En los tiempos actuales, las abuelas maternas son una figura clave, pues en ellas recaen los cuidados hacia bebés, niñas y niños, sin que su trabajo sea remunerado, observa la socióloga Mayabel Ranero Castro.
La académica expone que el 30 por ciento de las mujeres de 60-74 años presta alguna ayuda en forma de trabajo a otros hogares, algo de lo que no se está hablando.
En conversatorio coordinado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Veracruzana con motivo del 8M, expuso que el actual es un momento caracterizado por el aumento de mujeres jóvenes con hijos que se incorporan al trabajo remunerado.
Este incremento, explica, se da en un contexto de cambios de patrones de nupcialidad y crianza, modelos donde las abuelas son las cuidadoras y quienes tendrían el poder, incluso, de paralizar algunos países.
También ahonda en este tema la investigadora Melisa Judith Ortiz Barrero, quien señala que en las abuelas hay una posible sobrecarga y estrés, ya sea por su papel de cuidadoras o por el aislamiento de redes de apoyo y de cuidado que ellas tendrían que recibir.
Aunque las abuelas han sido a lo largo de la historia una función de apoyo familiar y social, el rol de abuela cuidadora ha sido tomado en cuenta escasamente para las investigaciones.
Ante el aumento de esperanza de vida de la mujer, añade que ellas se enfrentan ante un dilema: por un lado quieren desarrollar sus propias vidas y, por otro, quieren ser también cuidadoras.
Al ahondar en general sobre las mujeres y la fuerza laboral, Mayabel Ranero manifiesta que la fuerza de trabajo femenina sigue siendo el principal grupo en la flexibilización laboral, tanto en momentos de crisis como de ajuste económico.
Menciona que las desigualdades contribuyen a intensificar escenarios de pobreza, por lo cual es fundamental reintroducir en la cuestión social la centralidad que tiene el trabajo para generar condiciones de mayor bienestar, justicia y equidad, y para coadyuvar a procesos que impliquen el autorreconocimiento y la dignidad.
Al citar a otros investigadores, enfatiza que el acceso de las mujeres al trabajo extradoméstico se ha dado en condiciones de precariedad laboral, discriminación salarial y segregación.
En el recuento expone que el empleo femenino ha aumentado significativamente desde 1930, pero la población femenina es uno de los grupos más desprotegidos de los trabajadores del país, ya que las estrategias gubernamentales para la creación de empleos han dado pocos impulsos y apoyos a este sector.
A ello hay, dice, hay que sumar la exclusión de la seguridad, de la justicia y de la ciudadanía, que conformarían el régimen del bienestar, afectando seriamente las relaciones de género.
