Por todos lados aparecen ya los encendidos de árboles de navidad, cuelgan motivos navideños por las cases y calles. Las tiendas departamentales, aún no pasaban los productos referentes a “todos santos”, y ya estaban ambientadas con motivos navideños. Esa es la abrupta carrera frenética en la que nos introduce, casi sin aviso la mercadotecnia.
Sin embargo, con la celebración del primer domingo de adviento comienza el año litúrgico. La Iglesia celebra la memoria sagrada de la obra de la salvación realizada por Cristo, de tal manera que el año litúrgico no es el pasar de días, uno tras otro sin intención y sin más, sino un pasar ligero, meditativo, reflexivo, celebrativo y festivo.
La celebración del año litúrgico posee una peculiar eficacia sacramental. Ya que Cristo mismo es el que, en sus misterios, o en las memorias de los santos, especialmente de su Madre, continua la obra de su inmensa misericordia, de tal modo que los cristianos no solo conmemoran y meditan los misterios de la redención, sino que están en contacto y comunión con ellos, y por ellos tienen vida.
En este sentido, el tiempo litúrgico adquiere un valor que traslada a una realidad mayor, introduce en una nueva dinámica.
El adviento se caracteriza por ser el tiempo de la espera. De muchas maneras, las lecturas y oraciones de todo este tiempo litúrgico ponen su acento en la espera, es también un tiempo en el que, al menos la primera parte del mismo insiste en la conversión.
Es el tiempo de la esperanza. Se insiste en la necesidad de estar preparados para la llegada del Señor en el Día en que será el juez de la historia. Pero, también se celebra su venida en el tiempo, en carne mortal.
La batuta rítmica, con la que se van marcando los tonos del adviento son los evangelios de los domingos de este tiempo. El primero insiste en la espera del Señor.
Se invita a estar despiertos porque no se sabe cuando será su llegada. El segundo domingo, así como el tercero se observa la figura paradigmática y enigmática del Bautista. El cuarto domingo que este año será 24 de diciembre se presenta la preparación inmediata de su nacimiento en la historia.
Este tiempo, desde el primer domingo hasta el 16 de diciembre adquiere un tono escatológico y del 17 al 24, las ferias del adviento ponen la mirada ante el nacimiento histórico de Jesús. Los personajes que acompañan el paso de los fieles son el Bautista, María e Isaías.