios confiables, simplificar la administración pública, así como la impartición de justicia, y si no se instalan las dictaduras regionales recalcitrantes, el poder mantener un uso de la democracia abierta, de consulta, pero también de méritos, ya que no está bien que pequeñas manadas de lobos hambrientos se alleguen del poder y no lo quieran soltar invocando el estado de derecho tan sólo a su beneficio e interés meramente grupal y por ende abusivo y explotador. México tiene un gobierno de izquierdas, con un presidente como el señor AMLO que ya ha hecho historia, donde los dimes y diretes entre los actores políticos serán cada vez más ríspidos, pero incluso necesarios para contrastar la temática del desarrollo nacional y sus consecuencias en el corto y el mediano plazo. Lo demás se llama futurismo.