/ sábado 9 de diciembre de 2023

Ciencia y Luz | Envejecimiento: ¿edad o descuido?

¿El envejecimiento está únicamente relacionado con la edad?

Cuentan que Selene, la luna, estaba enamorada del pastor Endimión, así que, para mantenerlo joven, lo hizo dormir por la eternidad. Con base en este relato, consideras que ¿el envejecimiento está únicamente relacionado con la edad? o ¿puede modularlo el ambiente que nos rodea?

El contexto

Si bien las células que conforma el cuerpo humano tienen diversas formas y funciones, coinciden en que para su supervivencia requieren tres procesos bioquímicos: la respiración celular, la producción, liberación o asimilación de biomoléculas como hormonas, carbohidratos, proteínas y vitaminas, y, el establecimiento de la comunicación celular a corta y larga distancia.

Además, aún cuando dormimos, es necesario que las células se mantengan “alertas” a los cambios en el microambiente que las rodea, y “dispuestas” a recibir mensajeros moleculares enviados por células lejanas. Si las células mantienen su dinamismo, entonces será posible la proliferación, la adaptación y la regeneración celular, claves en el funcionamiento de los tejidos y órganos corporales.

En consecuencia, una célula ha envejecido cuando pierde la forma, la habilidad para producir, o reconocer, a las moléculas que le permiten realizar su función, así como la capacidad de regenerarse ante estímulos nocivos. En la actualidad se evalúan métodos para crioproteger, o para suministrar elementos que las mantengan “jóvenes”.

El dilema

A nivel celular, el envejecimiento es considerado un fenómeno “programado” y a su vez, vinculado a la edad, no obstante, podría ser un proceso “anticipado” relacionado a estresores intra y extracelulares. Para comprender más fácilmente esto, es necesario pensar en lo siguiente: ¿Todas las células tienen la misma susceptibilidad de envejecer? ¿su ubicación y función las convierten en “blanco” de agentes dañinos?

Para contextualizar esto citaremos como ejemplo a tres tipos celulares, las células de la epidermis en la piel, los hepatocitos del hígado y las neuronas en el cerebro.

En principio, la piel está conformada por células epiteliales, de las cuales, las células de la epidermis son las de primer contacto con el entorno. La estrecha unión que las caracteriza, les permite mantenerse comunicadas, hidratadas y nutridas. Estresores físicos como la abrasión mecánica diaria, o la resequedad debida a la exposición solar, las hace vulnerables, pero aún así proliferan.

Sin embargo, este proceso que favorece la regeneración de la piel se ralentiza cuando a las células se les agota la capacidad de producir colágeno, una molécula proteica de soporte; en ese contexto, las células se consideran envejecidas, no por la edad del individuo si no por su nivel de exposición a agentes estresantes, de aquí que, cada vez más gente joven muestre manchas y lunares típicos de la adultez.

Por su parte, los hepatocitos constituyen aproximadamente el 80% de las células que conforman el hígado, órgano que produce y libera la mayor parte de biomoléculas. Su contacto con el entorno es a través de la conectividad nerviosa y de la irrigación sanguínea. Diariamente los hepatocitos reciben oxígeno y nutrientes, pero también, elementos tóxicos (iones metálicos, microplásticos, bacterias y virus).

Coinciden en que para su supervivencia requieren tres procesos bioquímicos | Foto ilustrativa: Pixabay

Los hepatocitos son similares a las células de la piel porque proliferan y se regeneran. Este círculo virtuoso sufre alteraciones cuando hay fallas orgánicas que derivan en enfermedades como cáncer, o cirrosis, entonces las células del hígado no alcanzan a regenerarse y en su lugar se activa un proceso degenerativo, por lo que el ejercicio es clave para la buena circulación sanguínea en todos los órganos.

Por su parte, las neuronas residen en el cerebro y no proliferan, pero tienen la posibilidad de cambiar de forma y volumen como estrategia de adaptación al estrés. Inevitablemente hay disminución en el número, y en su funcionalidad conforme aumenta la edad, esto en respuesta a fallas en la oxigenación, asimilación de nutrientes y pérdida gradual de conectividad con otras células (neuronas y glia).

Interesantemente, la alteración en los circuitos neuronales, o en la dinámica celular del resto del cuerpo por efecto de la desregulación en la microbiota intestinal, adicción a sustancias o traumatismos, confiere problemas motores y cognitivos incluso en los individuos jóvenes; evidenciando que el envejecimiento celular, no es ajeno a la degeneración celular, y no necesariamente está vinculado a la edad.

El proceso que favorece la regeneración de la piel se ralentiza cuando a las células se les agota la capacidad de producir colágeno | Foto ilustrativa: Pixabay

¿Qué sugerencias podemos dar a Selene para que disfrute su idilio con Endimión?

Es común escuchar entre los consejos para la buena salud y para retardar el envejecimiento a 3 principales agentes: la alimentación, el ejercicio, y el bien seleccionado por Selene, el descanso; hablemos entonces de esta trinidad para encontrar la fuente de la eterna juventud, lo que varios intrépidos como el conquistador español Ponce de León han buscado incansablemente.

La nutrición desempeña un papel crucial en el envejecimiento celular y en la salud en general. A medida que envejecemos, nuestras células experimentan una serie de cambios que pueden ser influenciados por lo que comemos. El consumo de antioxidantes a partir de frutas y vegetales prolonga la juventud celular; sin embargo, es igualmente necesario hidratarse adecuadamente y consumir proteínas y grasas.

Se confieren problemas motores y cognitivos incluso en los individuos jóvenes | Foto ilustrativa: Pixabay

Así mismo, el ejercicio, puede mantenernos jóvenes de distintas formas. El ejercicio aeróbico mejora la circulación sanguínea, asegurando para las células un suministro adecuado de nutrientes y de oxígeno; por otro lado, estimula la bioenergética mitocondrial, además de regular hormonas como el cortisol y la insulina, cuyo desbalance potencia enfermedades asociadas al estrés crónico.

Por último, el factor que sí contempló Selene, fue el descanso. En condiciones no patológicas, durante el sueño las células dañadas o envejecidas se reparan o reemplazan. Esto es posible por la producción de la hormona de crecimiento, la cual se libera en las etapas más profundas del sueño, por lo tanto, una mala calidad de sueño está ligada a estrés celular desregulado, inflamación y envejecimiento.

Hoy sabemos que Selene, la luna, omitió detalles importantes para asegurar que cuando Endimión despertara no sólo se observara hermoso y joven ante el espejo, sino que pudiera tener el mismo vigor, potencia, pasión y plasticidad cognitiva, que hicieran juego “con su eterna juventud”.

*Instituto de Neuroetología, UV e Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición, Universidad de Guadalajara.

Cuentan que Selene, la luna, estaba enamorada del pastor Endimión, así que, para mantenerlo joven, lo hizo dormir por la eternidad. Con base en este relato, consideras que ¿el envejecimiento está únicamente relacionado con la edad? o ¿puede modularlo el ambiente que nos rodea?

El contexto

Si bien las células que conforma el cuerpo humano tienen diversas formas y funciones, coinciden en que para su supervivencia requieren tres procesos bioquímicos: la respiración celular, la producción, liberación o asimilación de biomoléculas como hormonas, carbohidratos, proteínas y vitaminas, y, el establecimiento de la comunicación celular a corta y larga distancia.

Además, aún cuando dormimos, es necesario que las células se mantengan “alertas” a los cambios en el microambiente que las rodea, y “dispuestas” a recibir mensajeros moleculares enviados por células lejanas. Si las células mantienen su dinamismo, entonces será posible la proliferación, la adaptación y la regeneración celular, claves en el funcionamiento de los tejidos y órganos corporales.

En consecuencia, una célula ha envejecido cuando pierde la forma, la habilidad para producir, o reconocer, a las moléculas que le permiten realizar su función, así como la capacidad de regenerarse ante estímulos nocivos. En la actualidad se evalúan métodos para crioproteger, o para suministrar elementos que las mantengan “jóvenes”.

El dilema

A nivel celular, el envejecimiento es considerado un fenómeno “programado” y a su vez, vinculado a la edad, no obstante, podría ser un proceso “anticipado” relacionado a estresores intra y extracelulares. Para comprender más fácilmente esto, es necesario pensar en lo siguiente: ¿Todas las células tienen la misma susceptibilidad de envejecer? ¿su ubicación y función las convierten en “blanco” de agentes dañinos?

Para contextualizar esto citaremos como ejemplo a tres tipos celulares, las células de la epidermis en la piel, los hepatocitos del hígado y las neuronas en el cerebro.

En principio, la piel está conformada por células epiteliales, de las cuales, las células de la epidermis son las de primer contacto con el entorno. La estrecha unión que las caracteriza, les permite mantenerse comunicadas, hidratadas y nutridas. Estresores físicos como la abrasión mecánica diaria, o la resequedad debida a la exposición solar, las hace vulnerables, pero aún así proliferan.

Sin embargo, este proceso que favorece la regeneración de la piel se ralentiza cuando a las células se les agota la capacidad de producir colágeno, una molécula proteica de soporte; en ese contexto, las células se consideran envejecidas, no por la edad del individuo si no por su nivel de exposición a agentes estresantes, de aquí que, cada vez más gente joven muestre manchas y lunares típicos de la adultez.

Por su parte, los hepatocitos constituyen aproximadamente el 80% de las células que conforman el hígado, órgano que produce y libera la mayor parte de biomoléculas. Su contacto con el entorno es a través de la conectividad nerviosa y de la irrigación sanguínea. Diariamente los hepatocitos reciben oxígeno y nutrientes, pero también, elementos tóxicos (iones metálicos, microplásticos, bacterias y virus).

Coinciden en que para su supervivencia requieren tres procesos bioquímicos | Foto ilustrativa: Pixabay

Los hepatocitos son similares a las células de la piel porque proliferan y se regeneran. Este círculo virtuoso sufre alteraciones cuando hay fallas orgánicas que derivan en enfermedades como cáncer, o cirrosis, entonces las células del hígado no alcanzan a regenerarse y en su lugar se activa un proceso degenerativo, por lo que el ejercicio es clave para la buena circulación sanguínea en todos los órganos.

Por su parte, las neuronas residen en el cerebro y no proliferan, pero tienen la posibilidad de cambiar de forma y volumen como estrategia de adaptación al estrés. Inevitablemente hay disminución en el número, y en su funcionalidad conforme aumenta la edad, esto en respuesta a fallas en la oxigenación, asimilación de nutrientes y pérdida gradual de conectividad con otras células (neuronas y glia).

Interesantemente, la alteración en los circuitos neuronales, o en la dinámica celular del resto del cuerpo por efecto de la desregulación en la microbiota intestinal, adicción a sustancias o traumatismos, confiere problemas motores y cognitivos incluso en los individuos jóvenes; evidenciando que el envejecimiento celular, no es ajeno a la degeneración celular, y no necesariamente está vinculado a la edad.

El proceso que favorece la regeneración de la piel se ralentiza cuando a las células se les agota la capacidad de producir colágeno | Foto ilustrativa: Pixabay

¿Qué sugerencias podemos dar a Selene para que disfrute su idilio con Endimión?

Es común escuchar entre los consejos para la buena salud y para retardar el envejecimiento a 3 principales agentes: la alimentación, el ejercicio, y el bien seleccionado por Selene, el descanso; hablemos entonces de esta trinidad para encontrar la fuente de la eterna juventud, lo que varios intrépidos como el conquistador español Ponce de León han buscado incansablemente.

La nutrición desempeña un papel crucial en el envejecimiento celular y en la salud en general. A medida que envejecemos, nuestras células experimentan una serie de cambios que pueden ser influenciados por lo que comemos. El consumo de antioxidantes a partir de frutas y vegetales prolonga la juventud celular; sin embargo, es igualmente necesario hidratarse adecuadamente y consumir proteínas y grasas.

Se confieren problemas motores y cognitivos incluso en los individuos jóvenes | Foto ilustrativa: Pixabay

Así mismo, el ejercicio, puede mantenernos jóvenes de distintas formas. El ejercicio aeróbico mejora la circulación sanguínea, asegurando para las células un suministro adecuado de nutrientes y de oxígeno; por otro lado, estimula la bioenergética mitocondrial, además de regular hormonas como el cortisol y la insulina, cuyo desbalance potencia enfermedades asociadas al estrés crónico.

Por último, el factor que sí contempló Selene, fue el descanso. En condiciones no patológicas, durante el sueño las células dañadas o envejecidas se reparan o reemplazan. Esto es posible por la producción de la hormona de crecimiento, la cual se libera en las etapas más profundas del sueño, por lo tanto, una mala calidad de sueño está ligada a estrés celular desregulado, inflamación y envejecimiento.

Hoy sabemos que Selene, la luna, omitió detalles importantes para asegurar que cuando Endimión despertara no sólo se observara hermoso y joven ante el espejo, sino que pudiera tener el mismo vigor, potencia, pasión y plasticidad cognitiva, que hicieran juego “con su eterna juventud”.

*Instituto de Neuroetología, UV e Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición, Universidad de Guadalajara.

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