Llama iglesia a proclamar el evangelio sin pena ni miedo

Durante la homilía en la Catedral Metropolitana de Xalapa el obispo José Rafael Palma afirma que solo de esa forma el mensaje de Dios llegará a lo más profundo del corazón

Ariadna García | Diario de Xalapa

  · domingo 23 de enero de 2022

Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Xalapa, monseñor José Rafael Palma Capetillo | Foto: David Bello | Diario de Xalapa

El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Xalapa, monseñor José Rafael Palma Capetillo, llama a tener una actitud de humildad, sencillez y disponibilidad además de ser proclamadores de la verdad del evangelio, sin miedo, sin pena ni represiones.

Durante la homilía en la Catedral Metropolitana de Xalapa afirma que solo de esa forma el mensaje de Dios llegará a lo más profundo del corazón.

“Si no somos pobres de espíritu, si no vivimos esa libertad de los hijos de Dios no podemos recibir su mensaje, es inútil, se traba, se pierde, se diluye, por eso, el anuncio de la Buena Nueva que es el evangelio que es el mensaje de Cristo llega cuando anhelamos vivir el reino de Dios”.

De lo contrario, expone, que no da frutos el efecto “maravilloso y eficaz de la palabra de Dios”.

Asimismo, refiere que se reconoce la acción del Espíritu Santo que a veces, como dicen algunos escritores, es un desconocido porque no se le hace caso siempre.

“O a veces pensamos que de casualidad hablamos bien o salieron bien las cosas, pero no siempre nos damos cuenta que el Espíritu Santo está actuando en nosotros y nos acompaña siempre, esta grande lección Cristo la proclamó, la aplicó a sí mismo para que nosotros entendamos lo que significa ser hijo de Dios y seguidores de Cristo en todo momento”.

Llama a pedirle a Dios para ser verdaderos discípulos a ejemplo de la Virgen María que supo escuchar la palabra como lo más grande, amado y apreciado para su vida.

“Y además sepamos conservarla en nuestro corazón para ponerla en práctica oportunamente, dejemos que esa buena semilla de la palabra divina se siembre en lo más profundo de nuestro corazón y aprendamos con nuestra vida a ser verdaderos proclamadores de la verdad del evangelio, sin miedo, sin pena ni represiones de ningún tipo para que reconozcamos la importancia de vivir ungidos, consagrados a Dios con Cristo y sepamos cumplir nuestra misión de cada día”.

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