Ante el aumento en suicidios y afectaciones a la salud mental, hay un llamado a realizar un trabajo conjunto para identificar y atender las distintas violencias hacia niñas, niños y adolescentes, específicamente con el fin de promover espacios educativos seguros y de respeto.
Metzeri Martínez Núñez, especialista en prevención de las violencias, lamentó en conferencia que pese a la información generada, no haya disminución de las violencias físicas, sexuales, psíquicas y de privación o descuido hacia los menores de 14 años.
Solo en el estado de Veracruz, entre 2020 y mayo de 2023, los sistemas municipales DIF (Desarrollo Integral de la Familia) registraron 3 mil 097 casos de violencia física y 808 de abuso sexual a este sector de la población.
Además, las víctimas de violencia referidas se registran en un periodo que abarca 2022 en el que, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública, 17 por ciento de los hogares en la entidad tuvo al menos una víctima de delito mayor de 18 años.
Las etapas de la infancia y adolescencia se vivieron en 2022, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en un entorno en el cual hubo también 431 mil 768 hogares con víctimas mayores de edad.
La incidencia delictiva fue de un millón 025 mil 646 delitos, en los que la víctima estuvo presente en el 51.7 por ciento de los casos, lo cual representa en términos absolutos 530 mil 344.
En este contexto, niñas, niños y adolescentes también se convierten en víctimas de violencia psicológica, además de estar expuestos a otros tipos de violencia o a volverse agresores, exponen investigadores de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones.
La psicóloga investigadora Metzeri Martínez nombra entre las consecuencias de las violencias en etapas tempranas el comportamiento suicida y las autolesiones.
Específicamente del daño emocional, enumera el retraso en el desarrollo físico, mental y emocional; alto nivel de ansiedad, temor a situaciones nuevas, baja autoestima, respuesta emocional inapropiada a situaciones dolorosas, pasividad o agresividad extrema,
También, consumo de drogas o alcohol, intento crónico de escapar, compulsión al hurto, obsesiones o fobias, bajo rendimiento por falta de concentración repentino, conductas para llamar la atención, cansancio persistente y decir mentiras.
Tanto en el hogar como en las escuelas, llama a estar alerta ante posibles señales de maltrato físico, como moretones, quemaduras, torceduras, dislocaciones, mordeduras, cortes, excusas improbables dadas para explicar lesiones, resistencia al contacto físico, temor de regresar al hogar o que padre o madre sean contactados.
Otras alertas son cuando hay tendencias autodestructivas, agresividad con los demás, actitud sumamente paciente y complaciente, así como brazos y piernas cubiertos a pesar del calor.
En el caso de posible abuso sexual, llama a poner atención en conducta sexual inapropiada para la edad, indicadores físicos en general y en particular en zona genital y anal.
Un niño abandonado puede tener como señales hambre frecuente, hurtos y atracones de comida, falta de higiene personal, cansancio permanente, vestimenta inapropiada, baja autoestima, compulsión al hurto y consumo de drogas o alcohol por mencionar algunas.
La especialista puntualiza que toda la población puede contribuir a reducir o evitar los efectos de la violencia en la salud mental en niñas, niños y adolescentes donde cada vez más se detecta estrés postraumático, depresión, ansiedad, fobias, trastornos de pánico y de conducta.