/ jueves 9 de agosto de 2018

Yunes Linares, el saldo de 15 meses

Después de 15 meses al frente del gobierno de Veracruz, el saldo del paso de Miguel Ángel Yunes Linares por la administración estatal está lejos de considerarse un desastre en cuanto a los resultados ofrecidos a la población de la entidad.

El tema de la seguridad pública camina más o menos bien: hay mayor eficiencia que se traduce en una ligera reducción de los índices delictivos; las cámaras de videovigilancia se instalan en casi todo el territorio estatal; los municipios integran sus cuerpos policiacos; y la policía estatal tiene más patrullas, mejor armamento y equipo de radiocomunicación.

Por otro lado, la percepción social no es desfavorable a Yunes Linares en el tema del combate a la impunidad. El hecho de llevar a cuentas a un grupo de duartistas señalados por corrupción representó para el gobernador veracruzano buenos puntos en cuanto a la imagen.

Hay más recursos para los programas sociales de combate a la pobreza, aunque habría que decir que existe la percepción de que el uso que se les dio a éstos fue más bien electoral. Como sea, el trabajo se percibe y los señalamientos son difíciles de sostener.

La inversión en vías de comunicación también es evidente, aunque el rezago en esa materia era tan grande que no hubiera existido presupuesto suficiente para cubrir la demanda y las enormes necesidades de rehabilitación en las carreteras estatal, tan abandonadas por más de una década.

Algo parecido ocurre en el sector salud, donde la red hospitalaria estuvo por muchos años abandonada. El sector salud sólo era parte de los discursos gubernamentales, pero no de las acciones concretas.

En fin, el rezago que padece Veracruz era grave que no existía posibilidad de que un gobierno tan efímero como el de Yunes Linares pudiera resolver los problemas de la población.

Podríamos decir que este gobierno hizo lo que pudo con los pocos recursos disponibles; que hubo algunos avances, pero que éstos fueron insuficientes dada la magnitud del problema heredado por dos administraciones que se empeñaron en hipotecar hasta la camisa.

La deuda pública del estado hacía imposible cualquier proyecto para resolver de fondo los problemas y las necesidades.

El tema político es aparte. Es cierto que en cuanto a los resultados, el saldo para Miguel Ángel Yunes no es tan malo; sin embargo, el escenario político del ejecutivo veracruzano no podría ser peor a estas alturas de la administración, cuando faltan menos de cuatro meses para entregar el poder estatal a Cuitláhuac García.

Con sus adversarios encumbrados en Los Pinos –hay que recordar que uno de los más ácidos críticos de López Obrador, hoy presidente electo, fue precisamente Yunes Linares–, cualquiera pensaría que no le espera nada bueno al gobernador veracruzano.

El regreso de Elba Esther Gordillo Morales a la escena pública tampoco es una buena señal para el ejecutivo de Veracruz, con quien la maestra mantenía fuertes diferencias.

Así, con la pérdida del gobierno estatal, el poder de Yunes Linares se diluye, como se diluyó el pasado primero de julio el proyecto transexenal del actual mandatario estatal, a quien le quedarán pocos reductos luego del primero de diciembre: algunas posiciones en el Congreso local, algunos espacios en el Poder Judicial; y poco menos de la mitad de los ayuntamientos veracruzanos.

Por cierto, el problema para Yunes en el caso de los municipios, es que los actuales ediles dejarán sus cargos en 2021, cuando volverá a cambiar el mapa político veracruzano.

En política, no hay derrota que sea eterna, casi todo puede pasar, incluyendo el regreso de Miguel Ángel Yunes a espacios de primer nivel; sin embargo, hoy el panorama político para el gobernador veracruzano no podría ser peor. @luisromeromero85



Después de 15 meses al frente del gobierno de Veracruz, el saldo del paso de Miguel Ángel Yunes Linares por la administración estatal está lejos de considerarse un desastre en cuanto a los resultados ofrecidos a la población de la entidad.

El tema de la seguridad pública camina más o menos bien: hay mayor eficiencia que se traduce en una ligera reducción de los índices delictivos; las cámaras de videovigilancia se instalan en casi todo el territorio estatal; los municipios integran sus cuerpos policiacos; y la policía estatal tiene más patrullas, mejor armamento y equipo de radiocomunicación.

Por otro lado, la percepción social no es desfavorable a Yunes Linares en el tema del combate a la impunidad. El hecho de llevar a cuentas a un grupo de duartistas señalados por corrupción representó para el gobernador veracruzano buenos puntos en cuanto a la imagen.

Hay más recursos para los programas sociales de combate a la pobreza, aunque habría que decir que existe la percepción de que el uso que se les dio a éstos fue más bien electoral. Como sea, el trabajo se percibe y los señalamientos son difíciles de sostener.

La inversión en vías de comunicación también es evidente, aunque el rezago en esa materia era tan grande que no hubiera existido presupuesto suficiente para cubrir la demanda y las enormes necesidades de rehabilitación en las carreteras estatal, tan abandonadas por más de una década.

Algo parecido ocurre en el sector salud, donde la red hospitalaria estuvo por muchos años abandonada. El sector salud sólo era parte de los discursos gubernamentales, pero no de las acciones concretas.

En fin, el rezago que padece Veracruz era grave que no existía posibilidad de que un gobierno tan efímero como el de Yunes Linares pudiera resolver los problemas de la población.

Podríamos decir que este gobierno hizo lo que pudo con los pocos recursos disponibles; que hubo algunos avances, pero que éstos fueron insuficientes dada la magnitud del problema heredado por dos administraciones que se empeñaron en hipotecar hasta la camisa.

La deuda pública del estado hacía imposible cualquier proyecto para resolver de fondo los problemas y las necesidades.

El tema político es aparte. Es cierto que en cuanto a los resultados, el saldo para Miguel Ángel Yunes no es tan malo; sin embargo, el escenario político del ejecutivo veracruzano no podría ser peor a estas alturas de la administración, cuando faltan menos de cuatro meses para entregar el poder estatal a Cuitláhuac García.

Con sus adversarios encumbrados en Los Pinos –hay que recordar que uno de los más ácidos críticos de López Obrador, hoy presidente electo, fue precisamente Yunes Linares–, cualquiera pensaría que no le espera nada bueno al gobernador veracruzano.

El regreso de Elba Esther Gordillo Morales a la escena pública tampoco es una buena señal para el ejecutivo de Veracruz, con quien la maestra mantenía fuertes diferencias.

Así, con la pérdida del gobierno estatal, el poder de Yunes Linares se diluye, como se diluyó el pasado primero de julio el proyecto transexenal del actual mandatario estatal, a quien le quedarán pocos reductos luego del primero de diciembre: algunas posiciones en el Congreso local, algunos espacios en el Poder Judicial; y poco menos de la mitad de los ayuntamientos veracruzanos.

Por cierto, el problema para Yunes en el caso de los municipios, es que los actuales ediles dejarán sus cargos en 2021, cuando volverá a cambiar el mapa político veracruzano.

En política, no hay derrota que sea eterna, casi todo puede pasar, incluyendo el regreso de Miguel Ángel Yunes a espacios de primer nivel; sin embargo, hoy el panorama político para el gobernador veracruzano no podría ser peor. @luisromeromero85