Alguna vez escribí contra las vanguardias. Sin embargo, no puedo no pensar en qué artistas que las iniciaron cuentan y trascienden. Es el caso de Blaise Cendrars, Frederic-Louise Sauser, su nombre real. Este poeta funda la poesía moderna, en lo que la dejó Mallarmé. Asociado a –y amigo cercano a Apollinaire– crea una noción de novedad que luego éste perfeccionaría. El simultaneismo, del que se mofa en algunos poemas Cendrars y su relación con los cubistas sobre todo Braque, Léger, Delaunay, a quienes dedicó poemas, dotan a sus versos de una espacialidad, una disposición imaginativa, móviles.
La guillotina es la obra maestra del arte plástico/ Paris-Midi anuncia que a un profesor alemán/ Se lo comieron los caníbales del Congo/ Merecido.
Al sugerir que el cubismo debe mucho a las esculturas africanas y emprender esa experimentación formal, el poeta no solo abona a la pintura como al surrealismo mismo. Poemas-collage, pero más en el sentido de la pintura concreta; y un desprecio por las reglas del lenguaje, no por ignorancia sino por rebelión. Y todo ello que significó el vanguardismo del siglo XX nos haría sonreír, no obstante su poesía está viva en libros como Semana Santa en Nueva York (ese portento), Prosa del Transiberiano y de La Pequeña Juana, Panamá o Las Aventuras de mis Siete Tíos, Diecienueve poemas elásticos, y Poemas Negros, que demuestran la riqueza de su imaginación, la diversidad de recursos retóricos y conceptuales que hicieron de Apollinaire imitarlo en Alcoholes.
Nueva York se ve como la Venecia mercantil del océano occidental/ No hay comuna/No hay aerópago/ No hay pirámide espiritual.
O el cubista: Garantizamos la pureza absoluta de nuestra salsa de tomate/ Toma una iglesia y pinta con una iglesia/ Toma una vaca y pinta con una vaca/ Soy el otro/ Demasiado sensible
Blaise superpone capas de realidad en sus poemas, yuxtapone bloques poéticos, inserta todos los lugares, todos los tiempos, todos los destinos, todos los quehaceres.
Paul Austerdice de él: “Cendars más incisivo que Apollinaire señaló que “todo lo que merodea se mueve”, y su obra oscila entre las dos ideas implícitas en esta afirmación: Por un lado la exaltada disputa de sensaciones en obras como Diecinueve poemas elásticos, y por otro el realismo fotográfico de sus poemas de viaje, como si cada uno de éstos, registrara un momento concreto, apenas el tiempo suficiente de apretar el obturador de una cámara”.
Su estilo de versos sin puntuación, introducción de recortes periodísticos en poemas, llegan al surrealismo posterior. Cendars es más que la vanguardia.
Le seguimos teniendo miedo a la mosca Tse-tse.
El simultaneismo como sistema, rompe la ya intrínseca condición de la poesía, Cendrars usa a Einsestein y el montaje cinematográfico y logra unir espacio y perspectiva. Añade a su poética a personajes como Fantomas de la cultura pop, hizo una mezcla de futurismo poético con etnología pictórica. Sus discursos se confundían en capas que generan logros insólitos. Buscó la geometría interior, las sensaciones sumarias.
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