Con tres caballos y un ayudante, don Fernando Ceballos deja su vivienda en Acajete a las 4 de la madrugada para iniciar su camino a Xalapa para vender madera. Desde hace más de 15 años arrea los tres caballos de su propiedad para que lleven a cuestas los tablones y vigas que compra en esa zona y revende para llevar comida a su familia.
Su actividad “burrero”, como le llaman muchos, es legal, dice, “a mí me venden los tablones y vigas y los traigo a Xalapa, nosotros no deforestamos, nosotros traemos unas cuantas maderas de forma legal, que nos compran carpinteros o personas que requieren realizar algún mueble”.
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¿Cómo es la rutina de don Fernando para salir a vender?
Para los campesinos de esa zona la vida no es fácil, comenta. Él tiene muchos años que cada tres días de la semana se levanta a las 3 de la mañana para preparar a sus animales y la madera para empezar el recorrido a Xalapa; “yo compro los tablones y los traigo para ganarse unos pesos y para obtener recursos para que subsista mi familia”.
Sus caballos cargan las vigas y duelas, de las cuales cada pieza de una viga tiene un costo de 250 pesos; mientras que la docena de duelas las vende en 850 pesos. Explica que en la actualidad la situación está “muy amolada” y así ha sido en los últimos meses. “Casi no se vende nada. Recorremos muchas colonias empezando por la 21 de Marzo y podemos llegar a la zona de Lomas Verdes, caminando a paso constante, pero hay poca venta”.
Don Fernando explica que aunque la venta es muy tranquila, hay que buscarle para llevarle algo a la familia. “Debo decirle que hay días en que no se vende nada”.
Dice que venda o no inician el retorno a su comunidad a las 3 de la tarde para poder llegar antes de las 8 de la noche y descansar y, principalmente, para darle un respiro a los caballos, “porque ellos requieren de comida y descanso para que puedan tener 3 viajes a la semana y no se les dañe”.
Los caballos son como cualquier persona, tienen que comer bien para rendir en el trabajo y para esta labor son imprescindibles, así que se les cuida mucho.
Sus vigas y duelas, comenta, sirven para que las personas construyan pisos o para darle cualquier uso en carpintería porque aunque no son de maderas finas son fuertes.
¿De cuántos kilómetros recorre? Dice que no tiene idea porque cada viaje es distinto, depende de dónde logre acomodar la madera, “a veces toma menos tiempo, pero otras, no se logra el objetivo”.
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En cada vuelta, indica que toma calles distintas, “pero cada día estos viajes son más cansados porque no es lo mismo hace 15 años que empecé a venir ahora que ya me hago viejo”.
Imaginase que salimos a las 4 de la madrugada y luego vamos descargando los caballos a las 4 de la tarde tras una venta, pero este día todavía hay que caminar para poder vender la madera y poder regresar a sus hogares en Acajete, concluye.