/ sábado 30 de diciembre de 2023

Cronos y Kairós

La sabiduría popular lo ha canonizado en innumerables refranes, por ejemplo, “todo lo que comienza tiene su final”. La misma idea en otras palabras, “nada es para siempre”. La experiencia lo confirma ahora que el 2023 ha llegado a su fin, han sido tantas las experiencias que éste ha hecho posibles que, en las últimas horas del año, permiten sentir la gratitud por todo lo que se ha vivido, y porque la mano de Dios nunca ha abandonado a sus hijos.

Él como Padre bueno y misericordioso ha cuidado los pasos de cada uno y, con las luces y sombras, con lo conseguido y lo que ha quedado pendiente; la experiencia de cada uno es, sin duda, la de alguien satisfecho y agradecido porque Dios nunca ha quitado la mirada de sus hijos.

Así es como se termina el año civil, agradecidos con Dios y con la certeza de que ha caminado por los lugares de nuestra propia historia. La experiencia de cada uno es similar a la del Edén; cada tarde Dios mismo ha bajado a convivir con sus criaturas, para tener las más delicadas muestras de su amor y compañía.

El año que termina está cargado de frutos, ofrece abundantes frutos; unos buenos y deliciosos, y otros no tanto. Pero todos son los frutos del propio esfuerzo. Algunas veces de un esfuerzo incansable y otras de un esfuerzo pesado. Pero, lo que cada uno ha sembrado con dolor, lo cosecha entre cantares. Quién no exulta en gozo después de haber sembrado con la esperanza en la cosecha y contempla alegre y satisfecho sus frutos.

Esa es la razón por la cual el año que se aleja, al irse se lleva mucho de cada uno, lleva entre sus días lo más valioso de la propia vida, con el 2023, se van 365 días de nuestra vida, lo que no es poco. Ha sido un camino que, al recorrerse deja muchos aprendizajes y una nueva comprensión de las cosas. Si la historia se repite o no, los especialistas ofrecen cientos de obras al respecto, pero, lo que no está en duda es que no somos los mismos de aquel distante primero de enero del 2023.

A la vuelta de la página, en una verdadera tensión se encuentra el naciente 2024, para recordarnos que “el tiempo no se detiene” y que “el tiempo no perdona”, cuán elocuente es la imagen griega del dios del tiempo que engullía a sus hijos. Pero, existía otro dios del tiempo “Kairós”, el dios de lo vivido, de los instantes, de las experiencias únicas. Que el 2024 sea un año de menos relojes (Cronos) y más experiencias únicas (Kairós).

La sabiduría popular lo ha canonizado en innumerables refranes, por ejemplo, “todo lo que comienza tiene su final”. La misma idea en otras palabras, “nada es para siempre”. La experiencia lo confirma ahora que el 2023 ha llegado a su fin, han sido tantas las experiencias que éste ha hecho posibles que, en las últimas horas del año, permiten sentir la gratitud por todo lo que se ha vivido, y porque la mano de Dios nunca ha abandonado a sus hijos.

Él como Padre bueno y misericordioso ha cuidado los pasos de cada uno y, con las luces y sombras, con lo conseguido y lo que ha quedado pendiente; la experiencia de cada uno es, sin duda, la de alguien satisfecho y agradecido porque Dios nunca ha quitado la mirada de sus hijos.

Así es como se termina el año civil, agradecidos con Dios y con la certeza de que ha caminado por los lugares de nuestra propia historia. La experiencia de cada uno es similar a la del Edén; cada tarde Dios mismo ha bajado a convivir con sus criaturas, para tener las más delicadas muestras de su amor y compañía.

El año que termina está cargado de frutos, ofrece abundantes frutos; unos buenos y deliciosos, y otros no tanto. Pero todos son los frutos del propio esfuerzo. Algunas veces de un esfuerzo incansable y otras de un esfuerzo pesado. Pero, lo que cada uno ha sembrado con dolor, lo cosecha entre cantares. Quién no exulta en gozo después de haber sembrado con la esperanza en la cosecha y contempla alegre y satisfecho sus frutos.

Esa es la razón por la cual el año que se aleja, al irse se lleva mucho de cada uno, lleva entre sus días lo más valioso de la propia vida, con el 2023, se van 365 días de nuestra vida, lo que no es poco. Ha sido un camino que, al recorrerse deja muchos aprendizajes y una nueva comprensión de las cosas. Si la historia se repite o no, los especialistas ofrecen cientos de obras al respecto, pero, lo que no está en duda es que no somos los mismos de aquel distante primero de enero del 2023.

A la vuelta de la página, en una verdadera tensión se encuentra el naciente 2024, para recordarnos que “el tiempo no se detiene” y que “el tiempo no perdona”, cuán elocuente es la imagen griega del dios del tiempo que engullía a sus hijos. Pero, existía otro dios del tiempo “Kairós”, el dios de lo vivido, de los instantes, de las experiencias únicas. Que el 2024 sea un año de menos relojes (Cronos) y más experiencias únicas (Kairós).