/ sábado 2 de marzo de 2024

Cuaresma es camino de liberación 

Sobre el asunto de la libertad mucho se ha escrito, Vaya que ha corrido tinta en todo tipo de propuestas: los defensores, los detractores, los agnósticos, los que la entienden a su estilo, los que la usan como bandera y los que la comprenden como una utopía. Sin embargo, aun cuando hay pruebas para fortalecer cualquiera de esas afirmaciones.

Es evidente, también, que hay pruebas suficientes para sostener que, la vida es un constante camino de liberación. Esta sí es una experiencia cercana a todos. Y es que, muchos apegos, estilos, formas, costumbres y vicios encierran y, con una inocente estabilidad comienzan a llevar la vida a un ostracismo, a una quietud engañosa y mortal.

Toda la Historia de Salvación es la evidencia clarísima que Dios pone en camino a todo tipo de personas. Es el Dios del Éxodo, del Camino, de la Pascua; del movimiento y no del inmovilismo. La vida de Jesús es la prueba clarísima de una lucha constante por la liberación tanto propia como comunitaria, en constante movimiento, dejándose hacer por el Espíritu.

Si bien es cierto que toda la vida es el camino de la liberación, también es cierto que hay momentos especiales en los que esta insistencia cobra especial atención; tal es el caso del tiempo de la Cuaresma. Se trata más que de un tiempo, en el aspecto cronológico, de un proceso: es la ocasión especialísima en la que se ofrece la oportunidad de plantarle cara a todas las experiencias esclavizadoras, mirarlas de frente y reconocer cómo la vida se ha ido escapando por ellas y tomar las decisiones convenientes, para entrar por la ruta de la liberación.

Comprendemos que la vida no está determinada como piensan los deterministas herederos de las tragedias griegas. Consideramos que la vida está en un constante haciéndose, y así como la papa del granero sigue la luz, así la vida siempre busca las mejores formas de desarrollo. La Cuaresma es como esa luz en el granero.

En su mensaje para esta Cuaresma 2024, el papa Francisco insiste en el hecho de que es Dios mismo quien, al contemplar la opresión y esclavitud de su pueblo, decide liberarlo, casi sin que el pueblo le pida la liberación. Y es que, esto es cierto, un poco como el Mito de la Caverna, quien está metido en esa dinámica, rechaza que otra vida sea posible, que otro modo de ser sea viable.


Sobre el asunto de la libertad mucho se ha escrito, Vaya que ha corrido tinta en todo tipo de propuestas: los defensores, los detractores, los agnósticos, los que la entienden a su estilo, los que la usan como bandera y los que la comprenden como una utopía. Sin embargo, aun cuando hay pruebas para fortalecer cualquiera de esas afirmaciones.

Es evidente, también, que hay pruebas suficientes para sostener que, la vida es un constante camino de liberación. Esta sí es una experiencia cercana a todos. Y es que, muchos apegos, estilos, formas, costumbres y vicios encierran y, con una inocente estabilidad comienzan a llevar la vida a un ostracismo, a una quietud engañosa y mortal.

Toda la Historia de Salvación es la evidencia clarísima que Dios pone en camino a todo tipo de personas. Es el Dios del Éxodo, del Camino, de la Pascua; del movimiento y no del inmovilismo. La vida de Jesús es la prueba clarísima de una lucha constante por la liberación tanto propia como comunitaria, en constante movimiento, dejándose hacer por el Espíritu.

Si bien es cierto que toda la vida es el camino de la liberación, también es cierto que hay momentos especiales en los que esta insistencia cobra especial atención; tal es el caso del tiempo de la Cuaresma. Se trata más que de un tiempo, en el aspecto cronológico, de un proceso: es la ocasión especialísima en la que se ofrece la oportunidad de plantarle cara a todas las experiencias esclavizadoras, mirarlas de frente y reconocer cómo la vida se ha ido escapando por ellas y tomar las decisiones convenientes, para entrar por la ruta de la liberación.

Comprendemos que la vida no está determinada como piensan los deterministas herederos de las tragedias griegas. Consideramos que la vida está en un constante haciéndose, y así como la papa del granero sigue la luz, así la vida siempre busca las mejores formas de desarrollo. La Cuaresma es como esa luz en el granero.

En su mensaje para esta Cuaresma 2024, el papa Francisco insiste en el hecho de que es Dios mismo quien, al contemplar la opresión y esclavitud de su pueblo, decide liberarlo, casi sin que el pueblo le pida la liberación. Y es que, esto es cierto, un poco como el Mito de la Caverna, quien está metido en esa dinámica, rechaza que otra vida sea posible, que otro modo de ser sea viable.