NAOLINCO, Ver.- Patrimonio histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el cementerio de esta localidad fue visitado y recorrido este Día de Muertos, por miles de personas que aquí tienen sus deudos y de visitantes que llegan para admirar su misticismo y belleza arquitectónica.
En este camposanto parece que el tiempo se detuvo. Cobra vida en estos días. Sus pasillos estuvieron repletos de familias y turistas que tomaban fotografías de las tumbas más representativas.
Recorrerlo significa apreciar sepulcros que datan de 1894. Una de estas tumbas pertenece a un menor y en ella se puede apreciar que fue construida por C. Bonfigli y Cía de Puebla. Este lugar tiene una arquitectura funeraria impresionante. Los visitantes admiran la belleza de sus sepulcros.
Hay otros monumentos perfectamente conservados con figuras de ángeles elaboradas en mármol y que datan de 1908 y 1912, elaborado por la compañía F. Gamboa de Puebla.
Es reducido el número de tumbas antiguas que están en el abandono o que lucen las huellas del paso de los años; la mayoría luce su esplendor gracias a que reciben rehabilitación permanente dado que el cementerio es protegido por pobladores y gobierno municipal.
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El lugar guarda innumerables historias familiares y de personajes importantes en la región. Sus instalaciones están extremadamente cuidadas y lucen una belleza no vista en otros panteones. El césped que cubre los incontables pasillos entre tumbas luce perfecto. Parece una larga alfombra verde.
En cuanto se ingresa se pueden percibir los aromas de las miles de flores de cempasúchil y de incienso que inundan este sitio mágico en Día de Muertos.
Sentadas en unas pequeñas sillas estaban las naolinqueñas María Magdalena Córdoba Arcos y Martha Oliva López, quienes acudieron a llevar flores y coronas a sus difuntos.
Ellas comentan que es una tradición arraigada en el ahora Pueblo Mágico. “Creemos que es importante colocar el altar en casa, pero este día venimos a estas a nuestras tumbas para platicar con los que nos antecedieron”.
En el caso de María Magdalena Córdoba, dice que está su mamá en la tumba que visitó ayer. “Me gusta venir este día porque creo que me escucha a platicarle cómo va la familia y me encontré a Martha que era su amiga, pues estamos aquí charlando y ella nos escucha”.
Señala que es un orgullo para todos los que nacen en Naolinco saber que el cementerio es un ejemplo. Es un lugar impecable, “porque todos lo cuidamos, venimos a lavar, pintar y embellecer nuestras tumbas de forma permanente y la autoridad se encarga de mantener el lugar impecable, como luce este día”.
Al ser un pueblo pequeño se puede observar que las familias que llegan con flores y coronas pasan y se saludan unos a otros. Se preguntan por vecinos y conocidos, este lugar es de reunión en este día tan importante.
En el camposanto todavía se puede percibir que la noche previa se realizó la tradicional cantada; fue la noche del primero de noviembre. Afuera hay varias catrinas que recuerdan lo que es una cantada en el cementerio naolinqueño.
El panteón está ubicado detrás del Templo del Calvario y esta temporada es la de mayor afluencia de visitantes al lugar, dado que es un atractivo para el turismo que se mantengan vivas las tradiciones ancestrales.
Uno de esos atractivos es “la Cantada”, que es cuando las familias visitan las tumbas para entonar alabanzas en el cementerio.
