Espantan en esta cabaña de hermoso cerro veracruzano

Comenzó a atribuirse esta extraña situación al espíritu de un muchacho que acostumbraba como ejercicio subir el cerro del Borrego y falleció tras caerle una roca

Mayra Figueiras | El Sol de Orizaba

  · viernes 19 de noviembre de 2021

En las noches de frío se abre puerta de la cabaña del Eco-parque en el Cerro del Borrego / Foto: Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Orizaba, Ver.- Puertas que se abren sin motivo alguno durante las noches de frío en la cabaña del Eco-parque del Cerro del Borrego, dieron paso a una leyenda urbana que relaciona esas inexplicables manifestaciones con una tragedia ocurrida hace muchos años.

Quienes han notado lo ocurrido son policías que vigilan el lugar. Uno de ellos cuenta que una noche de invierno fue asignado a ese lugar junto con otro compañero, tras hacer su rondín y supervisar que no hubiera personas en los miradores y demás sitios de la cima, se dirigieron a la cabaña para protegerse del frío, la llovizna que caía y recargar la batería de sus radios.

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Esa noche, recuerda, hacía un frío intenso, por lo que cerca de la media noche se metieron a la cabaña, que tiene dos pisos, para resguardarse y no estar expuestos en la entrada.

 

 

"Nos fuimos a la planta baja porque ahí había enchufes para cargar el celular y las pilas del radio, así es como hay comunicación con la central, alrededor de las 3 de la mañana se oyó cómo se abría la puerta de arriba".

Agrega que, como hay otra puerta, acordaron salir, uno rodeó la cabaña y otro subió para sorprender a quien había abierto la puerta. “Así lo hicimos y ninguno de los dos encontró a alguien”, dice.

Al llegar a donde escucharon el ruido, vieron que la puerta estaba abierta. “Lo raro es que no corría viento como para que la hubiera abierto, son puertas fuertes y la cerradura está en buenas condiciones, aparte, habíamos revisado antes y estaba bien cerrada”, señala.

A quien sí encontraron justo frente a la puerta abierta fue al “Güero”, un perro de la calle que sube el Cerro del Borrego, al que dieron alojamiento por el resto de la noche.

Señala que no es la única vez que eso ocurre, y comenzó a atribuirse esa extraña situación al espíritu de un muchacho que acostumbraba como ejercicio, hace muchos años, subir el cerro del Borrego y falleció al no escuchar que una enorme piedra que se desprendió rodaba hacia él, por ir con los audífonos puestos.

“Dicen que a ese joven le gustaban mucho los animalitos y cuando ve que “El Güero” y “La Barbas” se quedan afuera durante las noches frías, hace ruidos o abre la puerta de la cabaña, a modo de que revisemos otra vez, veamos a los perros y puedan entrar, para que no pasen frío”, señala.