/ sábado 17 de noviembre de 2018

Cine diario / Rapsodia breve para Freddie Mercury

Freddie Mercuy fue un desterrado, un apátrida del rock, un doloroso grito de punk, pero también fue un clavel en carretera de asfalto

Mercury habló más con el diablo que con Dios y tuvo en sus manos cenizas y orfandades con olores a noches viudas y desenfrenadas.

Queen fue su isla y él, moderno Robinson Crusoe, habitó el horizonte con sonrisas rosas y espinas en los dientes.

Ya no hay hombres como Mercury porque el mundo cambia y ésta es su misión. Ya no hay tipos como Mercury porque ahora huele tanto a fragilidad que si un hombre-vidrio como él se rompe hay muchos hipócritas que acudirían a su auxilio.

La música de Mercury-Queen es rectángulo asfixiante, liberador, espacio de vértigos y desconciertos. Su música es calendario e instante de Eros y Baco, es la constatación de Anteo: si te alzas un milímetro del suelo mueres no porque te llegue tu hora sino porque te matan los otros, los que consumen tu música y vomitan cruces.

Freddie Mercury hizo del escenario coliseo de mariposas, de éxtasis y de albedríos barrocos, bizarros donde la luz neón era el demiurgo reconciliador.

El rock es la nueva música clásica dijo José Agustín. Y la inmensa poeta tampiqueña acotó que los rockeros son poetas que en vez de tomar la pluma cogieron la guitarra. Mercury fue en tierra Farrokh Bulsara y arriba del escenario tótem.

¿Qué se necesitó para ser Freddie Mercury? Volarle los sesos a Dios con un piano, un verso y mucho dolor en el alma.

Mercury quiso ser lo que fue porque se le salía por los ojos y el canto la vida y en su pecho estallaba un ruiseñor ebrio por la incomprensión. Aunque él dijera lo contrario en la letra de Bohemian Rhapsody: “Es esto la vida real?/ ¿es sólo fantasía?/ atrapado en un corrimiento de tierras,/ sin escape de la realidad,/ abres los ojos,/ miras a los cielos y ves,/ sólo soy un pobre chico,/ no necesito compasión”.

Mercury es una presencia, una esencia del rock. No necesita títulos. Sus rolas son historias/ histerias, poemas donde un rey o una reina no viven en castillos sino en la calle, en el fondo de una botella o en la línea blanca de una angustia mortal.

Freddie Mercury es Queen. Así de simple…

Mercury habló más con el diablo que con Dios y tuvo en sus manos cenizas y orfandades con olores a noches viudas y desenfrenadas.

Queen fue su isla y él, moderno Robinson Crusoe, habitó el horizonte con sonrisas rosas y espinas en los dientes.

Ya no hay hombres como Mercury porque el mundo cambia y ésta es su misión. Ya no hay tipos como Mercury porque ahora huele tanto a fragilidad que si un hombre-vidrio como él se rompe hay muchos hipócritas que acudirían a su auxilio.

La música de Mercury-Queen es rectángulo asfixiante, liberador, espacio de vértigos y desconciertos. Su música es calendario e instante de Eros y Baco, es la constatación de Anteo: si te alzas un milímetro del suelo mueres no porque te llegue tu hora sino porque te matan los otros, los que consumen tu música y vomitan cruces.

Freddie Mercury hizo del escenario coliseo de mariposas, de éxtasis y de albedríos barrocos, bizarros donde la luz neón era el demiurgo reconciliador.

El rock es la nueva música clásica dijo José Agustín. Y la inmensa poeta tampiqueña acotó que los rockeros son poetas que en vez de tomar la pluma cogieron la guitarra. Mercury fue en tierra Farrokh Bulsara y arriba del escenario tótem.

¿Qué se necesitó para ser Freddie Mercury? Volarle los sesos a Dios con un piano, un verso y mucho dolor en el alma.

Mercury quiso ser lo que fue porque se le salía por los ojos y el canto la vida y en su pecho estallaba un ruiseñor ebrio por la incomprensión. Aunque él dijera lo contrario en la letra de Bohemian Rhapsody: “Es esto la vida real?/ ¿es sólo fantasía?/ atrapado en un corrimiento de tierras,/ sin escape de la realidad,/ abres los ojos,/ miras a los cielos y ves,/ sólo soy un pobre chico,/ no necesito compasión”.

Mercury es una presencia, una esencia del rock. No necesita títulos. Sus rolas son historias/ histerias, poemas donde un rey o una reina no viven en castillos sino en la calle, en el fondo de una botella o en la línea blanca de una angustia mortal.

Freddie Mercury es Queen. Así de simple…

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